14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Turistas toman fotos de la “la boca del infierno”. (Foto AFP)

Datos curiosos del volcán Masaya, la “puerta al infierno”

Sacrificios humanos, tragedias modernas, grandes hazañas y erupciones son parte de la historia del Masaya. En la antigüedad despertó terror y ambiciones, hoy se encuentra bajo vigilancia por el riesgo de una nueva explosión.

El primero. Fue el primer volcán descrito en español en América, luego de la conquista española. “En esta provincia de Masaya sale una boca de fuego muy grande que jamás deja de arder y de noche parece que toca el cielo del grande fuego que es y se ven 15 leguas como de día”, lo describió en 1524 el explorador Francisco Hernández de Córdoba a su jefe, Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla de Oro, hoy Panamá. 

Infierno. En el pasado el burbujeante lago de lava del Masaya despertó muchas especulaciones. El fraile Francisco de Bobadilla estaba convencido de que se trataba de “La Boca del Infierno” y trató de exorcizar el volcán colocando una cruz de madera en la cima del cráter.  Hoy día hay una reproducción moderna conocida como Cruz de Bobadilla, que le da nombre al mirador del coloso. Su apariencia “diabólica” y actual título de “Puerta al Infierno” han convertido al Masaya en un famoso destino turístico para nacionales y extranjeros. 

Penitencia. En la época de la Colonia, existía una penitencia particular. Los pecados mayores se expiaban ascendiendo hasta la boca del Masaya y mirando hacia lo que entonces se creía era el “fuego eterno”. Así debían permanecer los penitentes hasta que sus ojos y sus pulmones ya no soportaran los gases del volcán. “No creo que haya hombre que acordándose que hay infierno, aquello vea y no tema o se arrepienta de sus culpas”, escribió el cronista Gonzalo Hernández de Oviedo.

Famoso. En 2011 el volcán Masaya dio un salto a la fama internacional a través del canal History. Fue uno de los protagonistas del documental Puertas del Infierno, donde se exploraron seis lugares del planeta que comparten esa fama. 

Sacrificios humanos. En el Masaya hubo sacrificios humanos. “Siglos atrás, niños y jóvenes fueron arrojados al magma incandescente en el nombre de días mejores. La lava consumió sus cuerpos y ahogó sus gritos en segundos”, asegura el reportaje Mitos, leyendas y verdades del volcán Masaya, publicado en LA PRENSA en septiembre de 2016. Se creía en la antigüedad que el coloso era habitado por una bruja de senos flácidos que emergía de sus entrañas y pronosticaba asuntos de importancia, como erupciones, sequías y temblores. A veces, según el cronista Oviedo, la hechicera aparecía en forma de torbellino y la única forma de apaciguar su furia era lanzando niños y doncellas a la lava. 

Oro. En 1538 el fraile Blas del Castillo descendió al cráter con la idea de que aquel lago incandescente era oro puro en estado líquido. Oviedo narra esa aventura en sus crónicas. El padre bajó tres veces, resguardado por muchos metros de cuerdas sostenidas por decenas de indígenas. Fue así que descubrió lo que hoy es obvio: la luz rojiza al fondo del volcán no era un bien que se pudiese tomar para repartir entre los pobres. 

Atracción. En 1979 el volcán Masaya se convirtió en el primer Parque Nacional del país. El parque comprende un área de 54 kilómetros cuadrados que contiene cinco cráteres: Santiago, San Juan, San Pedro, Nindirí y San Fernando. En la actualidad el cráter Santiago es el único activo. Mide 500 metros de diámetro y 300 metros de profundidad. 

Bomba y basurero. En 1946, durante la reactivación cíclica natural del lago de lava, Anastasio Somoza García pensó enterrar el cráter Santiago con una bomba atómica, pero el vulcanólogo Ray Wilcox lo convenció de que la operación sería inútil y demasiado arriesgada. Muchos años después el entonces alcalde de Managua, Herty Lewites, tuvo la idea de utilizar el volcán como vertedero de la basura producida en la capital. Afortunadamente la idea fue descartada. 

Lava. A las erupciones del Masaya se les denomina efusivas o hawaianas. En este tipo de erupción la lava asciende hasta llenar el cráter y se derrama por una o varias de las laderas del volcán, dependiendo de la geografía del coloso. La lava puede viajar varios kilómetros, rápidamente, hasta endurecerse. La más grande erupción del Masaya, de la que se tenga registro, es la que inició a las 9:00 de la mañana del 16 de marzo de 1772 y duró nueve días. Luego de un fuerte temblor, en la ladera norte del volcán se abrió una grieta por la que brotó un río de lava proveniente del cráter San Fernando. El río se dividió en dos, una parte llegó a la laguna de Masaya y la otra avanzó con dirección al lago de Managua, deteniéndose cerca de lo que hoy conocemos como Sabana Grande. 

Doble tragedia. El sábado 18 de septiembre de 2010 José René Morales Guzmán, de 32 años, presuntamente se arrojó a la boca del Masaya para quitarse la vida. Los hechos que rodearon su desaparición fueron bastante extraños, por lo que su familia aseguró que se trataba de un asesinato. Mientras un grupo de rescatistas buscaba su cuerpo, tres primos de Morales se resguardaron en una caseta del mirador del volcán, donde los impactó un rayo. El más afectado fue Manuel Salvador López Guzmán, de 28 años, quien falleció días después, el 29 de septiembre, en el Hospital Lenín Fonseca. Ese mismo día los bomberos suspendieron la búsqueda del cuerpo de Morales. 

Osadía. Numerosos investigadores han visitado el cráter Santiago, incluido Sam Cossman, reconocido explorador y cineasta quien en 2016 realizó varios descensos al lago de lava. Cuatro años después, en marzo de 2020, el equilibrista estadounidense Nik Wallenda cruzó el volcán caminando sobre un cable de acero con el grosor de una moneda de 10 centímetros. La osada caminata duró treinta minutos y culminó con éxito, pese a que los vientos sobre el Masaya “fueron mucho mayores que el Gran Cañón”, en palabras de Wallenda, quien utilizó lentes y máscara para protegerse de los gases volcánicos. 

Peligro. Desde hace más de un mes el cráter Santiago ha presentado “pequeños derrumbes” que han cubierto el lago de lava, según reportes del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter). El Masaya vive un proceso de “desgasificación” y también es posible que el nivel del lago haya disminuido, como ya ha sucedido en el pasado. Por el momento, el volcán permanece bajo observación y, según el vulcanólogo Gino González, no se descarta el peligro de que se dé “una obstrucción por deslizamientos y esto provoque una explosión”. En otros años este volcán tan activo ya ha presentado explosiones que pueden llegar hasta el mirador. 

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí