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Cruz Roja sin autonomía ni neutralidad

El régimen de Nicaragua decidió liquidar por medio de su asamblea legislativa, la autonomía de la Cruz Roja Nicaragüense y subordinarla al Estado, a través del Ministerio de Salud (Minsa).

De esa manera se pone fin a una larga historia de independencia, neutralidad y servicio indiscriminado de esta institución humanitaria que fue creada el 10 de enero de 1934 por decreto del entonces presidente de la República, Juan Bautista Sacasa; y en 1958 el gobierno del presidente Luis Somoza le otorgó la personería jurídica.

La razón principal que alega el régimen para justificar esta decisión es que durante la rebelión popular y las protestas sociales pacíficas de abril de 2018 la Cruz Roja Nicaragüense no fue neutral y apoyó a los ciudadanos rebeldes. O sea que, según el criterio gubernamental, la Cruz Roja debió hacer como el Minsa que negó a los heridos del bando rebelde y los lesionados por la represión de las marchas pacíficas, la atención médica que necesitaban. Muchas personas murieron por eso.

Pero si la Cruz Roja asistió a los rebeldes heridos de aquella histórica gesta nacional, y a los manifestantes pacíficos lesionados durante la represión, lo hizo en cumplimiento de su principio y mandato de neutralidad en los conflictos. La Cruz Roja estaba obligada  a prestar la atención de emergencia a todos los que la necesitaran, fuesen rebeldes o partidarios del régimen.

La neutralidad significa que “no es ni de uno ni de otro… que no toma partido entre ideas, personas o cosas en conflicto”. El concepto de neutralidad fue creado por el derecho internacional para determinar “la condición jurídica y militar de un Estado que se sitúa al margen de un conflicto armado entre otros Estados”.

Cabe decir, por cierto, que en la actualidad ese concepto de neutralidad se ha vuelto obsoleto, o desfasado, porque el ordenamiento internacional ya no reconoce el “derecho a la guerra” —la cual en sí misma es considerada un crimen contra la humanidad—, mucho menos cuando se trata de una guerra de agresión y anexión de territorio ajeno como es la de Rusia contra Ucrania.

Sin embargo, la neutralidad sigue siendo absolutamente válida y necesaria  para la Cruz Roja Internacional, que fue constituida en 1863 con el propósito de brindar ayuda humanitaria a las víctimas de la violencia armada y los conflictos en general, sin hacer distinción de ninguna clase. La Cruz Roja se constituyó como una institución independiente y neutral, porque solo así podía asistir a unos y otros de los bandos en conflicto.

Por esa misma razón la neutralidad es la regla constitutiva y funcional de todas —o casi todas— las filiales nacionales de la Cruz Roja Internacional. Lo cual vale también para la Media Luna Roja, como se llama esta institución humanitaria en los países de religión y cultura islámica, que no reconocen el concepto de la cruz.

No obstante, es posible que una sociedad nacional de la Cruz Roja sea  supeditada al Estado, como suele ocurrir en los países con dictaduras más o menos totalitarias, que dejan muy pocos espacios —o ninguno— para que instituciones e iniciativas ciudadanas funcionen con autonomía, imparcialidad y neutralidad.

También es importante considerar, como referencia, la particular afinidad del régimen de Nicaragua con el de China, donde apenas un año después de que los comunistas tomaron el poder, o sea en 1950, la Cruz Roja dejó de ser autónoma y neutral, y se sometió al control del gobierno, por cierto que con su ministro de Salud como presidente.

Además, era de esperarse que la Cruz Roja Nicaragüense fuese subordinada al Estado, a partir de que el 24 de marzo de 2022 fue expulsado el representante de la Cruz Roja Internacional en Managua, Thomas Ess. Dos semanas antes también el nuncio apostólico o embajador del Vaticano había corrido la misma suerte.

 La expulsión del representante de la Cruz Roja Internacional en Nicaragua causó extrañeza, porque una semana antes el régimen había condecorado con la Orden José de Marcoleta al representante de la Cruz Roja Internacional para México y Centroamérica, Jordi Raich, con sede en la capital mexicana, solo por haber terminado su misión.

Sin embargo, la expulsión del representante en Nicaragua de la Cruz Roja Internacional quedó clara cuando madres de presos políticos revelaron que él les daba información sobre el estado de sus deudos en la cárcel, lo mismo que hacía, aunque menos, el nuncio Waldemar Sommertag.

Ahora no pasará nada, a nuestro juicio, con la pérdida de autonomía y neutralidad de la Cruz Roja Nicaragüense. Quizás ni siquiera una protesta de la Cruz Roja Internacional.

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