14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El pensamiento vivo del padre de la autonomía universitaria doctor Mariano Fiallos Gil

Encontrándonos en la época de apertura de cursos en las universidades me parece oportuno reproducir el pensamiento vivo del padre de la autonomía universitaria doctor Mariano Fiallos Gil.

Humanismo beligerante.

El pensamiento universitario de Mariano Fiallos Gil arranca de su preocupación por el hombre y lo humano.  Humanista del siglo XX y en el siglo XX, sostuvo que la simpatía por nuestros semejantes y el interés por su mejoramiento constituyen las bases prácticas del verdadero humanismo.  “El humanismo erudito, hecho en laboratorios y bibliotecas, sin el calor cordial por las cosas del prójimo, no es humanismo, sino cosa fría y sin alma, o conocimiento académico simplemente”. No es ese el humanismo que Mariano Fiallos profesaba. Él quería un humanismo “en medio de la plaza”, o sea una actitud, una manera de pensar y de vivir, que abarque a todo el género humano, fuera de todo aristocraticismo y de un posible encierro en una torre de marfil. Es así como llega a elaborar su concepto del humanismo beligerante, combatiente: “Que ha de enfrentarse al criterio de la ciencia deshumanizada, del Estado inhumano, de la democracia antihumana, o de cualquier tipo de valor, entidad o filosofía que quiera situarse más arriba del hombre y no bajo su servicio”.

Su concepto de universidad

Acorde con las raíces humanísticas de su pensamiento, su concepto de universidad es también humanístico, porque en la universidad, afirma, “lo esencial es el ser humano en sí y no la ciencia, la sociedad y el Estado”… “La Universidad es humanidad, es universalidad por cuanto es una institución que por su propio carácter tiende a la unidad del hombre”… “La Universidad es, por definición, universal, y en ella caben todas las tendencias y modos de ser.  Es por eso humanista por excelencia, y si combinamos el concepto que da su vocablo con el de libertad, tendremos una suma preciosa, ya que la libertad que busca la Universidad es la del espíritu”… Estas ideas se plasmaron en el lema universitario: A la libertad por la Universidad, que le era tan caro y que fue el distintivo de su gestión rectoral.

A los que recibieron con suspicacia el nuevo lema, el rector Fiallos les hizo ver su profundo sentido filosófico: la libertad del espíritu es la que produce la lucha contra la ignorancia. “El hombre libre es el que interpreta el mundo por sí mismo, por su propia razón, sin encargar a otro, por miedo o pereza, de este placentero y angustioso oficio”.  Deduce, entonces, que el principio de la educación universitaria debe ser la libertad. “¿De qué otra manera podríamos comenzar, sino intentando la liberación de la mente, precursora de toda otra liberación?”

Autonomía y responsabilidad

Consciente de lo que significa para la universidad esta nueva forma de manejarse, el rector Fiallos se apresuró a señalar que “al conseguir la autonomía, que es realizar y determinar nuestra vida por nuestra propia libertad, nos echamos un peso encima. Ya no podremos culpar a los gobiernos de nuestra ineficiencia ni pretextar que su intervención impide colocarnos en la órbita que merecemos”… “Nuestro deber ahora es no entretenernos y seguir adelante en afanes de altura”… “La autonomía no es solo el hecho de la propia administración en sus distintos aspectos; sino —y muy principalmente— el de la administración libre y voluntaria de los valores del espíritu.  Sin consignas ni dogmas”.

Universidad y sociedad

La vinculación de la universidad con la realidad y la problemática nicaragüense, fue otra de las grandes preocupaciones del rector Fiallos. En su opinión, la universidad se había quedado al margen, sin desempeñar el papel que le correspondía. “La Universidad, afirmaba en 1958, ha permanecido hasta ahora en sus claustros mientras la vida marchaba sin su concurso por las plazas públicas, sin poder impulsar el desarrollo de las ciencias, las letras y las artes, desterrar la ignorancia, revestir al ser iberoamericano de su categoría humana y darle orgullo, dignidad y consistencia”… La universidad había sido arrinconada, puesta fuera del escenario nacional, y fue entonces necesario volverla a poner en el lugar que le correspondía, como institución rectora del país.

La autonomía significó para él la base para lanzarse de lleno a la recuperación del tiempo perdido, del tiempo lastimosamente desperdiciado por “la indiferencia de los gobiernos y la animada adversión de los políticos y clases superiores de la sociedad”…

Tal situación debía cambiar necesariamente. Y a la universidad le correspondió dar el primer paso ampliando la anchura de sus puertas para que por ellas entrara  el pueblo, llevando hasta él su enseñanza y dejándose penetrar por sus problemas; “porque ya no es posible, nos decía el rector Fiallos, quedarse, como antes, entre los infolios. Ahora la historia pasa por debajo de nuestros balcones y reclama nuestra presencia. Tenemos que interpretar, además, el vago anhelo de nuestro pueblo y cristalizarlo… La Universidad tiene que salir al encuentro de los sucesos y no puede ser tan solo una “corporación” de estudiantes y profesores, sino que ha de estar yendo y viniendo del pueblo”… Este concepto de Fiallos Gil se adelantó varias décadas a lo que hoy día se considera de la naturaleza misma de la extensión universitaria: un camino de doble vía donde la universidad entrega su quehacer a la sociedad y, a la vez, se enriquece con la experiencia que le aporta la sociedad. Es decir, el rector Fiallos, enunció lo que ahora se denomina como “comunicación social” y no como simple extensión universitaria.

Universidad y política

Las relaciones entre la universidad y la política fue otro de los aspectos más estudiados por el magnífico rector. Su pensamiento, al respecto, fue siempre muy claro. En repetidas ocasiones afirmó su propósito de espantar de la universidad toda clase de politiquerías, tanto de arriba como de abajo, puesto que no es esa la razón de ser de la universidad. A quienes propugnaban por el activismo político dentro de los recintos universitarios el rector los detuvo valientemente diciéndoles: “¡No queremos aquí barricadas ni estatuas de políticos!” A quienes incitaban a los  estudiantes a lanzarse a la lucha callejera el rector advirtió: Señores, “¡ni servilismo, ni cerrilismo!”… El propósito fundamental era “sustituir los humores de la política militante por la ciencia y el estudio”.

Completando su pensamiento, el rector Fiallos agregaba: “Esta reserva no implica dar la espalda a los problemas políticos de altura; todo lo contrario, los obliga más para cuando les toque su hora. Porque esto de ser universitarios y de ser hombres, es cosa seria”… La universidad puede y debe discutir los problemas políticos; pero desde un punto de vista académico: “Hay que hablar, discutir y discutir sobre todas las ideas, sobre todas las doctrinas y sobre todas las ideologías, porque la Universidad es libertad de pensamiento y tal libertad es la única garantía del desarrollo de la cultura y de las cosas del espíritu”…

Libertad de cátedras

La libertad de cátedra e investigación hace referencia al método propio de la enseñanza universitaria. En el pensamiento del rector Fiallos está claro que la docencia universitaria no puede basarse en métodos metafísicos ni tampoco en las exageraciones del método pragmático.  “Debe fundarse en un orden moral racionalista antes que el autoritario o impositivo, porque se ha comprobado que este de nada sirve en la orientación de la conducta”.  Definitivamente opuesto al método escolástico, atribuye a éste la poca participación de Hispanoamérica en el desenvolvimiento de la ciencia. Para “dejar de ser mentalmente subdesarrollados”, el maestro aconseja seguir el método científico: “Es necesario acicatear a la juventud y a sus maestros para que abracen los métodos de la investigación científica, para lo cual todo hay que comprobarlo, volverlo a comprobar, dudarlo y no creerlo definitivo… El trabajo universitario debe ser metódico y real… Nada de escolasticismo,  que eso nos ha costado demasiado caro… Nada de pereza mental ni del sentarse a descansar hispánico, es necesario vivir inquietos, acosados por la búsqueda de la verdad, que es misión de la Universidad… El día en que la Universidad diga: Esto es definitivo, entonces estará liquidada. Significaría la paralización del conocimiento, la congelación del río heraclitiano… En materia científica no hay cosa juzgada”… 

El estudiante fue siempre motivo de la preocupación del gran educador que fue el rector Fiallos.  Afirmaba que el estudiante es el principal objetivo y la razón de ser de la universidad. El estudiante está así siempre en el primer plano de sus meditaciones. Como hombre superior, supo entender la natural agitación de la juventud y trató de explicársela a quienes se alarmaban por ella, considerándola contraria al progreso de la universidad. El rector Fiallos, con un gran sentido de comprensión por la juventud, llegó a decir que, por el contrario, la agitación estudiantil, cuando es puramente universitaria, cuando es inspirada por el deseo de mejorar la enseñanza y superior las arcaicas estructuras, “debe más bien regocijarnos, ya que significa vitalidad, vibración de un organismo que existe y que quiere navegar a velas desplegadas”…

Llegó así a su concepto de la universidad como una “pequeña-gran república de estudiantes y profesores en permanente estado de alerta para servicio y defensa del Hombre, para servicio de la democracia y nunca del despotismo, de ninguna clase de despotismo, ni material ni espiritual”.

Reforma universitaria.

No se limitó el rector Fiallos a orientar la vida autónoma de la universidad.  Sabía  él que la autonomía se había conquistado para transformar la universidad; y hacia la reforma de la vieja casa encaminó sus pasos. Tal reforma se traduciría en la creación de una base científica y humanística, común a todas las profesiones y actividades universitarias, mediante la introducción de los Estudios Generales. El contenido de la reforma lo concretó en las siguientes palabras: “Equilibrio de la enseñanza de las ciencias sociales y humanísticas con las ciencias naturales y las matemáticas; cambio de métodos y actitudes en el sentido de promover el estudio personal con profesores dedicados exclusivamente a enseñar, tanto teórica como prácticamente, con laboratorios, bibliotecas, clases-seminarios, etc.; integración de la enseñanza, dispersa por el aislamiento docente de las Facultades, cuya tendencia defectuosa ha sido el profesionalismo como solo instrumento para ganarse la vida y no como función social; formación de hábitos académicos de estudio e investigación en  los campos del conocimiento científico y humanístico, etc.  Instalación de departamentos de materias básicas comunes en el ramo profesional, servidos por personal  de alto nivel académico de dedicación exclusiva, jornada completa y convenientemente preparados en el exterior”.

Séame permitido, para concluir, evocar aquí algunos recuerdos de mi relación personal con el rector Fiallos Gil, y que nos descubren su profunda dimensión humana y sus cualidades de maestro y guía de la juventud. ¡Cómo olvidar, por ejemplo, sus clases de criminología y de filosofía del derecho, que eran como un oasis refrescante, en medio de un desierto desolador, pues nos brindaban el contacto con un intelectual de altos vuelos, liberal, pero abierto a las inquietudes sociales y que nos permitió entablar con él un diálogo estimulante e inspirador!. 

Consciente el magnífico rector de las limitaciones que a todo hombre impone el tiempo, en una oportunidad dijo:  “Tal vez la generación, a la cual pertenezco, pueda hacer muy poca cosa, pero queda el signo y la intención”. El signo y la intención.  He aquí su más valioso legado:  El signo, es el de la libertad, producto de la autonomía; esa libertad que debe ser inseparable de la Universidad, porque no se puede enseñar ni cultivar las ciencias, las letras y las artes sin libertad en todos los órdenes;  la intención, que es la voluntad, el propósito de luchar por el engrandecimiento de la universidad, de manera que llegue a ser, como soñaba el rector Fiallos, el orgullo de los nicaragüenses y la más alta expresión de nuestra cultura.

“Para nosotros los nicaragüenses, desprovistos de otros recursos, el orgullo no ha de cifrarse en la fuerza militar, política o económica; sino en las fuerzas mentales, del carácter, la hombría y la dignidad, que no pueden lograrse sino por la cultura y las que por sí solas pueden colocarnos en sitio de honor delante de los demás”.

En estos momentos que contemplamos una degradación del ejercicio del “oficio universitario”, recojamos el signo y la intención de su preciso legado y propongámonos ser siempre fieles a la esencia de la hermosa divisa que nos heredó: “A la libertad por la Universidad”.

El autor es educador y escritor. Fue rector universitario y ministro de Educación de Nicaragua.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí