Aunque ningún organismo ha pronosticado un crecimiento para Nicaragua de más de 4 por ciento para este año y el año pasado, el régimen de Daniel Ortega estimó que la economía podría expandirse hasta 4.5 por ciento al finalizar el periodo, según una actualización del Banco Central. En el 2023, el Gobierno cree que el crecimiento pudo haber llegado hasta 5 por ciento.
“Dado los mejores resultados al segundo semestre de 2023, el BCN está proyectando que el crecimiento económico del 2023 se ubique en un rango de entre 4.0 y 5.0 por ciento y que en 2024 se sitúe en un rango de entre 3.5 y 4.5 por ciento”, indica el máximo emisor bancario en su reporte de Política monetaria y cambiaria correspondiente a enero.
Pero los pronósticos de los organismos internacionales, que luego adoptan la cifra oficial al cierre del año, no va por esa línea. Todos, incluido el Fondo Monetario Internacional, han señalado que Nicaragua se encamina a un largo periodo de crecimiento bajo, no alcanzando incluso los niveles previos a la crisis sociopolítica del 2018.
BM proyecta crecimiento menor
“En 2024 y a medio plazo, se prevé que el PIB real aumente alrededor del 3.5 por ciento, respaldado principalmente por el consumo privado, por debajo de los promedios históricos (2000-17) del 3.9 por ciento, dada la cautelosa recuperación de la inversión, el limitado nuevo financiamiento oficial aprobado y la menor contribución de la mano de obra al crecimiento debido a la reciente emigración”, dijo el Fondo en su último reporte del artículo IV realizado a Nicaragua.
Por su parte, el Banco Mundial, en una actualización de sus proyecciones mundiales en enero, prevé que el PIB de Nicaragua en los próximos dos años no supere el 3.5 por ciento de crecimiento, que sería la mejor tasa desde el 2021, cuando un año después de la pandemia, fue de 10.3 por ciento.
En tanto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe estimó en su actualización del tercer trimestre del año pasado, que el crecimiento de Nicaragua para este año sería uno de los más bajos del hemisferio, con un 2.9 por ciento.
En junio del año pasado, The Economist Intelligence Unit (EIU), de la prestigiosa editorial británica The Economist, advirtió que Ortega seguirá en el poder, pero descansará sobre una economía con crecimiento mediocre. “Varias de estas tendencias perdurarán en 2024-2027, manteniendo el crecimiento en un promedio mediocre del 2 por ciento anual”. En su informe, mencionan que este año el PIB se expandirá 1.2 por ciento, el próximo año 2.2 por ciento, en el 2025 y 2026 crecerá 1.9 por ciento cada uno de esos años, y en el 2027 aumentará 2 por ciento.
Sobre el empleo y la inflación
Y es que las perspectivas de crecimiento económico de Nicaragua están empañadas por “los conflictos políticos recurrentes y la escasa confianza en el Estado de derecho”, esto “a pesar de las oportunidades lucrativas en minería, energía y manufactura. Por lo tanto, Nicaragua seguirá siendo uno de los países más pobres de América Central”.
El Banco Central centra sus expectativas de crecimiento para este año en la evolución que la economía mostró en la segunda mitad del año pasado. “Así, hacia finales de 2023, la economía nicaragüense ha logrado consolidarse en una senda de crecimiento sostenido, registrando una expansión impulsada por el buen desempeño de la mayoría de los sectores económicos y la demanda interna, al tiempo que la tasa de ocupación permanece estable y la inflación se reduce”.
El Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) de noviembre de 2023 muestra que la actividad económica creció 4.7 por ciento en términos acumulados, impulsada principalmente por hoteles y restaurantes, explotación de minas y canteras, energía y agua, comercio, intermediación financiera y construcción.
Lo que sí admite el Gobierno es que pese a que espera una tasa de crecimiento moderada, la generación de empleo seguirá estancada y las alzas de precios continuarán, pero también a menos ritmo que los últimos dos años.
La inflación y otros indicadores
Al respecto, la inflación para 2024 se espera converja a un rango de entre 3 y 4 por ciento. La meta inflacionaria está sustentada “en un marco de política fiscal, monetaria y cambiaria adecuado, con las políticas de subsidio del Gobierno para contener el incremento del costo de vida de la población y el establecimiento de la tasa de deslizamiento cambiario de cero por ciento para este año. Si bien los pronósticos para 2024 son positivos, estos se encuentran condicionados a la continuidad en la disminución de las presiones de precios internacionales y a las perspectivas de un buen ciclo de producción agropecuaria”.
Mientras que en el mercado del trabajo se prevé una tasa de desempleo de entre 3 y 3.5 por ciento. Por el lado del sector externo se espera que la balanza de pagos presente un superávit de cuenta corriente de entre 4.5 y 5.5 por ciento del PIB para 2023 y de entre 3 y 4 por ciento del PIB para 2024, precisa.
En cuanto a la tasa de acceso al córdoba para el Sistema Financiero nacional, el Banco Central dice que espera mantenerla a su nivel actual, de 7 por ciento, siendo una de las más altas de los últimos años. “En lo relativo a la TRM (Tasa de referencia monetaria), el BCN prevé que se mantenga invariable en 7.0 por ciento en el corto plazo, mientras esta siga contribuyendo a la estabilidad del crecimiento económico, el empleo y los precios, y que facilite la intermediación financiera. No obstante, el BCN podrá realizar ajustes a la TRM en correspondencia con las condiciones internacionales y las condiciones monetarias y financieras internas”, indicó.
Las tasas de interés
Y pese a que el acceso al córdoba está encarecido, el BCN dice que “la política de tasas de interés del BCN, junto con el resto de sus instrumentos monetarios, continuará enfocada en favorecer la intermediación financiera y la movilización del crédito, con el propósito de apoyar el crecimiento económico”.
Entre los riesgos, el Banco Central menciona “la materialización de choques por conflictos geopolíticos que deriven en aumentos en los precios del petróleo y los alimentos, generando presiones sobre los precios domésticos, y los efectos del endurecimiento de la política monetaria global para contener una inflación más persistente, lo que pudiera desacelerar aún más la dinámica de producción mundial y afectar las exportaciones”.
A nivel interno, “persisten los riesgos relacionados con los eventos climáticos, que pueden incidir sobre la evolución de variables macroeconómicas”.