Mientras más cubanos y venezolanos siguen llegando a Estados Unidos tras haber recibido el parole humanitario, muy pocos nicaragüenses han obtenido este beneficio. Especialistas en temas migratorios aseguran que esto no es provocado por el mecanismo, sino por la dificultad para conseguir patrocinador provocada por una serie de factores, que van desde el reducido tamaño de la comunidad nicaragüense en Estados Unidos y su falta de dominio del inglés y la tecnología, hasta el mal comportamiento de muchos de los que migraron en 2018.
“Lo que se está viendo es que la mayoría de los beneficiados son cubanos y venezolanos. Pero que la noticia no sea que la ley les otorga ventaja a ellos, porque eso no es así. El mecanismo otorga las mismas oportunidades para todos. Lo que pasa es que los cubanos son una comunidad bien establecida en Estados Unidos desde hace varias décadas y los venezolanos llevan más de diez años en su lucha”, dice Anita Wells, presidenta de la Nicaraguan American Human Rights Alliance (Nahara).
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El parole humanitario es el mecanismo que estableció la Administración de Joe Biden para los ciudadanos de Nicaragua, Cuba, Haití y Venezuela, luego de cerrar la frontera a la migración irregular de personas de esos cuatro países. El programa permitirá que cada mes entren de forma legal y por vía aérea, 30 mil ciudadanos de estos cuatro países. Ellos podrán vivir y trabajar legalmente en ese país durante dos años. Pero para obtener el beneficio es indispensable tener un patrocinador o apoyo económico que viva legalmente en Estados Unidos.
Oportunidad se reduce a los que tienen familiares
Según Wells, la comunidad nicaragüense es más pequeña que la cubana y la venezolana y solo tiene presencia fuerte en Miami, Florida; Los Ángeles y San Francisco en California. Al ser una comunidad más pequeña, la posibilidad de que los nicaragüenses consigan un patrocinador que cumpla los requisitos se reduce. Y queda prácticamente abierta solo para los que tienen familiares viviendo legalmente en Estados Unidos desde hace varios años. “Son ellos los que tienen que apoyar para que otros vengan. De ellos depende que se aproveche este mecanismo”, señala Wells.
Pero aún entre los que viven legalmente en ese país, hay varios factores que les impide convertirse en patrocinadores. Entre ellos los niveles de pobreza, la ausencia de la cultura de ahorro y hasta la falta de capacitación tecnológica para llenar el Formulario I-134 A.
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“Hay varios factores que influyen. Como buenos latinos que somos, muchos aceptan parte del salario en efectivo y no lo reportan IRS (Servicio de Impuestos Internos), entonces no pueden demostrar la capacidad económica y esto es muy común entre los que trabajan en construcción… Otros tienen la capacidad económica, pero no se sienten capaces de sentarse a llenar ese formulario y otros ni siquiera saben cómo subir los documentos que se deben adjuntar para enviar la solicitud”, explica Wells.
Solo un familiar puede asumir ese compromiso
Cuando el obstáculo es la falta de dominio del inglés o de la tecnología para completar el formulario, queda la opción de buscar asesoría de un abogado especialista en inmigración. Sin embargo, de manera especial los cubanos se han quejado de las altas tarifas que ellos cobran. Según denuncias publicadas en las redes sociales, piden hasta 1,500 dólares por ayudar a llenar el formulario de un trámite que es gratuito y que solo el patrocinador puede llenar, ya que el sistema no permite que el abogado lo complete.
La normativa no exige que exista un vínculo familiar entre el patrocinador y el beneficiario. Sin embargo, Wells, abogados especialistas en temas migratorios y dirigentes de organizaciones de apoyo a los migrantes insisten en que la responsabilidad que asume un patrocinador es tan grande que solo un familiar cercano la puede asumir. Incluso, han pedido a las personas no dejarse engañar con falsas promesas de posibles patrocinadores a cambio de un pago, porque simplemente los van a estafar.
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Al llegar a Estados Unidos el migrante recibirá permiso para trabajar legalmente y se podrá sostener. Sin embargo, el patrocinador firma un compromiso ante el Gobierno de Estados Unidos. Este incluye proporcionar vivienda, alimentación, gastos médicos, educación y otros servicios a la persona a quien le patrocina el ingreso al país.
Muchos de los que llegaron en 2018 abusaron
Ante la dificultad de conseguir un patrocinador individual, otra opción que queda es que algunas organizaciones de apoyo a los migrantes sirvan de patrocinadores. Pero de momento eso no parece factible. Dirigentes de varias organizaciones de apoyo a lo migrantes coinciden en que la forma de actuar de muchos de los que migraron a raíz del estallido social de 2018 creó una imagen tan mala de los nicaragüenses que es muy difícil que las organizaciones, e incluso personas individuales, asuman este compromiso.
En 2018 por gestión de algunas organizaciones muchas personas sirvieron de sponsor (patrocinadores) para que nicaragüenses salieran de los centros de detención donde los tenían después de cruzar irregularmente la frontera. Lamentablemente la mayoría de estas personas decepcionaron a quienes les ayudaron.
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“Nadie quiere patrocinar a nicaragüenses por la mala imagen que han provocado muchos de los que migraron a raíz de la crisis de 2018. La fama que tienen los nicaragüenses es que andan botellas de licor y latas de cerveza en sus carros, manejan borrachos, les ponen tiquets de tránsito y no los pagan y se van de las casas sin pagar”, lamenta la dirigente de una organización que pide omitir su nombre.
Mientras unas por temor no quieren, otras organizaciones no pueden. La Texas Nicaraguan Community emitió un comunicado explicando que no lo hará. Según sus dirigentes, sus estatutos les impiden prestar este tipo de apoyo.
Abusos provocaron que ahora nadie quiera ayudar
Además, relata que actualmente hay un caso de un médico nicaragüense que llegó en 2018 y le dieron trabajo de asistente en una clínica donde participó en un desfalco al Medicare (seguro médico). Y otro, de un joven al que una anciana hospedó en su casa y él aprovechó una salida de ella para robarle sus joyas. Además, son muchos los casos de personas que tuvieron que pagar hasta seis meses de renta de nicaragüenses a los que sirvieron de fiadores y ellos no pagaron o se fueron antes del vencimiento del contrato y ellos tuvieron que responder para no dañar su historial de crédito.
“Todo esto ha dejado un mal sabor de boca entre la comunidad nicaragüense y las organizaciones, y por temor a que ocurran situaciones similares nadie quiere ser patrocinador de nicaragüenses. En muchos casos, hasta de sus familiares desconfían las personas”, dice una especialista en inmigración que también pide omitir su nombre.
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“Muchas personas e incluso organizaciones cumplen los requisitos, pero no quieren patrocinar a nicaragüenses. Prefieren decirles mentiras, como que entre los requisitos exige que tengan determinada cantidad de dinero en su cuenta y que no lo tienen. Vinieron a hacer tantas cosas que ahora muchos posibles patrocinadores tienen desconfianza hasta de su propia familia”, lamenta otra dirigente.
