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zona franca Gildan, en san marcos, CARAZO. ESPECIAL DE ZONA FRANCA ZONAS FRANCAS. Mabel Calero. marzo 2013

Mayoría de las mujeres de Nicaragua con trabajos mal pagados y sin acceso a seguridad social

Constituyen la mitad de la población del país pero las mujeres tienen menor participación que los hombres en el mercado laboral y realizan actividades remuneradas en sectores que pagan bajos salarios sin acceso a la Seguridad Social

Aunque desde hace varios años Nicaragua destaca a nivel global como uno de los países con la menor brecha de género, la realidad es muy distinta. Un reciente estudio sobre la participación de las mujeres en el mercado laboral muestra que a pesar de ser la mitad de la población, tienen una menor representación, que los hombres en el mercado laboral. Además, su participación se concentra mayoritariamente en sectores donde prevalece la informalidad, los bajos salarios y la falta de acceso a la seguridad social.

El estudio: Desigualdad Laboral de las Mujeres en Nicaragua, elaborado por la Fundación Puentes para el Desarrollo, detalla que el Instituto de Información de Desarrollo (Inide), proyecta para 2024 una población de 6.9 millones de personas, de las cuales el 50.7 por ciento, es decir la mitad son mujeres. Eso significa que el país tiene una población femenina de aproximadamente 3.49 millones; 60 de cada cien mujeres viven en las zonas urbanas, donde también se concentran las oportunidades de educación y los servicios de salud.

Pero a pesar que la proporción entre hombres y mujeres es similar, “la participación de las mujeres en la Población Económicamente Activa (PEA) es menor que la de los hombres. De entrada, esta disparidad estrecha el corredor por el que transitan las mujeres en el mercado laboral”, además, “las mujeres registran una mayor tasa de inactividad laboral que los hombres, circunstancia que incide directamente en la generación de ingresos”, dice el estudio.

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Barreras laborales para las mujeres

La investigación refiere que para las estadísticas laborales del Inide, a partir de los 14 años las personas son parte de la Población en Edad de Trabajar (PET), y en 2024 está incluía a 4.9 millones de nicaragüenses. De estos, el 51 por ciento, que es un poco más de la mitad y equivale a 2.5 millones, son mujeres. Sin embargo, la Población Económicamente Activa (PEA) solo incluye a los empleados activos y a los que están buscando trabajo y ahí se registra el primer contraste.

“La participación de las mujeres en la PEA es menor a la de los hombres. Para 2023 la tasa de participación de las mujeres rondaba el 56 por ciento y la de los hombres el 78 por ciento. Esto se puede interpretar como que, de cada 10 mujeres en edad de trabajar a casi 6 le gustaría trabajar o está trabajando, versus 8 de cada 10 hombres que les gustaría trabajar o están trabajando. Esto representa una diferencia bastante alta que disminuye en la zona urbana, que es también donde se concentra la mayor parte del trabajo, pero se amplía demasiado en las zonas rurales.”, explica el economista Álvaro López, de la Fundación Puentes para el Desarrollo.

Según López, la baja participación de las mujeres en la fuerza laboral se explica por barreras culturales y económicas que limitan su participación y en roles de liderazgo, las que están ocupadas en las zonas urbanas laboran principalmente en el sector comercio, los servicios, la industria manufacturera y los hoteles y restaurantes; y las que viven en las zonas rurales se dedican a la actividad agropecuaria.

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Mujeres con trabajos no remunerados

Aunque no hay datos actualizados, la referencia histórica refleja que la principal razón que les impide insertarse activamente en el mercado laboral, es porque están dedicadas a labores domésticas no remuneradas en sus hogares, vinculadas especialmente al cuidado de los hijos. “Dedicarse a labores domésticas no remuneradas en sus hogares tiene consecuencias importantes para la vida de las mujeres. Desde la dependencia económica que las puede llevar a situaciones de violencia dentro del hogar, hasta a un factor trabajo que no está siendo utilizado de forma eficiente para mejorar la productividad del país”, dice López.

El economista también explica que en los últimos años, incluido el periodo de la pandemia que paralizó muchas actividades, la Tasa de Desempleo Abierto (TDA) de las mujeres fue baja, menor al 4 por ciento en las zonas urbanas y al 3 por ciento en las zonas rurales.

“La baja TDA de Nicaragua ha generado controversias pues con frecuencia se cuestiona la coherencia del dato con las realidades económicas del país. No obstante, esta tasa debe interpretarse a la luz de su método de cálculo: ya que basta con haber trabajado una hora en el período de referencia para no ser considerado desempleado. De la consideración anterior se desprende que la tasa de subempleo es la que refleja la verdadera precariedad del mercado laboral nicaragüense”, dice López.

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Crece la economía y también el subempleo

El estudio detalla que el subempleo define a las personas que trabajan menos que la jornada laboral semanal ordinaria, en trabajos por tiempo parcial o temporal, y las que aunque trabajan el tiempo completo pero reciben sueldos inferiores al salario mínimo. “En otras palabras, la tasa de subempleo mide la proporción de la PEA ocupada en empleos precarios”, dice López.

“En marzo 2024 la tasa de subempleo fue mayor para los hombres 40.3 por ciento, que para las mujeres 37.9 por ciento. La disparidad se corresponde con la menor participación de las mujeres en el mercado laboral. Además, llama la atención que a pesar de los positivos índices de crecimiento económico que reporta el Banco Central, esa dinámica no se refleja en el mercado laboral. Así, la tasa de marzo de 2024 fue más alta que la de un año atrás. Es decir, creció la economía pero también creció el subempleo”, expone López.

La economista Edipcia Dubón, exdiputada y presidenta de la Fundación Puentes para el Desarrollo, añade otra disparidad del mercado laboral nicaragüense. En los últimos quince años el porcentaje de mujeres afiliadas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) en lugar de crecer se redujo, en 2008 el 45 por ciento de las afiliadas eran mujeres contra un 55 por ciento de hombres; en 2022, que es el dato más reciente que se ha publicado, el 56.2 por ciento eran hombres y solo el 43.8 mujeres. Esto se traduce en una menor proporción de mujeres con acceso a la pensión de vejez.

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Menos mujeres tendrán jubilación

Además, las mujeres devengan el 41 por ciento del total de los salarios de los asegurados, mientras los hombres devengan el 59 por ciento. Dubón considera que aunque estos datos se refieren únicamente a los asegurados sirven de indicador general de lo que ocurre en el mercado laboral.

“Esta disparidad en la generación de ingresos encierra múltiples repercusiones que se expresan a nivel económico, social, cultural y en términos de poder. Hay una entrelazamiento entre factores culturales y sociales que condicionan la participación laboral de las mujeres y la calidad de esa participación… Esto genera así un círculo vicioso que se retroalimenta continuamente y si bien, se registran algunos cambios, se trata de cambios muy lentos y de dimensiones marginales”, advierte Dubón.

Además, advierte que los resultados del informe subrayan la necesidad de un compromiso sostenido de todos los sectores de la sociedad, para garantizar que las mujeres puedan contribuir al desarrollo económico y social de Nicaragua, en igualdad de condiciones. Sin embargo, para que eso sea realidad es es requisito esencial la promoción de un mercado laboral inclusivo y equitativo.

“Estamos claros que actualmente no hay condiciones para incidir en la construcción de la política pública, pero tenemos que estar conscientes del desafío que tenemos, conocerlo para poder incidir y para que en el momento adecuado, podamos transformar esa realidad”, sentenció Dubón.

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