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El hambre del dragón chino

El economista, académico y escritor argentino Alberto Benegas Linch ha publicado en el medio electrónico internacional PanaAmPost un artículo sobre la expansión económica y política de China en las regiones periféricas del planeta, particularmente en la América Latina, que amenaza la existencia del frágil sistema democrático que hasta ahora ha existido allí.

El tema interesa en Nicaragua, que  desde hace algún tiempo se viene distanciando del ámbito político democrático de Estados Unidos y Europa, e identificándose con los sistemas autoritarios de los nuevos imperialismos de China y Rusia.

Benegas Linch menciona las dos principales apreciaciones que hay sobre las perspectivas de China, las cuales  difieren fundamentalmente.

Una es planteada por el diplomático español Eugenio Bregolat, exembajador de España en China, en su libro La segunda revolución china. Bregolat sostiene que el desarrollo económico de China, impulsado por las reformas de tipo capitalista, así como los islotes de libertad que han conducido al enriquecimiento de algunos —pero también a que mucha gente haya salido de su histórica situación de pobreza—, “generarán nuevas exigencias de más libertad hasta derrumbar y finiquitar la larga noche totalitaria”. Es sin duda una visión optimista del futuro de China.

La otra apreciación, opuesta y pesimista —o mejor dicho realista— es la del periodista y escritor francés Guy Sorman quien en su libro China, el imperio de las mentiras, opina que el totalitarismo chino “se irá fortaleciendo y consolidando con el tiempo”.

La realidad histórica da la razón a Sorman. El proceso de reformas económicas que crearon las nuevas relaciones de producción capitalistas en China comenzó en 1970, propuesto e impulsado por Deng Xiaoping, quien sustituyó a  Mao Zedong en el poder después de la muerte del histórico caudillo comunista. Desde entonces han transcurrido 53 años, pero el régimen político totalitario impuesto en 1949 sigue  vigente e imperturbable.

El  único sobresalto fue en 1989 cuando los estudiantes salieron a las calles de Pekín (ahora Beijing) para pedir pacíficamente que las reformas económicas fueran complementadas con libertades y derechos políticos. El régimen comunista no vaciló en masacrarlos masivamente en la Plaza de Tiananmen y desde entonces la dictadura totalitaria solo se ha fortalecido.

Ahora, apoyado en el gran potencial económico logrado gracias a las reformas de tipo capitalista, el régimen de China se expande por todo el mundo y, aliado con la Rusia autocrática de Putin, trata de imponer una nueva hegemonía mundial desplazando a Estados Unidos y Europa, y con el plan de arrasar las libertades y derechos del mundo occidental.  

En este sentido Alberto Benegas Linch menciona también el libro El hambre del dragón. El plan de China para comerse el mundo, del autor argentino Agustín M. Barletii, quien advierte sobre “la grave amenaza china de comprar tierras en distintas naciones a efectos de expandir” su sistema económico, político y social. Aparte de las 2,700 empresas chinas que ya hay en América Latina y el Caribe, todas estatales que dependen directamente del Partido Comunista Chino.

Está claro que la hegemonía de Estados Unidos en América Latina y el Caribe no ha sido algo  ideal para los pueblos de esta región. Pero al menos ha estado acompañada en lo básico por un sistema político de libertades individuales, derechos humanos y  Estado de derecho. Un sistema que la nueva hegemonía de China —articulada con Rusia e Irán— haría desaparecer. Que de hecho ya lo está haciendo.

COMENTARIOS

  1. Hace 10 meses

    Son depredadores.

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