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El escritor británico Salman Rushdie. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Gioconda Belli: A Salman Rushdie no le gustaba cómo hablaba Rosario Murillo en los ochenta, sonaba dictatorial

El escritor, apuñalado en Nueva York,estuvo en Nicaragua en los ochenta, invitado por la hoy vicedictadora, y de su estadía escribió el libro La sonrisa del jaguar, en el que presagió que la revolución sandinista iba a terminar mal

El escritor británico Salman Rushdie, apuñalado en el cuello este viernes 12 de agosto, en Nueva York, llegó a Nicaragua con la historia de David y Goliat en la mente, en la que Nicaragua era el joven israelí y los Estados Unidos representaban al gigante filisteo.

Rushdie, cuenta su amiga desde entonces, Gioconda Belli, era parte de un grupo de intelectuales del Reino Unido que apoyaban a la revolución sandinista en su guerra con la Contra. En ese grupo también figuraba el premio Nobel y dramaturgo, Harold Pinter.

El escritor llegó a Nicaragua en 1986, invitado por Rosario Murillo, en ese entonces primera dama y quien dirigía la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC).

De lo que vio en Nicaragua, durante una semana, Rushdie escribió un libro al que tituló La sonrisa del jaguar, en el cual, según explicó después, plasmó los “defectos” que vio de la revolución sandinista. “Los sandinistas, pese a sus ineptitudes y defectos, y al releer mi libro me alegra advertir que hablé por extenso de esos defectos, se asemejaban a esos individuos insignificantes de la mitología cultural estadounidense que plantan cara a los mandamases del mundo y se niegan a rendirse”, escribió Rushdie en 1997.

El libro sobre Nicaragua que escribió Rushdie. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Gioconda Belli explica que desde entonces es muy amiga de Rushdie, al punto que en la mañana de este viernes 12 de agosto de 2022, él le mandó mensaje de cariño a ella, sin saber que horas más tarde sería apuñalado antes de dar una conferencia.

Según Belli, Rushdie le ha contado que uno de esos “defectos” que él vio en los sandinistas tiene que ver con la hoy dictadora Rosario Murillo, quien, cuando daba un discurso, gustaba de decir “nuestro pueblo”.

Belli explica que Rushdie vio en esos detalles visos de autoritarismo y por eso su libro se llamó La sonrisa del jaguar, porque esa “sonrisa” que tenía la revolución sandinista, al principio, pronto se iba a convertir en “un jaguar peligroso”.

En la actualidad, siempre según las conversaciones entre Belli y el escritor, Rushdie estaba impactado por la forma en que Daniel Ortega y su esposa se convirtieron en dictadores y como están reprimiendo al pueblo. “Rushdie tenía un sentimiento de que esta pareja de dictadores había traicionado a la revolución en la que mucha gente creyó”, incluido él mismo.

Rushdie en la casa de los Ortega Murillo

Rushdie lamentó no poderse entrevistar con el entonces jefe del ejército sandinista, Humberto Ortega, pero sí visitó la casa del hermano, Daniel Ortega. Así describió esa visita:

“A las cinco de la mañana del 19 de julio, el día de la celebración del séptimo aniversario, fui a la casa de Daniel Ortega y de su esposa, la poetisa Rosario Murillo. Franqueado el acostumbrado conjunto de murallas y guardianes, entré en un bungalow de construcción irregular, con varios barandales y gran cantidad de mecedoras de madera tallada. La decoración refleja el interés de Rosario Murillo por el arte y la artesanía del país; se veían móviles de madera de animales pintados de brillantes colores, que oscilaban, colgados de las vigas; cerámica pintada con motivos precolombinos y cojines con fundas de corteza de árbol ablandada. Había juguetes infantiles y desde luego niños por todas partes. No escasean los pequeños Ortega y varios de ellos llevaban camiseta de Masters of the Universe, con la eterna batalla entre He-Man y Skeletor; otro indicio de la omnipresencia de la cultura norteamericana”, escribió Rushdie en La sonrisa del jaguar.

A Rushdie le llamó la atención que Daniel Ortega no comió nada durante el encuentro, a pesar de que estaba sabrosa la carne de tortuga que degustaron. Lo contó así:

“Después de marchar me llamó la atención que durante la cena no había visto realmente a Ortega comer nada. Estuve a su lado y rechazó todos los manjares de la velada, hasta la carne de tortuga. (Que resultó inesperadamente densa y sabrosa, una especie de cruce entre ternera y venado. De paso diré que las tortugas están protegidas durante toda la temporada de cría y sólo se pueden cazar en cantidades limitadas durante unos meses al año). Me di cuenta de que todo el mundo conocía esa costumbre suya, que quizá fuera un signo de nerviosismo o, lo que era más probable, un intento de parecer un hombre aparte, distinto de los demás. A lo mejor, cuando nadie mira, el señor Presidente va a la cocina y se atraca en secreto”.

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