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José Noel Talavera Arauz, productor de café especial y exreo político desterrado.

La historia de un productor que pasó de cultivar café especial en Dipilto al destierro en EE. UU.

En medio de la nostalgia por la separación de su familia, no pierde la esperanza de que Nicaragua retome la ruta de la democracia para volver y retomar la producción de café en su finca

En junio de 2006 un pequeño productor de café especial que era dueño de una pequeña finca de tres manzanas, hizo historia al ganar el primer lugar del concurso la Taza de la Excelencia. Con ese triunfo José Noel Talavera Aráuz concretó el sueño de ser reconocido como un productor de café especial, oficio que nunca planeó abandonar. Sin embargo, 17 años después se encuentra desterrado en Pensilvania, separado de su familia, sin nacionalidad, con su título de abogado anulado, y sobreviviendo de la generosidad de una familia que cubre sus necesidades básicas.

José Noel es uno de los 222 presos políticos que el régimen Ortega Murillo desterró el pasado 9 de febrero y posteriormente los despojó de su nacionalidad. También es parte del grupo de cerca de treinta abogados a los que les anularon sus títulos universitarios.

Actualmente José Noel extraña a su esposa y a sus siete hijos, cuatro de su matrimonio actual y tres de una relación anterior. Pero también añora su trabajo diario en su pequeña finca ubicada en la montaña El Oso, de Dipilto, a 1,580 metros sobre el nivel del mar.

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La radio le enseñó a producir el mejor café

“Esa era mi vida, estar allí con mi esposa trabajando, cuidando la plantación… La finca tiene un clima agradable y allí producía café de excelente calidad, ganador del primer lugar de la Taza de la Excelencia en 2006 como el mejor café de Nicaragua y en 2009 entre los mejores veinte del país”, recuerda Talavera y a la vez expresa su temor de que le confisquen su finca que es producto del trabajo de toda su vida.

A Talavera le está costando mucho enfrentar su destierro en Estados Unidos, y al desconocimiento del país, el idioma, costumbres y comida del lugar que lo acogió, se suma la nostalgia por la separación de sus seres queridos, pero también añora su rutina de trabajo. Su incursión en la caficultura fue en los años 90, después de abandonar las filas del Ejército al que ingresó al ser reclutado para realizar el Servicio Militar.

Él nació en Estelí en 1967, pero se casó con una segoviana y decidió establecerse en la zona de Dipilto. Admite que cuando adquirió la finca El Progreso y decidió incursionar en la caficultura no sabía nada de café. Sin embargo, se volvió un radioescucha fiel de la hondureña Radio América y a través de los programas Noticias del Café y Hablemos de Café aprendió todo lo necesario para producir uno de los mejores cafés del país.

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En 2006 el sacrificio rindió sus frutos

Tras más de una década levantándose con los primeros rayos del sol y caminado dos horas al día, una de ida y otra de regreso para trasladarse a Dipilto a cuidar con esmero cada árbol de café con la fe de que un día le permitirían ganar la Taza de la Excelencia, el esfuerzo rindió frutos. Un técnico de Cisa Exportadora que le brindaba asistencia técnica lo convenció de participar en el concurso y el sueño de ganar se concretó. Sus hijos que tenían años diciéndole que la tan soñada Taza nunca llegaría, vieron como su sueño se hizo realidad.

En la edición de 2006 su café obtuvo la mejor calificación del certamen y vendió el lote ganador de unos 26 quintales, a través de una subasta electrónica en la que consiguió 730 dólares por cada quintal. Es decir, 330 dólares por encima del precio promedio de venta de todos los participantes. “Fue una alegría tan grande, fue una locura cuando dijeron la finca El Progreso es el primer lugar, quedé en medio de grandes productores”, relata Talavera.

Talavera recuerda que en total recibió cerca de 20 mil dólares por el lote, pero al pagar los impuestos y otros gastos derivados del concurso le quedaron 14 mil dólares. Pero el presidente de una cooperativa a la que en ese momento pertenecía se aprovechó de su falta de experiencia y le robó la mitad del dinero.

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La producción de café le permitió estudiar Derecho

“Fue una alegría tan grande que ni supe que me estaban robando, yo en mi mente estaba tan contento que no me di cuenta. Fue hasta después que yo me enteré que realmente me robaron la mitad del cheque, es decir de los 14 mil dólares. Porque cuando llegamos a la oficina de la cooperativa me dijo ‘la mitad es de acá’ y yo le di los 7 mil y al final no fueron para la cooperativa sino para él”, recuerda con nostalgia.

Pero eso no enturbió su felicidad, ya que con los 7 mil dólares amplió su plantación de tres a cinco manzanas. Además, el premio también incluía los equipos necesarios para que instalara un beneficio húmedo en su finca y esto le ayudó a seguir mejorando la calidad de su producción, que en ese momento eran cincuenta quintales por manzana. También lo impulsó a seguir mejorando y en 2009 a volver a participar en el certamen. En esa edición su café quedó entre los veinte mejores del país y su vida, y la de su familia seguía mejorando.

“Las ganancias que generaba la finca nos permitieron a mi esposa y a mí estudiar en la universidad, los dos nos graduamos de abogados. También mis hijos pudieron ir a la universidad, el mayor que tiene 24 años, se graduó de licenciado en inglés, y el que tiene 20 años ya estaba en tercer año de la licenciatura en inglés, pero el año pasado tuvo que irse a Honduras y dejar la universidad”, señala Talavera.

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La roya casi acaba con su sueño

En 2014 la plaga de roya que afectó gran parte de los cafetales del país por poco acaba con sus sueños, sin embargo, gracias a su dedicación y empeño renovó su plantación y las cosas comenzaban a mejorar. Pero el activismo social y político que desarrolla desde hace varias décadas lo convirtieron en reo de la dictadura.

Según Talavera, tras salir del Ejército a inicios de los 90 se unió a la estructura política del Frente Sandinista donde desempeñó diversos cargos, incluidos algunos de elección popular en el gobierno municipal de Dipilto. Sin embargo, las “anomalías que observó durante el proceso electoral del 2006” lo obligaron a expresar su descontento y desde esa época es considerado un traidor entre las filas del oficialismo.

Luego incursionó en el Partido Liberal Independiente (PLI), pero tras la anulación de este se unió al Partido Liberal Constitucionalista (PLC). En 2017, su partido el PLC se unió al FSLN para destituirlo del cargo de presidente del Consejo Electoral Municipal (CEM) de Dipilto, en Nueva Segovia, después que denunciar que el Consejo Supremo Electoral (CSE) no procesaba cédulas de opositores y que estas se engavetaban en la oficina del FSLN en el municipio. Esto lo separó del partido y lo acercó al Instituto de Liderazgo de Las Segovias (ILLS).

Lo que la roya no logró lo hizo Ortega

Pero el activismo que desempeñaba desde el defenestrado Instituto de Liderazgo de Las Segovias (ILLS) en defensa de los derechos humanos y del medioambiente, lo comprometió con la lucha de abril y tras varios intentos de captura en noviembre de 2022 se sumó a lista de presos políticos. Tras más de cien días como prisionero político, en febrero pasado fue parte de los 222 reos desterrados y despojados de su nacionalidad.

Actualmente tiene 56 años de edad y su sueño es reunirse con sus hijos, de 24 y 20 años, que están en Honduras, y con su esposa y sus hijos de 14 y 7 años que no han logrado salir de Nicaragua porque todavía no les entregan sus pasaportes.

“Tampoco pierdo la esperanza de volver para retomar mi trabajo en la finca El Progreso, esta cosecha mi esposa la sacó, pero confío en que un día no muy lejano el sistema inhumano que actualmente tiene Nicaragua cambie y que retome el camino de la democracia para poder volver a mi país y retomar mi trabajo en mi finca”, dice Talavera, aunque no esconde su temor de que el régimen confisque El Progreso, donde se acumula el trabajo de toda su vida.

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