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Opiniones diferentes 

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Libro 

En mi oficina del robado edificio de LA PRENSA quedó, entre otros muchos más, un libro muy querido por mí. Se trata del libro Grandes Entrevistas de la Historia, publicado en 1993 y el cual compila 61 entrevistas a los principales personajes que hicieron historia en el mundo entre 1859-1992. Políticos, artistas, científicos e intelectuales, entre otros. Desde Karl Marx hasta Adolf Hitler; desde John Lennon hasta Al Capone, para que se den una idea de los personajes entrevistados. 

Entrevistas 

Quienes me conocen saben que la entrevista es un género que me apasiona desde que comencé en el periodismo. Cuando entrevisto a alguien siento que soy el representante de las personas que me van a leer y, por tanto, tengo la obligación de hacer las preguntas que ellos quisieran hacerle al personaje que tengo al frente. De hecho, durante unos 20 años, tal vez más, he estado a cargo de la Entrevista de Domingo del Diario LA PRENSA, muchas de las cuales las he hecho personalmente, y publiqué un libro de entrevistas (Secretos de Confesión). En este libro encontrarán desde Daniel Ortega hasta Pablo Antonio Cuadra, o desde Alexis Argüello hasta Arnoldo Alemán. 

Buenos y malos  

El punto al que quiero llegar es que un periódico no puede ser visto como “una tribuna de honor” donde salen solo los personajes con los que me identifico moral o políticamente. O donde se publican las opiniones que son iguales o parecidas a las mías. La obligación de un medio o, en mi caso, de un periodista, considero que es exponer diferentes criterios o informaciones, y que sea el lector quien decida si está de acuerdo o no con esa opinión, o si esa información le servirá o no para tomar decisiones en su vida. O si ignora, que también es una herramienta válida de selección. 

Propaganda 

Ahora bien, un medio de propaganda sí cuida que en sus espacios solo se escuche un discurso. A veces, es cierto, las fronteras entre propaganda e información u opinión son bien difusas, incluso imperceptibles. Vamos entonces a la esencia de cada concepto para diferenciarlos. La propaganda básicamente busca convencer, la información apoya la toma de decisiones. Son diferentes, aunque la propaganda use información o la información termine en el convencimiento. Veamos un ejemplo. Un o una ejecutiva bancaria le dará información sobre tal o cual tarjeta de crédito con el propósito de “convencerlo” para que tome una cuenta de su banco. Un asesor financiero le dará la información para que tome la que más le conviene o que no tome ninguna si eso es lo mejor para usted. 

Democracia 

Aclaro: no es que sea malo hacer propaganda o publicidad. Es una técnica legítima de la comunicación. Lo que considero malo es querer hacer de los medios de información y opinión órganos de propaganda pura, porque es desnaturalizarlos. Un medio independiente, un periodista independiente, sirve más a la democracia y a la libertad en Nicaragua haciendo el papel que le corresponde que convirtiéndose en un propagandista o activista de una causa política, que además siempre los tienen, legítimamente insisto, por otro lado. 

Canchas 

Explico esto porque desde siempre, pero ahora con más frecuencia, encontramos personas que con las mejores intenciones del mundo consideran que un medio o un periodista con el que se identifican no deberían exponer la opinión de tal o cual persona, porque es “darle cancha” a alguien que no lo merece, o que no debería sacarse tal o cual información porque “no conviene a la causa”. Y, a veces, hasta llegan a poner de ejemplo cómo del otro lado nunca van a sacar una opinión contraria a ellos. Si ellos no nos dan espacio a nosotros, ¿por qué nosotros vamos a darle espacio a ellos?, razonan con bastante lógica. 

Principio 

Recuerdo que cuando hice el Servicio Militar, a la unidad de reclutas llegaban paquetes con cientos de ejemplares de Barricada y unos dos o tres de LA PRENSA, solo para los grandes jefes, porque se consideraba que información distinta era peligrosa para el resto de nosotros. Igual supongo pasará en el Estado actualmente. Este principio es el mismo cuando pretendemos que ciertas informaciones u opiniones son peligrosas para el resto, porque hasta ahora no he conocido a nadie que diga que es peligrosa porque le cambió a él o ella su forma de pensar. 

Joyas 

Comencé hablando del libro de entrevistas porque ese es un buen ejemplo del papel que juegan los medios de comunicación. No solo en la información diaria, sino en el registro histórico. Imagínese nomás cuántas de estas joyas de la historia y el periodismo nos hubiésemos perdido si solo se considerara el no “darle cancha” a quien piensa diferente. 

Hitler 

A través de las varias entrevistas que dio Hitler he podido conocer más del personaje que lo que describen los libros de historia. Por ejemplo, Hitler fue entrevistado por Cosmopolitan en abril de 1932. Como no le gustó lo publicado, denigró a la periodista diciendo que había llegado borracha a la entrevista. O en otra entrevista que solo permitió dos preguntas, la primera de saludo, y en la segunda la respuesta fue un monólogo de ¡90 minutos!  

Conducta 

Claro que me habría gustado entrevistar a Hitler si hubiese vivido en esos tiempos. Así como he entrevistado a Daniel Ortega, Anastasio Somoza Portocarrero, Byron Jerez, Humberto Ortega y Arnoldo Alemán, entre otros, que, aunque han sido entrevistas muy leídas, siempre ha salido alguien criticando el solo hecho de que se publique a tales personajes. No es la buena conducta la que debe decidir si un personaje es publicable, sino su calidad de ser importante e interesante para los lectores. 

Opiniones 

Dejemos de pensar que el resto de lectores son una especie menor de edad, sin capacidad para discernir entre unas y otras opiniones. Sobre todo, dejemos de ser como ellos, porque ¿qué sentido tiene buscar el cambio si vamos a seguir en lo mismo? Aprendamos a oír opiniones contrarias a las nuestras sin sentirnos agredidos. Posiblemente muchos estarán en desacuerdo con mi opinión. Eso es bueno. Como dijo algún sabio por ahí: cómo voy a molestarme con quienes no comparten mi opinión si hasta yo algunas veces he estado en desacuerdo con lo que alguna vez he dicho. 

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