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Las autoridades encontraron un altar en la casa de la mujer con figuras religiosas, vasos de agua, velas y figuras de oro. Parecía una escena de brujería, describieron. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

La historia de la mujer que mató a su hija porque decía que estaba “endemoniada”

Fue uno de los crímenes más horrendos que vivió la vieja Managua en el barrio Santa Ana, cuando una madrugada, una mujer mató a su hija de tres años porque supuestamente estaba “poseída por el demonio”.

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Al amanecer del 11 de julio de 1968, varios vecinos curiosos del barrio Santa Ana de la vieja Managua y pobladores de otros barrios estaban amontonados alrededor de la casa de Francisca Gámez, quien esa madrugada había asesinado a su hija Eva Neri Gámez, de tres años.

Más que impactados, los vecinos lo que querían era ver era el cadáver de la niña de la que se decía, “estaba endemoniada”, recuerda el periodista Anuar Hassán, quien cubrió la noticia para el diario LA PRENSA.

Muchos de los curiosos hasta llevaban rosarios y escapularios, pero lo que más llamaba la atención era que, supuestamente, a la niña le habían salido unos cuernos cuando murió, entre otros detalles exagerados alrededor de la noticia que se regó como pólvora.

Pero nadie pudo verle los cuernos a la niña. En realidad no los tenía. Lo que sí llevaba era el rostro inflamado y aruñado cuando su cadáver fue sacado de la casa para llevarlo con los médicos forenses que le realizaron una autopsia y determinaran las causas reales de la muerte de la niña.

Los vecinos curiosos querían ver el cadáver de la menor al amanecer de aquel 11 de julio. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

La mató su madre

Francisca Gámez era la madre de aquella niña y ella misma dijo a las autoridades que mató a su hija porque el diablo se había hecho con su cuerpo. Esa mañana, los vecinos vieron a Gámez salir de la casa con moretones y golpes en la cara. Eran tantos que ni siquiera podía abrir bien los ojos por la inflamación de los pómulos.

Hassán entrevistó a Francisca Gámez en esa ocasión y según consta en el reporte, la mujer relató que “el espíritu de Satanás quiso llevarse en cuerpo y alma a mi hijita. Yo luché con él y logré salvar su cuerpo. Yo sabía que mi hijita estaba condenada”.

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La mujer dijo que la menor había dado la primera comunión hace unos días y una semana antes de su muerte, empezó a ver al “demonio”. Todavía dos días antes, Gámez llevó a la niña a confesarse y supuestamente le dijo que había vuelto a ver al diablo y que había sentido una palmada en la espalda y hasta un golpe en la parte de atrás del cuello. La mujer echó agua bendita en toda la casa que, dijo, “olía a azufre”.

Esta era la niña Eva Neri Gámez. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

La noche de la tragedia, según lo que Gámez le contó a Hassán, madre e hija se fueron a acostar después de rezar y la menor nuevamente le dijo que había visto al demonio. “Yo la trompeé para que el espíritu la abandonara. Entonces ocurrió lo más horrible. Ella me quedó viendo con los ojos abiertos, los dedos agarrotados. Se me lanzó encima y por medio de ella el animal dijo: “Déjemela, me la voy a llevar”.

Gámez indicó que tomó a la niña de la mano y en eso se comenzó a inflamar tanto hasta que su cuerpo explotó. “Sus menudencias salieron por el estómago, que se le rompió”, describió la mujer al periodista.

Hasta la abuela de la niña, Fidelina Orozco, de 77 años, dijo a los periodistas que cubrían esa mañana que “el demonio se introdujo en el cuerpo de mi nieta y se la quería llevar en cuerpo y alma”.

La abuela de la niña, Fidelina Orozco. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

Testigo clave

El periodista Anuar Hassán recuerda que para esclarecer este caso hubo un testigo clave, que era familiar de Francisca Gámez. Se trataba de Orlando Zepeda Ruiz, cuñado de la mujer y que se encontraba en otro cuarto de la casa.

Al escuchar el alboroto en el cuarto de la mujer, se asomó por una rendija de una tabla de madera y vio a Gámez y a otra mujer de nombre Olga Rojas matando a la niña. “Los gritos resonaban dentro de la casa, en el dormitorio de Francisca. Me asomé por un agujero en la tabla del cuarto y entonces tuve ocasión de presenciar la más espantosa escena que he visto en mi vida”, declaró Zepeda.

El hombre contó que la niña estaba acostada en una tijera mientras Gámez la jalaba del pelo y Olga Rojas la tenía sujetada de las piernas. Acto seguido, Gámez tomó un garrote y golpeó a la niña en la cabeza, el pecho y el estómago mientras le gritaba: “¡Salí espíritu maligno, salí!”.

Gámez golpeó tanto a su hija que se le salieron las vísceras y hasta que la menor dejó de quejarse y moverse fue que suspendió la golpiza. En ese momento, la mujer le dijo a Rojas que la golpeara a ella también porque sentía que el demonio se le había metido a ella y Rojas obedeció. Por eso fue que los vecinos la vieron golpeada al salir de la casa en la mañana.

Francisca Gámez mostrando su rostro golpeado. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

Hassán cuenta que cuando la Policía allanó la casa, en uno de los cuartos encontraron una especie de altar con imágenes religiosas, crucifijos, vasos con agua, muchas veladoras y algunas piezas de oro. Como una escena de brujería. Algunos vecinos especulaban que Gámez practicaba sesiones de espiritismo y que Rojas era su ayudante.

Para la Policía no era nada creíble la versión de la mujer, que decía que la niña había explotado por su cuenta, de manera que el médico forense Fernando Valle López, a quien le tocó hacer la autopsia de la niña, terminó por dar una versión más aterrizada y dijo que la menor había sufrido una cortadura en forma de X en la región abdominal hecha con un cuchillo y por eso tenía las vísceras de fuera.

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“Le habían introducido el arma en ese lugar (vagina) y la desgarraron completamente por dentro hasta tocarle el conducto digestivo. Le rompieron la gran arteria abdominal, lo que le provocó una hemorragia violenta. Toda la coagulación de la sangre estaba detrás del peritoneo (…) Jamás imaginé que me iba a encontrar con aquello”, dijo el forense.

Valle también mencionó que la niña tenía los oídos reventados a causa de los golpes que le dieron en la cabeza y debajo de la capa del cabello tenía una mucha sangre acumulada y coagulada. También tenía los brazos quebrados debido a los jalones que le dieron cuando ya estaba muerta.

El forense Francisco Valle describió una escena horrible cuando relató las condiciones en que estaba el cuerpo de la niña. ARCHIVO/REPRODUCCIÓN

El médico también criticó que el testigo Orlando Zepeda no hizo nada para evitar la barbarie en contra de la menor.“Se fue tranquilamente a acostar de manera cobarde y criminal, pues no hizo nada por evitar el crimen”, valoró el forense.

En el reporte de LA PRENSA escrito por Hassán, se dice que las dos mujeres “fueron enviadas al Hospital Psiquiátrico”, pero después del terremoto de 1972 no se volvió a saber de ellas. Hassán señala que en el año 2000 visitó el viejo barrio Santa Ana y unos vecinos le dijeron que Gámez había fallecido hace mucho tiempo en Acahualinca.

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