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Irma Alicia Velásquez Nimatuj, periodista y antropóloga guatemalteca de descendencia maya-quiché. Tomada de Internet Foto tomada de Internet

Periodista guatemalteca Irma Alicia Velásquez relata la tortura a la que la sometió el régimen de Daniel Ortega

La periodista y antropóloga guatemalteca de descendencia maya-quiché, a la que el régimen le prohibió el ingreso al país, admite que temió por su vida

Una semana después de haber sido detenida y prohibirle el ingreso al país, tras descender de un avión que la trajo a Nicaragua, Irma Alicia Velásquez Nimatuj, periodista y antropóloga guatemalteca de ascendencia maya-quiché, narra el temor que sintió por su vida y la etapa de tortura a la que la sometió la dictadura de Daniel Ortega. También, sin mencionar el nombre de la empresa, acusa de complicidad a la línea área en la que viajó.

A través de la columna semanal que publicada en El Periódico de Guatemala, asegura que lo vivido reafirma su compromiso de luchar contra los sofisticados crímenes que cometen las dictaduras actuales.

Según Velásquez, en mayo de este año decidió que la pandemia ya le había quitado mucho y que viajaría a Managua a darle la bienvenida a un miembro de su extensa familia que no ha podido conocer. Compró su boleto y llenó los requisitos migratorios establecidos. Planeaba pasar cuatro días en Nicaragua y entre los trámites y la fecha del viaje pasaron dos meses. En ese tiempo no le notificaron que tenía prohibido ingresar, por lo que el domingo 24 de julio tomó su vuelo.

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Aerolínea la entregó a un agente vestido de civil

“Al llegar al Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, la misma aerolínea en la que viajé me pidió identificarme y al hacerlo inmediatamente me entregaron a un agente del gobierno vestido de civil. El agente me pidió mis documentos de identificación y sin razón o justificación alguna los retuvo. Inmediatamente me condujo a otra área del aeropuerto, donde posteriormente él y otra persona me llevaron a una revisión de mi equipaje y de mi persona”, relata la también defensora de derechos humanos.

Añade que posteriormente fue ubicada en una zona del aeropuerto donde la controlaba el agente a cargo de su detención. Durante las horas que duró su detención, ella estuvo clara de que su integridad y su vida estaban en peligro, ya que ni siquiera registraron su ingreso al país.

“Si mi ingreso no quedaba registrado a través del sistema de migración ¿quién podía dar fe de que fui retenida? El gobierno de ese país podría argumentar que nunca ingresé y sencillamente desaparecerme y yo podía terminar en una de las cárceles en donde se están apagando valiosas vidas. Por eso, consulté ¿cuál era la razón de mi detención?, si había violado algún reglamento o ¿por qué me impedían ingresar?”, dice la periodista.

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Agente le dijo que nunca debió viajar a Nicaragua

Según el escrito, ante sus preguntas hubo un total silencio. Solo al final, el agente que la vigilaba habló para decirle que ella nunca debió viajar a Nicaragua. Entonces ella cuestionó por qué no le informaron antes del viaje que tenía prohibido ingresar al país.

“¿Por qué esperaron hasta que yo llegara al aeropuerto para detenerme frente a los demás pasajeros? En parte la respuesta es que, por un lado, se buscaba humillarme públicamente como si yo fuera una delincuente que podía ser arrestada por mi trabajo relacionado con los derechos humanos y los derechos de las mujeres y los pueblos indígenas que he mantenido dentro y fuera de mi país; y por el otro lado, deseaban hacerme sentir que el poder está en manos de ellos, que frente a ellos mi voz no es voz, mi voz no existe y por extensión tampoco mi vida”, asegura  Velásquez.

También detalla que no la interrogaron, por lo que supone que sabían todo de ella. “No necesitaban saber nada y mi detención totalmente arbitraria e ilegal fue planificada y directa. Era a mí a quien buscaban, eso me quedó claro… Las horas pasaron mientras yo estuve en un limbo, en el que no sabía qué pasaría”, relata Velásquez.

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Vigilaron a la periodista hasta cuando usó el baño

Para la periodista, el silencio del agente que la custodiaba y la calma con la que actuaba la mantuvieron en una incertidumbre que es igual a una etapa de tortura psicológica, tortura fina, cruel y lenta, en la que no sabía cuál sería su destino.

“El tiempo se hizo infinito y esa infinitez solo la rompió la tranquila voz del agente, quien se me acercó y me dijo que me regresaría a Panamá”, agrega.  

“En ese momento le pedí usar el sanitario y con la mayor serenidad me condujo, quedándose en la puerta en posición de vigilancia autoritaria. ¿Por qué ese extremo de control? Yo no iba a escapar, ¿adónde podía ir?  Yo no tenía cómo huir, no tenía documentos, no tenía nada conmigo, era un absurdo pensar que correría en un lugar lleno de cámaras de seguridad o en un lugar en donde ni siquiera mi ingreso había sido registrado. Sin embargo, era una forma más de mostrarme que yo estaba en su poder, en su territorio y con total desventaja”, recuerda Velásquez.

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Fue evidente la complicidad de la línea aérea

También cuenta que volvió a ver sus documentos hasta que llegó a Guatemala, cuando dos agentes la esperaban afuera del avión para entregárselos.

“Aquí también es evidente la complicidad de la línea aérea con ambos gobiernos, el nicaragüense y el guatemalteco. ¿Tenía la aerolínea el derecho a retener mis documentos? Cuando demandé la entrega de mis documentos me dijeron que la aerolínea me los entregaría, pero esto nunca ocurrió, ¿dónde quedan los derechos que poseemos los viajeros?”, cuestiona Velásquez.

En su escrito la periodista también agradeció el cariño, afecto, energía y solidaridad de familiares, amigos, colegas, profesores, estudiantes, campesinos, hermanos de lucha y de sueños, embajadores, organización de la sociedad civil que alzaron su voz y se movilizaron de diversas formas ante lo ocurrido. También a los medios de comunicación guatemaltecos y extranjeros que denunciaron el atropello.

“Tengo claro que la voz se levantó no solo por mí, sino que, sobre todo, se levantó por las miles de mujeres y hombres de esa querida nación llamada Nicaragua, que tanto amamos y que no pueden ser escuchados. Se levantó por los hombres y las mujeres a quienes se les niega el ingreso a ese país tratando de romper todos los puentes de familiaridad, de comunicación o de complicidad”, aseguró Velásquez.

El caso de la periodista Tifani Roberts

La periodista nicaragüense de la cadena estadounidense Univisión, Tifani Roberts, denunció a LA PRENSA en junio la prohibición del ingreso a Nicaragua hecha por el régimen de Ortega y que le fue comunicada por la aerolínea Avianca.

“Querido pasajero: La prueba (del covid-19) enviada no fue aceptada por las autoridades nicaragüenses. Su ingreso a Nicaragua no ha sido autorizado por las autoridades migratorias de Nicaragua. No se le permitirá abordar. Motivo: definido por la migración nicaragüense. Por favor contacte a la Embajada de Nicaragua”, dice el último correo enviado por la aerolínea a Roberts.

Para entonces, Roberts ya había hecho el check-in (registro) del vuelo. “Así fue que me notificaron que el Gobierno de Nicaragua me rechazó”, afirmó.

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