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Los obispos nicaragüenses. LA PRENSA/ TOMADA DE FACEBOOK

Lo que hay detrás del silencio y la timidez de la jerarquía católica de Nicaragua, frente a la dictadura Ortega Murillo

Sacerdotes y especialistas en temas eclesiásticos explican el silencio y la timidez que se le critica a la jerarquía católica respecto a los ataques del régimen Ortega Murillo a la iglesia Católica nicaragüense

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Se trata de uno de los ataques más feroces que ha sufrido la Iglesia católica de Nicaragua en su historia, por parte de un gobierno: un nuncio expulsado, dos sacerdotes encarcelados, dos en el exilio, un obispo con casa por cárcel, un sacerdote al que le retienen el pasaporte, una orden religiosa de monjas expulsadas, curas perseguidos, parroquias asediadas.

“El asedio en Matagalpa (donde está el obispo Rolando Álvarez) es lo más radical, pero está en todas partes, en muchas iglesias”, afirma un sacerdote que pide se omita su identidad.

Sin embargo, la opinión pública está viendo cómo los jerarcas católicos guardan silencio, o son tímidos en sus declaraciones, desde el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Herrera, pasando por el cardenal Leopoldo Brenes, hasta el Vaticano, donde el papa Francisco aún no se pronuncia sobre los ataques del régimen Ortega Murillo hacia sus sacerdotes en el país centroamericano.

El obispo Rolando Álvarez se arrodilló en la calle, al salir de la sede episcopal de Matagalpa, el 4 de agosto rodeado por policías, tras del cierre de medios de comunicación católicos. LA PRENSA/ TOMADA DE REDES SOCIALES

“Hay un silencio sujeto a interpretaciones y bastante especulación”, admite un sacerdote, quien también pide el anonimato, pero advierte que se desconoce qué hay detrás de ese actuar, como unas posibles negociaciones con la dictadura Ortega Murillo.

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Otro cura explica: “Nadie sabe exactamente por qué el silencio, pero un factor importantísimo es que la persecución siempre puede ser peor, al punto de cerrar las iglesias”.

Para explicar la situación, la Revista DOMINGO conversó con sacerdotes y especialistas en temas de la Iglesia católica, sin embargo, todos pidieron el anonimato. La revista intentó comunicarse con el cardenal Brenes, pero en su casa contestaron que no está atendiendo a periodistas.

El papa y el nuncio

Son varios los actores que han criticado el silencio del papa Francisco sobre los ataques del régimen Ortega Murillo a la Iglesia católica nicaragüense. Sin embargo, son varios quienes también defienden al llamado Vicario de Cristo.

“Todo mundo dice el papa, pero no se le puede echar toda la culpa. Él tiene que ver con todos los asuntos que ocurren en todo el mundo. Por eso, el Vaticano, tiene sus embajadas, sus nuncios, las conferencias episcopales. Más bien, lo que yo creo, es que al papa no se le está informando bien qué es lo que está ocurriendo en Nicaragua”, señala un sacerdote de Managua.

Otro sacerdote considera que no es acertado criticar al papa porque públicamente no se pronuncie sobre Nicaragua. “Creo que sustraemos al papa muy acá, al patio nuestro. Claro que él es el pastor universal de la Iglesia y todo le compete a él, pero son cosas que él deja en manos de los respectivos obispos, cómo manejar las situaciones. Él se reserva más para la parte de promover un diálogo siempre”, expresa.

El mismo religioso señala que si el papa se pone a hacer pronunciamientos sobre Nicaragua, lo que va a hacer es deteriorar más todavía la posibilidad de que haya un diálogo. “Siempre se llega el momento del diálogo, aún después de muchísimos muertos. En Nicaragua ya tuvimos suficientes muertos, esperamos que ya no haya más. Por eso, el papa siempre abre caminos de diálogo”, añade el cura.

El nuncio Waldemar Sommertag fue cercano a la dictadura Ortega Murillo. LA PRENSA/ ARCHIVO/ TOMADA DE PRESIDENCIA

Otro jerarca católico manifiesta que la dictadura Ortega Murillo mostró un endurecimiento muy fuerte al expulsar, en marzo de 2022, al nuncio apostólico, el embajador del papa en Nicaragua, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag. “El Gobierno tocó una instancia muy importante de diálogo”, indica.

Sobre las razones de la expulsión del nuncio, un sacerdote del interior del país expresó que Sommertag había sido muy complaciente con la dictadura Ortega Murillo, al punto que ayudó a que el papa le pidiera a monseñor Silvio Báez que saliera de Nicaragua, para protegerle la vida, a lo cual Báez accedió por obediencia.

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El nuncio habría sido útil a la dictadura en otras ocasiones, pero cayó en desgracia luego de que, en abril de 2022, monseñor Báez visitó al papa y le explicó las penurias que viven los presos políticos en Nicaragua. El papa, según la fuente, prestó atención al caso y le pidió a Sommertag que intercediera por los pesos políticos.

Sommertag, obligado por el papa, habría hablado con Rosario Murillo, lo cual causó la molestia de ella y ordenó la expulsión del nuncio.

Un último sacerdote que explica el silencio del papa agrega que “el Vaticano tiene expertos en relaciones diplomáticas que deben de estar asesorándolo” sobre Nicaragua.

La CEN

La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) es un cuerpo colegiado, en el cual todos los obispos son iguales y cada uno de ellos solo obedece al papa, explica un especialista en temas eclesiásticos.

El actual presidente es el obispo de Jinotega, monseñor Carlos Herrera. Sin embargo, indica un sacerdote capitalino, Herrera es una persona muy pacífica y, de alguna manera, le tiene bastante respeto al cardenal Leopoldo Brenes, a quien casi siempre consulta lo que se debe hacer.

“El obispo Herrera quiere decir cosas, pero hay dos que no lo dejan, que le ponen trabas, monseñor René Sándigo y el cardenal. Monseñor Herrera no tiene fortaleza para imponerse al cardenal, a pesar de que es obispo igual que el cardenal, y que el cardenal no está sobre él”, explica el sacerdote.

Según un especialista en temas eclesiásticos, todos los obispos son autónomos en sus Diócesis y el cardenal Brenes es un obispo más y no tiene autoridad sobre los demás obispos nicaragüenses. “El cardenal, así como también es arzobispo, solo tiene como un puesto honorífico entre iguales. Claro que es un punto de referencia en la CEN, pero no tiene autoridad sobre los demás”, aclara.

Monseñor Carlos Herrera, obispo de la Diócesis de Jinotega, es el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. LA PRENSA / ARCHIVO

Los obispos que componen la CEN son el cardenal Leopoldo Brenes (Managua), Silvio Báez (auxiliar de Managua), Jorge Solórzano (Granada), Carlos Herrera (Jinotega), Rolando Álvarez (Matagalpa), René Sándigo (León), Francisco Tigerino (Bluefields), Isidoro Mora (Siuna) y Marcial Guzmán (Juigalpa).

Un sacerdote indicó que entre todos los obispos hay dos que son sospechosos de jugar a favor del Gobierno, Sándigo y Brenes, mientras que hay otros tres: Tigerino, Mora y Guzmán, a quienes no se les conoce la voz. Estos últimos tres —indica la fuente sacerdotal—, fueron colocados en esos cargos por influencias de Brenes y del nuncio Sommertag, cuando este último aún tenía la simpatía de Rosario Murillo.

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En el caso de Báez, el cura explica que ha sido excluido de manera sospechosa. Báez llama de vez en cuando al cardenal Brenes, pero no tienen una comunicación fluida. Aunque Báez sigue siendo obispo auxiliar de Managua, la CEN no lo toma en cuenta. “En los mensajes y en los comunicados que hacen ni siquiera ponen una rayita abajo con el nombre de monseñor Báez”, señala el cura, quien añade que tampoco lo incluyen en las reuniones, a pesar de que algunas veces hacen uso de zoom para las mismas.

El mismo sacerdote explica que el obispo Sándigo antes era claramente opuesto al régimen de Daniel Ortega, pero tuvo un cambio, especialmente después de que se le metieron a robar y le extrajeron una computadora. En los archivos periodísticos no se registra algún robo a Sándigo, pero sí declaraciones de él sobre que la Policía no actuaba correctamente en el robo a varios sacerdotes de su entonces Diócesis de Juigalpa.

El cardenal

Según el cura, Brenes sí está muy preocupado por lo que está pasando, tanto con el obispo Rolando Álvarez, quien está con casa por cárcel, como con los demás sacerdotes y monjas de la Iglesia.

“No sé a qué se refieren con que el cardenal está pasivo, no sé qué supuestamente él debería hacer”, responde un sacerdote capitalino cuando se le consulta sobre el actuar del cardenal Brenes ante los ataques del régimen Ortega Murillo a la Iglesia católica nicaragüense.

“Si se pone a hablar cosas es echarle leña al fuego”, añade.

Otro sacerdote de Managua indica que el cardenal Brenes, debido a que es un obispo, debe actuar siempre “bajo la diplomacia del Vaticano”, es decir, siempre buscando el diálogo. “El cardenal Brenes está siendo muy señalado. Aparentemente podría parecer una incomunicación con el Gobierno, pero algo debe existir entre los altos jerarcas con el Gobierno. Usualmente hay silencio en estos casos esperando resultados”, añade.

El cardenal Leopoldo Brenes mientras oficia misa cerca de la capilla de la Sangre de Cristo. LAPRENSA/CORTESÍA ARQUIDIÓCESIS DE MANAGUA

La conclusión de este cura es que “la tímida respuesta frente a sacerdotes presos y otras acciones, se podría pensar de buena fe que es evitar más sufrimiento para la Iglesia, aunque no ha sucedido así”.

Lamentablemente para Brenes, hay quienes lo evalúan mal por su proceder.

Según un sacerdote, en Managua solo unos seis párrocos están de acuerdo con la forma en que el cardenal está enfrentando la situación actual de la Iglesia, el resto no lo apoya, aunque se quedan callados porque se trata de la máxima figura de la Iglesia en Nicaragua.

Este último sacerdote señala que el cardenal está infiltrado por personas que la dictadura ha puesto alrededor de él. “Se le ha dicho al cardenal que no ande con una persona que nosotros sabemos que es infiltrado, pero el cardenal solo sonríe y agacha la cabeza”, se queja este cura.

Al cardenal, al igual que a Sándigo, se les atribuye “suavizar” los comunicados de la CEN sobre las violaciones de derechos humanos de la dictadura Ortega Murillo.

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