Se cumplen dos años de aquel 4 de agosto de 2022, cuando el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez, en medio de oficiales de la Policía y agentes de la Dirección de Operaciones Especiales Policiales (DOEP) salió de la sede episcopal de esa ciudad y se arrodilló, levantó sus manos hacia el cielo y mostró al Santísimo Sacramento en busca del cese del hostigamiento policial que sufría.
El acto religioso quedó registrado en un video que se transmitió en vivo desde las redes sociales de la Diócesis de Matagalpa, donde se pudo observar que el obispo rodeado de policías y en medio de la calle se arrodillado en medio de cantos de adoración que entonaban sus acompañantes.
Un seminarista que lo asistía le colocó una capa para posterior agarrar la custodia con el Santísimo en sus manos. Se levantó y caminó durante unos metros por la calle donde estaban feligreses arrodillados, pero oficiales de la Policía querían impedir el avance, e incluso el obispo les presentó el Santísimo y los policías apartaron el rostro.
En ese momento, monseñor Álvarez pidió que “nos dejen profesar nuestra fe”.
El sacerdote ofreció abrazos a los agentes policiales pero lo evadieron.
El asedio policial a la sede del obispo Álvarez se reanudó dos días después de que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ordenó a Telcor cerrar varias estaciones de radio pertenecientes a la Diócesis Matagalpa.
A pesar de que no era la primera vez que monseñor sufría este tipo de asedio y persecución, el obispo siempre tuvo una voz firme de denuncia y exigencia a la dictadura. De hecho, a finales de mayo de ese año la persecución lo obligó a refugiarse por varios días en la parroquia Santo Cristo de Las Colinas, en Managua y anunció un ayuno que solo suspendería cuando el asedio cesara, sin embargo se trasladó a Matagalpa y el asedio continuó.
Obispo en el destierro y en silencio
El obispo Álvarez, quien también fungía como Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, estuvo durante 16 días en casa por cárcel junto a cinco sacerdotes, dos seminaristas y un laico, hasta que la madrugada del 19 de agosto de ese año allanaron la Curia Episcopal y la Policía trasladó bajo arresto domiciliario en Managua al obispo y a las ocho personas que lo acompañaban fueron trasladados al nuevo Chipote.
Monseñor Álvarez fue condenado a 26 años de cárcel después de haberse negado a ser desterrado junto a 222 presos políticos a Estados Unidos el 9 de febrero de 2023.
El 14 de enero de este año, el obispo Álvarez junto a 18 religiosos, incluidos monseñor Isidoro Mora, que el régimen mantenía secuestrados en las cárceles del país, fueron excarcelados y enviados a Roma.
A cerca de ocho meses del destierro, el prelado mantiene silencio y no se pronuncia a los constantes abusos de la dictadura contra los sacerdotes de las Diócesis que administraba. La investigadora y autora del Informe: Nicaragua ¿Una Iglesia Perseguida?, Martha Patricia Molina, reveló que de 70 sacerdotes con los que contaba la Diócesis hoy sólo quedan 22 activos, es decir que esa jurisdicción se ha quedado sin el 68.57 por ciento de sus religiosos, lo que quiere decir que se encuentra en una crisis grave.
Molina en declaraciones a LA PRENSA aseguró que el ensañamiento de la dictadura contra la Diócesis de Matagalpa demuestra que “tiene odio y ve como un hombre peligroso al obispo Álvarez, titular de la Diócesis de Matagalpa. Desterrado y desnacionalizado, sin presencia física y en total silencio, auxiliado por la oración y enfocado únicamente en el proyecto de evangelización de su Diócesis”.
Entre el 27 de julio y el 2 de agosto, la dictadura orteguista emprendió una nueva arremetida que dejó al menos 10 sacerdotes y un diácono. Entre los detenidos se encuentran monseñor Ulises René Vega Matamoros, vicario judicial y canciller; y monseñor Edgar Sacasa Sierra, vicario de Pastoral de la Diócesis de Matagalpa.
También los sacerdotes Jairo Pravia, Víctor Godoy, Marlon Velázquez (quien fue rector de la Universidad Católica Juan Pablo II de Managua), Antonio López, fray Silvio Romero (de Juigalpa), el diácono Ervin Aguirre, Raúl Villegas (misionero de origen mexicano), Fray Edilio Javier Cruz y Francisco Tercero.