Ofensa a la memoria de Alvarito
El 20 de abril de 2018 una bala de alto calibre disparada por un francotirador hirió de muerte a Álvaro Conrado, cuando el adolescente de 15 años llevaba dos botellas de agua a los jóvenes que protestaban contra el régimen Ortega Murillo en los predios de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).
Su frase “Me duele respirar” se convirtió en una de las principales consignas de las manifestaciones ciudadanas de ese año y su historia de niño mártir fue conocida internacionalmente. Sin embargo, simpatizantes del orteguismo no mostraron el mismo respeto hacia su memoria. Todo lo contrario.
El sábado 23 de noviembre de 2019, horas antes de la ceremonia en la que Conrado se habría graduado de secundaria de no haber sido por la violencia de la dictadura, aparecieron mantas y pintas en las cercanías y las paredes de la iglesia Santo Domingo. En ese templo, ubicado detrás del colegio Loyola, se llevó a cabo la graduación dedicada a la memoria de Alvarito.
“Los que te mataron están usándote”, “Tu sangre fue en vano”, decían los grafitis garabateados en la iglesia. “Tus asesinos hoy te rinden homenaje. Te usamos como carne de cañón”, se leía en una manta con la imagen del adolescente y el escudo de su colegio.
Ese mismo día patrullas de la Policía circularon por la zona y durante la entrega de diplomas dos padres de familia sacaron una bandera rojinegra para gritar: “¡Daniel Ortega se queda!” Mientras duró la ceremonia, otro grupo de simpatizantes de la dictadura hizo sonar la canción conocida como “El comandante se queda” en grandes parlantes colocados en las afueras del templo.
A pesar de todo, la graduación no se detuvo y el padre jesuita Iñaki Zubarreta pronunció un discurso destacando la solidaridad de Alvarito Conrado.
Profanación de la misa de Cardenal
Uno de los actos de mayor salvajismo ejecutados por turbas orteguistas ocurrió durante la misa de cuerpo presente del sacerdote Ernesto Cardenal, poeta de gran reconocimiento internacional y antiguo revolucionario sandinista convertido en perseguido político de la dictadura Ortega Murillo.
La tarde del 3 de marzo de 2020 una horda de simpatizantes del régimen asistió a las honras fúnebres realizadas en la Catedral de Managua y se entregó a la tarea de profanar la misa, gritando insultos y consignas como “traidores”, “Judas”, “vendepatrias”, “no pudieron ni podrán”, “patria libre o morir”, “viva Sandino” y “viva Daniel”.
La misa fue presidida por el entonces nuncio apostólico Waldemar Stanisław Sommertag, el cardenal Leopoldo Brenes y el obispo Rolando Álvarez. “Aquí hay lugar para todos. Yo les pido, si quieren me pongo de rodillas. Esto no sirve a la memoria de este gran hombre”, solicitó el nuncio. En vano.
Al terminar la homilía, el féretro fue sacado por una puerta lateral y la horda arremetió con violencia contra hombres y mujeres de prensa, golpeándolos y robándoles sus equipos de trabajo. Al menos cinco reporteros resultaron con lesiones: Leonor Álvarez, Hans Lawrence Ramírez, Arnaldo Arita, David Quintana y Mario Medrano. A consecuencia de la brutal golpiza, Ramírez terminó hospitalizado, vomitando sangre y con secuelas que lo afectarían por años.
Entre la turba se identificó a tres concejales sandinistas de la Alcaldía de Managua: Omar Saavedra, Jairo Ramos Tablada e Ileana del Carmen Hernández, quienes habrían reclutado a los fanáticos orteguistas en los barrios de la capital.
Todo esto ocurrió durante los tres días de duelo decretados por el régimen Ortega Murillo tras el fallecimiento del poeta, ocurrido el 1 de marzo, cuando Cardenal tenía 95 años.
Piedras y botellas en la Catedral de León
Sandor Dolmus tenía 15 años, era monaguillo de la Catedral de León y admirador de monseñor Silvio Báez. Su vida terminó el jueves 14 de junio de 2018, cuando un balazo certero, salido del arma de un paramilitar orteguista, le perforó el pecho a unos metros de la puerta de su casa, en el barrio San Juan. Esa misma tarde falleció en el Hospital Escuela Oscar Danilo Rosales (Heodra), donde los médicos dijeron que no habían podido hacer nada.
Un año después, el sábado 15 de junio de 2019, en la Catedral de León se realizó la misa por el primer aniversario del asesinato del adolescente, presidida por el obispo Bosco Vivas (q.e.p.d.) y programada para las 3:00 de esa tarde.
Familiares de Dolmus, feligreses, ciudadanos autoconvocados y exreos políticos asistieron pacíficamente al templo, pero el ambiente estuvo tenso desde el inicio, pues simpatizantes de la dictadura instalaron una tarima justo en el atrio, con parlantes que reproducían propaganda del Frente Sandinista.
Más tarde, al finalizar la misa, el hostigamiento aumentó y en el interior del templo empezaron a rebotar piedras grandes y botellas de vidrio arrojadas desde la calle. “¡Daniel, amigo, el pueblo está contigo!”, gritaban algunos fanáticos de la dictadura apostados en las entradas.
La gente se resguardó en la Catedral, cuyas puertas fueron cerradas. Momentos después llegó Fidel Domínguez, jefe policial de León, para culpar a los feligreses de haber iniciado los ataques y ofrecerles protección si desalojaban la Catedral. Como nadie confiaba en la promesa del policía, el obispo Vivas se ofreció a acompañar a los presentes, de grupo en grupo, hasta que estuvieran en un lugar seguro.
Sin embargo, a medio camino el religioso regresó al templo y la turba atacó con palos y puños a los ciudadanos indefensos. Al menos una decena de personas resultaron con lesiones ese día y a muchas les robaron sus pertenencias.
Asedio a la Divina Misericordia
Entre la tarde del viernes 13 y la madrugada del sábado 14 de julio de 2018 estudiantes de la UNAN-Managua recibieron un brutal ataque por parte de paramilitares, en el marco de la represión de la dictadura a las protestas ciudadanas.
El fuego duró más de 18 horas e inició en el recinto universitario para luego trasladarse a la vecina iglesia Divina Misericordia, donde alrededor de 200 personas refugiadas resistieron un asedio de 15 horas. Dos estudiantes murieron tras recibir disparos en la cabeza: Gerald Vásquez, de 20 años, y Francisco José Flores, de 21.
Un año después una caravana de patrullas policiales se instaló frente al templo para intimidar a las personas que asistieron a la misa en memoria de los jóvenes asesinados. Sin embargo, no lograron su cometido.
Hubo lleno total. Familiares de las víctimas del régimen, incluida la madre de Gerald, estudiantes que habían estado atrincherados, feligreses y ciudadanos autoconvocados alzaron fotografías y banderas azul blanco, cantaron el Himno Nacional y gritaron: “Viva Nicaragua libre”, “democracia sí, dictadura no”, “libertad” y “eran estudiantes, no eran delincuentes”.
Patrullas en Carazo
El lunes 8 de julio de 2019 pobladores de Carazo recordaron en una misa a las víctimas de la llamada “operación limpieza” ejecutada en 2018 por fuerzas paramilitares de la dictadura en ese departamento. La misa se realizó en la iglesia San Antonio, de Jinotepe, y fue asediada por antimotines y agentes de la Policía.
Organismos de derechos humanos reportaron al menos 20 víctimas mortales del ataque a los ciudadanos que mantenían tranques en Jinotepe, Diriamba y Dolores.
A la misa asistió la madre de Josué Mojica, uno de los jóvenes asesinados el 8 de julio de 2018. “Extraño todo, todo de él, porque como les dije fueron nuestras vidas las que nos quitaron. Siento que fue hoy mismo que sucedió esto, para mí no pasa el tiempo y quiero justicia, porque nosotras las madres no tenemos paz hasta que se haga justicia”, dijo.
“Sapos”, “viva Nicaragua” y “asesinos” fueron algunas de las frases expresadas por ciudadanos en protesta por la presencia policial.