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Migrantes rechazados y criminalizadas

Este jueves 11 de mayo expiró la disposición legal migratoria de Estados Unidos (EE.UU.) llamada Título 42, que por la pandemia de covid permitía a las autoridades expulsar sin mayores trámites a los migrantes que ingresaran al país de manera ilegal. Por el Título 42 dos millones y medio de migrantes fueron rechazados en la frontera de EE.UU. con México. Entre ellos muchos nicaragüenses que huían tanto de la represión política como de la falta de oportunidades para vivir con dignidad en su propio país.

      Ahora, ante el temor de que la finalización de la vigencia del Título 42 pudiera causar una caótica avalancha de migrantes en los estados fronterizos, la autoridad federal de EE.UU. puso en vigor este mismo día una nueva norma que restringe el acceso al asilo.

Se trata del Título 8, que según CNN en español es una norma que tiene décadas de antigüedad y ha sido puesta nuevamente en vigor. “Según esta normativa —explica CNN en español cuya señal está prohibida en Nicaragua—, los migrantes  enfrentarán consecuencias más graves por cruzar la frontera ilegalmente. Quienes crucen la frontera sin solicitar asilo primero, serán expulsadas ​​de acuerdo con el Título 8”.

Además, la Cámara de Representantes tiene programada la aprobación de una nueva normativa migratoria, según la cual no son “aptos” para solicitar asilo los migrantes que crucen la frontera de manera irregular, y que no hayan pedido protección en un tercer país durante su travesía hacia EE. UU.

Algunos días antes, las autoridades del estado de Texas —que es uno de los que recibe más presión de la migración  ilegal— anunciaron que van a criminalizar la migración ilegal. La propuesta incluye la creación de patrullas de ciudadanos que persigan y capturen a los migrantes, para no solo expulsarlos sino tenerlos presos e imponerles cuantiosas multas.

Lamentablemente, ciertas autoridades prefieren recurrir al garrote y la cárcel como “solución” al problema de la migración ilegal, de personas desesperadas que tratan de llegar a EE.UU. creyendo que es una tierra de promisión donde podrán hacer realidad sus mejores sueños.

Supuestamente no son muchos los migrantes que llegan o tratan de llegar a EE.UU. y Europa Occidental. Según la Organización Mundial de las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas, los migrantes representan apenas el 3.6 por ciento de la población total del mundo.

Pero se trata de varios millones de seres humanos que no van —ni les interesa ir— a países desarrollados con dictaduras, como Rusia y China. Estas dicen representar el futuro de la humanidad, que el Occidente democrático está al borde del colapso y que ellos los van a sustituir en la hegemonía mundial. Pero es a EE.UU. y Europa a donde los marginados de la Tierra tratan de llegar con la esperanza de construirse una vida mejor.

Como hemos dicho en otras ocasiones, aunque existe el derecho de emigrar no hay el de entrar libremente a cualquier otro país. Pero sí existe la ley universal de los derechos humanos fundamentales. Y si bien es cierto que la migración ilegal es un grave problema para las democracias desarrolladas de  EE.UU. y Europa, precisamente por eso, porque son democracias, tienen la obligación de buscarle soluciones humanitarias.

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