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La tecnología no debe ser la niñera

La tecnología nos debe hacer los mandados. Esa frase me marcó para comprender el camino que como profesional, docente, estudiante debía seguir en el uso de dispositivos tecnológicos y empecé a estructurar una serie de talleres que brindé a estudiantes y padres de familia para introducir a un ser humano en el mundo tecnológico paso a paso. Y antes de empezar quiero remarcar: la tecnología no debe ser la niñera. Una mala niñera marca la infancia y es tal cual un tatuaje, muy difícil de borrar. Dicho esto, empecemos.

Dicen que los bebés en el vientre pueden escuchar y no hablo de ponerle música clásica. Hablo de escuchar la voz de sus seres amados. Si la prisa, la distancia no hace posible esto podemos ver el primer uso de la tecnología, mover la voz de quienes amamos. Si algo adoro es escuchar a mis sobrinos decir: “Alexa llama a mi tía Arlen”.

Cuando los bebés empiezan a conocer el mundo no deben de conocerlo por una pantalla. Yo no recomiendo que menores de 3 años tengan acceso directo a dispositivos tecnológicos como celulares o tabletas. Aprender las primeras letras, conocer los colores, los animales, puede ser una tarea más divertida con un dispositivo como una tableta, no un celular, por el tamaño de la pantalla y siempre con supervisión de contenidos. Los niños y niñas pueden en este momento entre los 3 y 5 años empezar a cuestionar. Lo recomendable en este sentido es descargar contenido y verlos con los menores.

Al crecer, hablo de 5 a 9 años, es importante que llevemos a los nuevos consumidores de tecnología a que analicen lo que consumen. Por ejemplo, qué nos enseña una película. Me gustó hace poco un análisis de la película Encanto de Disney, más allá de cantar “no se habla de Bruno”. Nada más lindo de ver una película con un niño o niña que analiza lo que ve.

En uno de los talleres un padre de familia me dijo que yo no comprendía que él necesitaba localizar a su hijo en la escuela. Mi respuesta fue “si su hijo está en la escuela, sabe dónde está” y si se trata de ubicarlo en un punto se le dice antes de dejarlo. Luego me argumentó “la emergencia” y le respondí que una emergencia podía resolverse con uno de esos relojes “chicleritos” que usan tarjetas sim y sirven para hacer llamadas y sms. No es necesario un celular con Whatsapp.

Finalmente, recordemos que al entrar en una red social esta recomienda la edad mínima y por lo general el usuario debe tener más de 13 años. Entonces por qué darle un celular con internet antes de esa edad. A los 13 sí ya pueden los menores tener acceso a la red pues se supone que ya pudimos educarlos en el uso de la misma. No es para pasar el tiempo. Preguntémonos ¿qué mandado resolvemos con eso? A esa edad se debe supervisar los contenidos que ven, con los mayores y por su cuenta y recordarles que en el mundo virtual hay riesgos.

Cuando conectas a un ser humano a la red es como llevarlo a un mercado. Puedes encontrar gente vendiendo, comprando, gente buena y mala. A los papás siempre les digo si dejarían a sus hijos menores de edad solos en el mercado Oriental y que piensen que exponen a sus hijos al dejarlos navegar en la red sin la preparación necesaria. En esta etapa ya podemos ir trabajando con ellos la creación de contenidos, de forma educativa y responsable.

 A los alumnos de secundaria los hice reflexionar con videos de dos niños que jugaban y al que perdía le daban un chancletazo, las risas no se hicieron esperar y les pregunté que si habrían compartido ese video si les tocara ser el perdedor. La respuesta del no, va seguida de contenidos que creo aportan más a temas como la equidad de género y la libertad de expresión.

Los talleres profundizan en cada etapa del desarrollo, pero siempre lo fundamental es recordar que la tecnología no es una niñera, no es darle a un menor un dispositivo para que “no moleste”. Lo importante es que vayan aprendiendo a ver en la tecnología herramientas que les faciliten la vida. Llegará un punto en que serán un adulto capaz de hacer gestiones bancarias sin ir al banco, buscar información, llevar una agenda, sostener reuniones, organizar recetas de cocina, en fin, de llevar tareas de la vida física a la vida digital. Y finalmente podrán conectarse con los parientes que se encuentran lejos, podrán encontrar usos educativos, prácticos y provechosos para lo que hoy conocemos y lo que vendrá.

La autora es licenciada en Ciencias de la Comunicación.

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