Este viernes 3 de mayo, en el marco de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa el organismo internacional no gubernamental Reporteros Sin Fronteras (RSF) dio a conocer su índice de libertad de prensa en el mundo en 2024.
Entre los 180 países clasificados Nicaragua ocupa el lugar 163. Está entre los 18 países peores del mundo en el campo de la libertad de prensa.
Pero que Nicaragua ocupe ese vergonzoso lugar en el índice mundial de la libertad de prensa no puede sorprender a nadie. Lo que podría considerarse una sorpresa es que no esté más abajo, dado que todos los medios de información independientes fueron cerrados violentamente y confiscados por la dictadura; los escasos medios no oficialistas que quedaron están amordazados y el periodismo libre solo se puede ejercer en el exilio y en los formatos electrónicos.
Pero en cuanto a la libertad de prensa no solo se debe hablar de lo malo y lo peor, sino también de lo bueno y lo mejor. Hay que destacar a los países que están en los primeros lugares del índice de libertad de prensa, como son Suecia, Dinamarca, Noruega, Países Bajos (antes Holanda) y Finlandia, para solo mencionar los cinco primeros lugares. Y decir que no es casual que todos sean de la Unión Europea, a la que los gobernantes autoritarios odian porque son ejemplos de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos, además de su alto grado de desarrollo económico y bienestar social.
También hay que decir que Estados Unidos, donde la democracia ha venido deteriorándose paulatinamente, está en el número 55 del ranking mundial de la libertad de prensa. Según el informe de RSF la gran potencia norteamericana en vez de subir en el índice cayó 10 puntos comparado con el período anterior.
De América del Sur el informe de RSF señala que en casi todos los países de esa región “la situación de la libertad de prensa es ahora problemática”. Y agrega que “este deterioro se explica esencialmente por la llegada al poder de depredadores de la libertad de prensa, como Javier Milei en Argentina, y por la incapacidad de los gobiernos para frenar la violencia contra los periodistas”.
Denuncia Reporteros Sin Fronteras que “los Estados y las fuerzas políticas, independientemente de su orientación, desempeñan un papel cada vez menor en la protección de la libertad de prensa”. Lo cual es muy lamentable, dice, porque “un periodismo digno de ese nombre es un requisito previo para un sistema democrático y para el ejercicio de las libertades políticas”.
Por supuesto que son los Estados democráticos los que tienen el deber de proteger la libertad de prensa, no los autoritarios que son sus enemigos feroces y mortales. Una libertad que aunque ahora no la tenemos, de igual modo la hemos celebrado con entusiasmo, y con la convicción de que algún día volverá a brillar en Nicaragua.
