El pasado veinte y tres de enero titulé mi artículo Un espejismo llamado parole humanitario. Lo hice porque después de analizar las condiciones impuestas para calificar a los aplicantes a patrocinadores llegué a la conclusión que a los aspirantes a inmigrar nicaragüenses les sería difícil por no decir imposible cumplir con dichos requisitos. El motivo principal, el salario anual que debía justificar el aspirante a patrocinador.
De esa fecha (23 de enero) al día en que saldrá publicado este artículo son muchos los que se han ocupado de analizar el trámite migratorio implementado por el presidente Joe Biden, conocido como parole humanitario.
El especialista en temas migratorios Manuel Orozco, en un artículo publicado en LA PRENSA dijo que después de un exhaustivo análisis se calculaba que la cifra de beneficiarios de dicho programa andaría por los 200,000 en los cuatros países (Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua) y que de esos no más de 30,000 podrían ser nicaragüenses. Añadió Orozco que, bajo las actuales circunstancias dicho programa no resolvería el problema de los inmigrantes pobres de Haití y Nicaragua, pues la forma en que estaba diseñado favorecía únicamente a cubanos y venezolanos con familiares con ingresos altos y a los que habían emigrado junto con sus capitales.
Otro artículo que se ocupó del tema, afirmó que la realidad estaba demostrando que los que se estaban beneficiando del programa eran los venezolanos y cubanos, lo que daba la razón a lo expresado por Manuel Orozco. La razón, según este artículo, era que la comunidad cubana tiene muchos años de haber emigrado y a la fecha son más de un millón y medio viviendo en la Florida y otros estados de la Unión Americana. En cuanto a los venezolanos, si bien es cierto que son menos, pero una buena parte emigró junto con sus capitales.
Más recientemente, el servicio de inmigración norteamericano dio a conocer, que después del cierre de las fronteras y la implementación del parole humanitario, se había reducido en un 97 por ciento la afluencia de inmigrantes en la frontera sur de ese país. Algo que era de esperarse. Por esa razón expresé en mi escrito del 23 de enero, que Joe Biden con dicho programa había resuelto su problema migratorio de cara a las futuras elecciones presidenciales, pero que dicho programa era un espejismo para los pobres que no podrán aspirar a que sus familiares cumplan los requisitos para patrocinar su ingreso.
En pocas palabras entre otras cosas ha quedado demostrado que quien haya sido el cabezón que se le ocurrió sacarse de la manga dicho programa (parole humanitario) tuvo éxito rotundo, pues resolvió el problema que ocasionaban los miles de inmigrantes ilegales, al mismo tiempo que les tendía una alfombra roja a los migrantes venezolanos con capital. Según el servicio de inmigración americano, 325,000 nicaragüenses emigraron en 2022 y la cifra amenazaba con seguir creciendo en este 2023.
Para finalizar, deseo dejar bien claro la intención de este artículo es cuestionar la voluntad política de la administración del presidente Biden de apoyar a los migrantes menos favorecidos, léase pobres de Haití y Nicaragua. Podrán tratar de encontrar mil excusas para justificarse, como que los nicaragüenses somos irresponsables, que no nos gusta pagar impuestos, que somos proclives a tomar mucho entre otras, pero la realidad es que los intereses de sus políticos siguen prevaleciendo a cualquier otro por muy humanitario que parezca.
Moraleja: tratemos de resolver nuestros problemas entre nosotros, dejémonos de tremendismos que, aunque parezca que favorecen solo a unos pocos, la verdad es que la historia nos ha enseñado que al final perdemos todos. Ese es mi humilde consejo para empresarios, asalariados, pueblo en general y también para quienes actualmente detentan el gobierno.
El autor es comentarista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.