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Padre de niño devorado por cocodrilo en Costa Rica, espera recuperar los restos del menor

Julito, el niño nicaragüense que fue devorado por un cocodrilo en Costa Rica

El cuarto hijo de la familia Otero Fernández. De grande quería ser doctor para ayudar a las personas o profesor. Sus padres lo recuerdan como un niño encantador que deja un gran vacío en sus vidas del cual no creen poder recuperarse

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Julio Otero recuerda que siempre acompañaba a su familia al río luego de salir temprano del trabajo o cuando tenía algún día libre. Esta era una actividad normal tanto dentro de la familia como de la comunidad, así que no le preocupó no acompañarlos por esa vez.

Sin embargo, esa decisión es algo de lo que Otero se arrepentirá hasta sus últimos días, comentó a DOMINGO el migrante de origen nicaragüense. Julio Otero y su familia desde hace más de un mes carga con una pena “terrible”, y es que el pasado 30 de octubre el antepenúltimo de sus hijos fue devorado por un cocodrilo.

El antepenúltimo hijo de Julio Otero y Margine Fernández Flores, fue arrastrado por un cocodrilo a orillas del río Matina en el Caribe Costarricense. Julio Otero Fernández era el nombre del pequeño que perdió la vida de manera tan trágica con apenas ocho años.

Desde esa tarde la vida de sus padres cambió radicalmente y no creen poder volver a ser los mismos. Julio Otero afirma que cuando recuerda la tragedia le entra un temblor en todo el cuerpo y por las noches va al cuarto del niño esperando creer que está viviendo en una mentira.

¿Quién era Julito?

Como este menor fue bautizado con el mismo nombre que su padre, de cariño le decían “Julito”. Su padre recuerda su nacimiento como uno de los momentos más felices de su vida, porque cada uno de sus cinco hijos fue una bendición.

“Fue algo especial para nosotros como sus padres, desgraciadamente la alegría no nos duró mucho”. El padre de Julito tiene buenos recuerdos de los primeros años de vida del menor porque era un niño bastante juguetón y con una personalidad encantadora.

También destacaba por ser amante de los estudios. Julito se encontraba en tercer grado de primaria. Su padre, con la voz apagada recordó que el niño llegaba a hacer pataletas si por algún motivo faltaba a la escuela.

“Él era muy estudioso, excelente en sus clases. No le gustaba perder ni un día de clases por lo que siempre se levantaba temprano para poder alistarse. Él hacía berrinche para que le alistaran la ropa, esos recuerdos nos duele en el alma”, comentó Otero.

El padre de este menor también recuerda que la relación de Julito con sus otros hermanos era “como la de todos los hermanos, se peleaban, pero luego se reconciliaban”. Sin embargo, Julito y el último hijo de la pareja Otero Fernández de cuatros años ha sido quien más ha sentido la ausencia del menor.

Una de las actividades favoritas de estos pequeños hermanos era jugar con la pelota. El niño nunca expresó si de grande le gustaría ser deportista, sino que decía que cuando creciera quería ser doctor para poder salvar vidas comentó su padre. “También dijo que quería ser profesor, por lo que le gustaba la escuela”.

Cuando Julito regresaba de clases también le gustaba dedicarse a hacer sus deberes escolares. “Y así era su vida, era un niño bueno”, comentó Julio Otero.

Antes de que el menor emprendiera el corto viaje donde perdería la vida de manera tan terrible, estuvo jugando un rato con su padre. “Lo último que llevo de mi hijo, estuve haciéndole cosquillitas para hacerlo reír. Este se ha convertido en el recuerdo más hermoso que tengo de él”, recordó con un nudo en la garganta el señor Otero.

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Llegada de la familia a Costa Rica

Julio Otero calculó que aproximadamente hace 30 años empezó a vivir en suelo tico, aunque pasa temporadas en Nicaragua. Fue hasta hace cuatro años que tomó la decisión de llevarse a su esposa e hijos a Costa Rica.

“En Nicaragua no tengo manzanas de tierra donde poder trabajar, porque para mí el mejor trabajo es cultivar la tierra. Además, cuando empecé a venir a trabajar acá mi papá acababa de fallecer, entonces me atreví a venir por estos lados. Así también podía darle a mi familia una vida mejor”, afirmó Otero.

Julito se había adaptado rápidamente al cambio, le gustaba la comunidad a la que rápidamente se adaptó y empezó a tener una vida en la Provincia de Limón.

Desde el trágico momento Julio Otero no ha podido regresar a trabajar, porque no sabe como poder superar la perdida de Julito. Sin embargo, Margine Fernández ha encontrado en el trabajo un refugio donde poder distraerse de la tragedia que ha oscurecido la vida de esta familia.

Otero constantemente comentó a DOMINGO, del arrepentimiento que siente de no haber acompañado a su familia al río porque “si yo hubiera ido, las cosas hubieran sido diferentes. Yo hubiera entregado la vida por la de él”.

La familia Otero Fernández no tiene planes de abandonar el país costarricense, aunque ha afirmado que les gustaría cambiar de lugar pero no pueden hacerlo porque las autoridades costarricenses no le han dado respuesta sobre los restos de Julito.

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El día de la tragedia

Esta familia nicaragüense habita en una comunidad que se encuentra a 5 kilómetros de la ciudad Matina, en Limón Costa Rica. La comunidad caribeña donde habitan tiene vasta población de nicaragüenses, por lo que en su mayoría las expresiones de solidaridad han sido por otros hermanos de patria. Ellos son originarios de Rancho Grande, Matagalpa.

Esta comunidad de campesinos se dedica en su mayoría al cultivo de banano y plátano, además de la agricultura. Por la cercanía del río Matina, otra fuente de ingresos para los habitantes de esa zona es la pesca.

El 30 de octubre la familia quería pasar un rato agradable. El señor Otero declinó la invitación de su esposa de acompañarlos, por lo que decidió quedarse cuidando la casa. Así que Margine Fernández, junto a sus cinco hijos, su hermana y su bebé se fueron a bañar al río.

Margine Fernández comentó que todo estaba marchando bien. Los niños estaban a orillas del río jugando con la arena, mientras ella y su hermana solo se mojaban los pies. Ninguno de ellos se había entrado al río.

De la nada y sin poder anteceder el peligro inminente al que estaban expuestos, apareció un cocodrilo. No lograron identificar que este animal se estaba aproximando, pero valiéndose de la agilidad característica de esta especie saltó sobre el grupo de niños.

Entre la sorpresa y el susto, los niños se levantaron inmediatamente de donde estaban jugando. Sin embargo, el animal logró tomar al pequeño Julito del brazo. Margine Fernández, por impulso maternal corrió al rescate de su hijo. Forcejeó con el animal unos breves momentos para poder quitarle al niño de las zarpas, pero este cocodrilo también arremetió contra ella.

En esos instantes que para ellos duraron una eternidad, el cocodrilo casi la toma de una de sus extremidades. Haciendo retroceder a la angustiada madre, el cocodrilo aprovechó para poder sumergirse en el agua con el infante.

Margine Fernández, madre de Julito quedó profundamente afectada por lo que tuvo que presenciar.

Una hora y poco después de los hechos, el animal fue visto por algunos habitantes de la zona a la otra orilla del río devorándose el cuerpo del menor. Ese día el río Matina, a como es habitual, estaba bastante concurrido por lo que muchas personas presenciaron la tragedia.

No espera nada de las autoridades

Desde el primer momento, Julio Otero afirmó que las autoridades correspondientes no le dieron la atención adecuada a la tragedia que acaba de vivir su familia. Su principal petición es poder recuperar los restos del menor para poder darle cristiana sepultura.

“Como que les importa más la vida del animal que mi niño”, afirmó.

Poco después de la tragedia, la familia esperaba que acudieran las autoridades al lugar para empezar con la recuperación del cuerpo del niño. Pero cuando estas acudieron a iniciar con la labor de búsqueda y rescate, era muy tarde; el cocodrilo había devorado al niño.

Debido a eso las exigencias de la familia cambiaron, pidieron a las autoridades que encontraran al animal, sacrificarlo y extraer el cuerpo de menor. El plan del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), era capturar al cocodrilo que acabó con la vida del niño nicaragüense y trasladarlo a otro río.

Pero los habitantes de 4 Millas tenían intenciones diferentes. “La comunidad les dijo, ese animal se muere porque se muere”, comentó el señor Otero a DOMINGO. El pasado 27 de noviembre un cazador de identidad desconocida atrapó y sacrificó a un cocodrilo que encajaban con la descripción del que le arrebató la vida a Julito.

Los pobladores entregaron a oficiales del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), cabello y dos huesos que fueron extraídos de las tripas del animal.

“Yo sigo esperando alguna noticia. A mí me dijeron que me iban a llamar y yo la estoy necesitando. No estoy seguro qué hacer, cómo proceder para salir de la duda”, indicó.

Asimismo, el padre del menor comentó que la negligencia de las autoridades pone en riesgo la vida de los pobladores cercanos al río Matina, porque es de conocimiento general que en el río habitan ciertos cocodrilos. “Pero se conocía que solo en la parte de abajo y eran menos, ahora está infestado y las autoridades no sellaron el lugar, ni han puesto rótulos para prevenir este tipo de tragedias”.

Otero relató a DOMINGO que recientemente un poblador de las inmediaciones del río se salvó “de milagro”, porque cuando estaba pescando un cocodrilo lo atacó, pero él pudo salirse del alcance del animal.

De conocimiento popular, los habitantes de estas comunidades han comenzado a rumorear que posiblemente la gran cantidad de cocodrilos que ahora habitan este río se deba a que “han sido trasladados”.

“Yo he escuchado que dicen que los vienen a dejar aquí porque han atacado a alguien en otro lugar o algo por el estilo, y por eso están ahora en el río de acá”, indicó Otero.

Anteriormente solo se tenía conocimiento de un caso similar al de Julito. Algunos años atrás un señor que andaba desojando en el río Matina, y fue atacado por un cocodrilo que se lo devoró vivo, pero las autoridades en ese momento tampoco dieron respuesta sobre ese caso.

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La Prensa Domingo Cocodrilo Costa Rica Nicaragua archivo

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