El juego perfecto en el beisbol es un logro que exige más que habilidad física; requiere superar obstáculos, manejar la presión y mantenerse enfocado a lo largo de cada lanzamiento. Cuando logré mi propio juego perfecto, no fue solo una cuestión de fuerza, sino de disciplina, constancia e inteligencia emocional. Estos elementos fueron mis guías para tomar decisiones correctas y manejar los errores con sabiduría. Cada vez que enfrentaba una adversidad en mi carrera como pelotero profesional, visualizaba la recompensa y me veía triunfante, alineando mis pensamientos, hábitos y acciones con esa meta.
Hoy, mientras reflexiono sobre lo que significa la democracia para Nicaragua, veo un paralelismo claro entre esos principios que me guiaron en el montículo y los que necesitamos como nación para alcanzar la democracia que deseamos. Igual que en el beisbol, debemos visionar la meta: justicia, libertad, democracia, reparación y no repetición. Y al igual que me preparé para ese juego perfecto, también debemos prepararnos mentalmente y alinearnos para construir esa democracia, con nuestras acciones y decisiones cotidianas.
¿Qué es la democracia?
La democracia es la expresión de la voluntad del pueblo en su búsqueda por la libertad y la justicia. Para mí, la democracia debe ser un reflejo de lo mejor que cada quien puede ofrecer: la virtud debe estar presente en nuestro liderazgo político, un liderazgo conformado por aquellos que personifican los valores más altos de los y las nicaragüenses. Gobernar no debe ser un acto de poder, sino de servicio a la comunidad, donde la justicia se asegure de dar a cada quien lo que le corresponde.
Y esto me lleva a reflexionar en la justicia: en su esencia, la justicia es uno de los pilares fundamentales de la democracia. Implica equidad, respeto, ética y empatía. Si queremos construir una Nicaragua justa, debemos empezar por nosotros mismos: definir qué significa justicia y libertad para nosotros en lo personal y en lo colectivo como nación.
Si soñamos con un país libre de corrupción, represión y desigualdad, debemos estar dispuestos a trabajar por ello. La clave es la preparación y la determinación para no rendirnos ante los obstáculos.
Superando las barreras hacia la democracia
La democracia, como ese juego perfecto, no se gana en un solo día. Requiere enfrentarse a múltiples desafíos, incluyendo la represión, la injusticia y la desilusión. Pero también requiere de algo más: fe en nosotros mismos y en nuestra capacidad para cambiar nuestra realidad. En el beisbol, no puedes controlar lo que hace el equipo contrario, pero sí puedes controlar cómo respondes a cada jugada. En la democracia, no podemos controlar todos los factores externos, pero podemos controlar nuestras decisiones, nuestras voces y nuestra acción colectiva.
Como creyente, sé que Dios es quien quita y pone reyes, y que toda autoridad está bajo su juicio. La voz del pueblo es la voz de Dios, quienes amor y, por lo tanto, cualquier autoridad que carece de amor y justicia se vuelve ilegítima.
La verdadera democracia es aquella que se funda en estos principios divinos: amor, justicia y respeto por la dignidad humana.
En resumen, para lograr ese “juego perfecto” que es la democracia, los nicaragüenses debemos visualizar nuestro futuro y trabajar con disciplina, sabiduría y constancia para alcanzarlo. Es nuestra responsabilidad no solo soñar con una Nicaragua libre, sino también vivir y actuar de acuerdo con esos ideales. Solo así, un día, podremos disfrutar de la democracia que tanto anhelamos.