Cada cuatro años hay elecciones presidenciales norteamericanas. Por ley, desde 1845 estas son el primer martes después del primer lunes de noviembre. Esta fecha fue escogida porque en el siglo XIX Estados Unidos era una nación agrícola, y votar en la primavera o el verano interferiría con la siembra y el cultivo. Por otro lado, retrasarla hasta septiembre u octubre perjudicaría la cosecha y fijar una fecha más tarde en el año expondría a los votantes al frío y la nieve del invierno.
Este año, las elecciones caerán el 5 de noviembre. Ese día, los votantes elegirán al presidente y su “fórmula”. Además, escogerán a los 435 diputados en la Cámara de Representantes del Congreso y a la tercera parte de sus cien senadores. Y muchos estados y municipios también celebrarán elecciones locales para sus gobernadores y miembros de sus parlamentos y municipios ese día.
Los presidentes son electos por cuatro años e inicialmente podían ser reelectos las veces que ellos y los votantes quisieran. Eso cambió en 1951 cuando el congreso, dominado en ese entonces por el partido republicano, limitó la reelección a un máximo de dos períodos. Los demócratas se quejaron de que esta reforma era un castigo retroactivo por la elección de Franklin Roosevelt, un demócrata, cuatro veces consecutivas.
En cuanto a las elecciones de este año, varios eventos sobresalen. Uno fue el intento de asesinar al expresidente y candidato republicano, Donald Trump, cuando él estaba participando en una manifestación en el estado de Pennsylvania. La bala pasó de refilón por una de sus orejas, y felizmente no sufrió mayor daño. Más bien, el atentado, y su valiente reacción a él, despertó simpatía para Trump.
Un segundo momento inolvidable ocurrió en el debate entre Trump y Joe Biden, el entonces presidente y candidato presidencial demócrata. Biden tuvo un desempeño desastroso. Quedó claro para todo el mundo que Biden no estaba en condiciones de ser reelecto para un segundo período en la Casa Blanca. Pocas semanas más tarde, el 21 de julio, Biden anunció que él estaba retirándose de la campaña y cediendo su espacio a su vicepresidente, Kamala Harris.
Una tercera faceta de estas elecciones es el desdén que tiene Trump para las fuerzas armadas norteamericanas. Me di cuenta de esto cuando Trump criticó al senador McCain, un aviador estadounidense cuyo jet fue derribado durante la guerra de Vietnam y pasó seis años en una cárcel en Hanoi. Esto hizo de McCain un héroe en Estados Unidos y resultó en su elección al Senado. Refiriéndose a McCain, sin embargo, Trump dijo: “Él no es un héroe de guerra. Él es un héroe de guerra porque fue capturado. A mí me gustan la gente que no fueron capturados”. John Kelly, un exgeneral de cuatro estrellas de la Infantería de la Marina, que lideró el Comando Sur y fue jefe de Gabinete de la Casa Blanca cuando Trump era presidente, comentó que Trump había dicho que los soldados muertos en combate eran pendejos (“suckers” en inglés). Y hace una semana, Kelly declaró que Trump le había dicho que al igual que Hitler a él le gustaba que sus generales fuesen incondicionales a él. Kelly añadió que “la actuación del expresidente es consistente con la definición general de un fascista.”
En cuanto a los temas de la elección, uno de los más visibles ha sido la inmigración masiva a EE.UU. Trump, por supuesto, está en contra de ella y ha fabricado cuentos como el de Springfield, un pueblo en Ohio, en donde miles de inmigrantes haitianos se estaban comiendo las mascotas de sus habitantes. Esto fue desmentido por el alcalde y los medios de comunicación. Por cierto, una de las ironías de esta elección es que ambos candidatos a la Presidencia —Trump y Kamala Harris, la candidata demócrata—tienen parientes cercanos que fueron inmigrantes. En el caso de Harris, su padre era de Jamaica y su madre de India. La madre de Trump también inmigró a Estados Unidos al igual que su primera esposa, Ivania, que era de Checoslovaquia. Su tercera y actual esposa, Melania, también inmigró a EE.UU. de Eslovenia.
Cierro comentando cuáles podrían ser los resultados de la elección. En primer lugar, sabemos que hasta la fecha casi 60,000,000 de norteamericanos han votado, lo cual es legal en los Estados Unidos. Esta cifra incluye millones de republicanos, a pesar de que Trump había alegado que la votación anticipada se prestaba a la manipulación. El conteo de la votación no se hará hasta el 5 de noviembre, cuando la mayoría de los votantes acudirán a las urnas.
Hay un total de 538 votos electorales que se reparten conforme al número de senadores y diputados que cada estado tiene. Entre más grande la población, más votos electorales tiene el estado. Actualmente, California es el estado con el número más alto de votos electorales: 55. Texas está en segundo lugar con 36. La Florida y Nueva York están empatado para el tercer lugar con 29 votos electorales cada uno. Varios estados sólo tienen tres votos electorales. Estos incluyen Alaska que es el más grande de los estados en tamaño, pero cuya población es más pequeña que la de Rhode Island, el estado más pequeño de la Unión Norteamericana.
Para ganar la Presidencia, un candidato tiene que reunir al menos 270 votos electorales. Es decir, la mitad más uno de todos los votos electorales. Pero tener una mayoría de votos electorales no necesariamente implica obtener la mayoría de votos populares ya que el que tiene más votos en un estado, aunque sea por un margen mínimo, se lleva a todos los votos electorales del estado. Esto ocurrió tan recientemente como 2016 cuando Trump ganó la elección por tener más votos electorales a pesar de que su contrincante, Hillary Clinton, obtuvo casi tres millones de votos más que él.
No hay país en el mundo donde hay más encuestas políticas que en Estados Unidos. ¿Qué nos dicen? Esencialmente que esta elección será muy reñida. Por ejemplo, en su más reciente encuesta, The Economist —el prestigioso periódico inglés— estima que Harris tiene una ventaja de 1 por ciento sobre Trump en el voto popular.
Esto refleja el bajo desempleo e inflación en el país al igual que su crecimiento que es el más alto de los países desarrollados del mundo. Pero también señala que en los últimos días Harris está bajando en las encuestas y Trump subiendo. Sin duda por eso Kamala Harris está concentrándose en visitar a importantes estados que todavía están en juego como Pennsylvania, Michigan, y Georgia. Trump también está activo. Hace unos días llenó al Madison Square Garden en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, a pesar de que todo apunta a que perderá, y por amplio margen, a Nueva York, su estado natal. Por su parte, Harris hizo campaña en Houston, Texas, aunque su probabilidad de ganar en Texas es cero. ¿Entonces, por qué lo hacen? Seguramente porque saben que los medios de televisión les darán cobertura a sus manifestaciones doquiera que sean. De esta manera serán noticias vistas nacionalmente. En la recta final de estas elecciones, como todo lo que los candidatos hacen, ¡esto es fríamente calculado!
El autor fue canciller de Nicaragua. Vive en Washington después de ser desterrado por la dictadura Murillo-Ortega en febrero de 2023.