En una sociedad con libertades y democracia, su principal componente es la lluvia de ideas y debates que se desglosan de sus actores políticos y pensadores, que desde sus visiones buscan sacar adelante el país, diferenciando posiciones en aras de alcanzar el poder de la gestión política.
La situación política en Nicaragua no se trata de una simple división entre bandos, sino de la urgente necesidad de construir identidades políticas sólidas con capacidad de autonomía pública en materia de narrativas de trascendencia con las necesidades de los ciudadanos, y cómo las propuestas de cada bloque responden y se identifican con la percepción de cada individuo que se involucra en la sociedad sometida actualmente por el FSLN.
Es crucial dejar atrás la utopía de vernos todos juntos en un mismo cajón, que a veces está lleno de polillas. Lo que debe existir son canales definidos de diálogo para abordar puntos de interés común, que en contextos precisos eviten polarizaciones y se enfoquen en el bienestar del pueblo nicaragüense.
En esa polémica cotidiana sobre la realidad global, y la constante exploración de coincidencias, se nos olvida la existencia de la libertad de expresión para que todas las voces que desde su percepción abogan por la libertad y la democracia puedan ser escuchadas sin temor a represalias por antagonismo de modelos o nociones ideológicas. Debemos fomentar alternativas políticas auténticas, libres de sesgos o mezclas confusas como lo que representa una opción política o movimiento social, y evaluar con detenimiento las influencias externas.Esto permitirá que los ciudadanos nicaragüenses evalúen y se sientan representados por ciertos liderazgos políticos de cada corriente, siendo la representación auténtica de la diversidad de pensamiento presente en Nicaragua.
En un escenario político mundial polarizado, las soluciones diplomáticas son esenciales. Por ello, la claridad de identidades permite que cada bloque determine los interlocutores que tienen afinidades políticas, y puedan mover intereses y acciones de forma más efectiva en contra del sandinismo.Además, permitirá evaluar de forma más eficiente el compromiso inquebrantable con la justicia, investigando los crímenes del pasado, sin importar la ideología de los responsables. Promoviendo que esto se manifieste públicamente, que deben someterse a la justicia frente a los ciudadanos que llevan décadas esperando ese momento.
Entendiendo todo esto, la misión de alcanzar la libertad en Nicaragua debe ser constante y renovada. Poniendo como línea roja que el sandinismo, con sus figuras controvertidas y un historial de crímenes, no pueden generar un lavado de cara. El FSLN debe ser reconocido como una organización terrorista, que ha vulnerado al pueblo de Nicaragua. En este escenario de bloques definidos debemos desenmascarar las intenciones de aquellos que buscan perpetuar el autoritarismo bajo nuevas banderas, de cualquier bando ideológico.
Este llamado a la construcción de una identidad política sólida no busca defender las posiciones de ningún bloque en particular, sino fomentar la construcción de canales que muevan mensajes productivos dentro de la oposición. Solo a través de la definición de afinidades políticas y la mejora de la comunicación interna podremos presentar un frente coordinado y eficaz que logre el cambio que requiere Nicaragua.
La oposición nicaragüense se encuentra en un momento crucial de su historia. La construcción de una identidad política sólida, basada en la libertad, la justicia y la pluralidad, es el camino hacia un futuro más democrático y próspero para todos los nicaragüenses.
El autor es directivo del Movimiento Político Avanza. Vocero de la Plataforma de Unidad por la Democracia (PUDE).