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Baena Soares en momentos cruciales de la historia reciente de Nicaragua

Este miércoles 7 de junio murió el eminente diplomático brasileño Joao Clemente Baena Soares, quien fuera secretario general de la OEA en el decenio de 1984 a 1994.

Baena Soares estuvo presente y dejó su huella en acontecimientos cruciales de la convulsa historia política moderna de Nicaragua. Primero como mediador y testigo de los Acuerdos de Sapoá entre el régimen sandinista y el ejército contrarrevolucionario, para poner fin a la guerra civil que desangraba a la nación y amenazaba la estabilidad regional. Y después como observador principal en las elecciones de febrero de 1990 y propiciador de los acuerdos para la transición del régimen autoritario sandinista al gobierno democrático de  doña Violeta Barrios de Chamorro.

El 21 de marzo de 1988 las representaciones del más alto nivel del gobierno sandinista y la dirigencia de los rebeldes armados se juntaron en la localidad de Sapoá para negociar el fin de una guerra que ninguno de los dos bandos podía ganar. La Unión Soviética y Estados Unidos se pusieron de acuerdo para no seguir apoyando a sandinistas y contras dejando a cada uno sin posibilidad de vencer al otro.

El cardenal Miguel Obando y el secretario general de la OEA, Joao Baena Soares, fueron los mediadores de las negociaciones y testigos de la firma de los Acuerdos de Sapoá, al final del día 23 de marzo, tras dos jornadas de intensas negociaciones.  

Pero Sapoá solo era el comienzo. La guerra siguió aunque con menos intensidad. Para ponerle fin definitivamente a la contienda armada el régimen sandinista tenía que celebrar elecciones libres, competitivas y con garantías supervisadas por una amplia observación electoral internacional.

Después de que la Unión Nacional Opositora (UNO) y su candidata presidencial doña Violeta Barrios de Chamorro ganaron las elecciones del 25 de febrero de 1990, se creó una situación extremadamente tensa en el país. Los sandinistas creían ciegamente que ganarían las elecciones y al perderlas una parte de su dirigencia no estaba dispuesta a reconocer la victoria de la UNO y doña Violeta. “El poder que ganamos con las armas no lo vamos a entregar en las urnas”, decían desafiantes.

Para evitar que Nicaragua se hundiera en el caos, Baena Soares se reunió con Antonio Lacayo en representación de la presidenta democrática electa, y Humberto Ortega en nombre del gobierno sandinista. Ellos  elaboraron un “Protocolo para la Transferencia del Mando Presidencial del Gobierno de Nicaragua”, que fue conocido como “protocolo de transición”.

Los sandinistas armados hasta los dientes le arrancaron concesiones muy importantes al frágil y desarmado gobierno democrático electo. Pero era necesario aquel sacrificio para abrir el camino a la paz, la reconciliación nacional, la reconstrucción de la economía y el establecimiento de un sistema de gobierno basado en la libertad, la democracia, el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos de todos los nicaragüenses.

Los extremistas de ambos lados, sandinistas y antisandinistas, maldicen aquellos acuerdos de transición propiciados por el secretario general de la OEA, Joao Baena Soares. Pero sin ellos no hubiera sido posible que al menos durante 16 años hubiera una democracia en Nicaragua, no como la de Suecia, Uruguay o Costa Rica, sino la que era posible en este atrasado y confundido país tercermundista. Una democracia defectuosa, frágil e incierta, pero que muchos quisieran poder disfrutarla ahora.  

COMENTARIOS

  1. Hace 11 meses

    Existen unas declaraciones del guardia piricuaco Javier Carrión McDonough aparecidas en el internet hace muchos años de que cuando el Congreso de los EE.UU. le cortó la ayuda a la Resistencia el ejército piricuaco estaba a punto de perder la guerra. Es decir si el Congreso estadounidense hubiera liberado la ayuda financiera a la Resistencia por un año más toda la dirección nacional del criminal Frente Sandinista hubiera terminado en la carcel.

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