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LA PRENSA

Más de 18,000 nicas padecieron enfermedades psiquiátricas en 2021 ¿Podría la crisis migratoria contribuir a aumentar esa cifra?

Según un psicólogo, las vivencias de los nicaragüenses en los últimos años, marcadas por la crisis sociopolítica, la covid-19 y la crisis económica, podrían estar provocando un incremento de las enfermedades psiquiátricas en la actualidad

La cifra de personas que padecieron enfermedades psiquiátricas en Nicaragua en 2021 se incrementó en 170.5 por ciento con relación a 2017, según se observa en el Mapa Nacional de la Salud en Nicaragua, del Ministerio de Salud (Minsa).

En los últimos cinco años esa cifra no ha dejado de crecer.

De acuerdo con el Mapa de la Salud, en el 2021 se registraron 18,258 personas con enfermedad psiquiátrica; un aumento de más de tres mil casos en comparación con el 2020, cuando se reportaron 14,594 casos, pero de más de 11,500 con respecto a 2017, cuando se reportaban solo 6,748 casos.

Captura de pantalla del Mapa Nacional de la Salud en Nicaragua.

En 2017, de acuerdo con las cifras oficiales, eran 6,748 casos, es decir, 10 casos personas con enfermedades mentales por cada 10,000 habitantes, pero en la actualidad son 43 personas por cada 10,000 habitantes.

Enfermedades Crónicas – 2017 
Enfermedades PsiquiátricasCantidad de pacientes
202118,258
202014,594
20198,797
20188,543
20176,748
Fuente: Mapa Nacional de Salud del Minsa.

¿A qué se debe aumento en 2021?

La migración masiva, derivada principalmente de la carestía de la vida y el alto desempleo, se podría sumar a la crisis sociopolítica y a la pandemia como los factores que han incidido para que los casos de enfermedades psiquiátricas aumenten en Nicaragua, considera el psicólogo Roberto Ordóñez.

El especialista en salud mental explicó que las enfermedades psiquiátricas no son de diagnóstico “inmediato”, por lo que las vivencias de 2020, con la pandemia de la covid-19, se podrían estar viendo reflejadas aún más en las cifras de enfermedades mentales de 2021.

“Por eso, nosotros cuando hacemos diagnóstico de algún trastorno o alguna enfermedad de la salud mental, tenemos que especificar si es de inicio rápido o de inicio demorado. Así que las vivencias que se pudieron haber tenido en el 2020 y 2021, con la covid-19, no necesariamente pudieron haber iniciado durante la pandemia, porque las personas estaban en bajo activación, y esa ansiedad, angustia, depresión pudo haber iniciado tiempo después”, refirió el especialista.

Un cóctel de emociones

Por otro lado, el psicólogo afirmó que, si bien la situación de 2018 vino a marcar un antes y después en la vida y salud mental de los nicaragüenses, esta aún sigue generando desesperanza, depresión, enojo e impotencia entre las personas, que se suma al duelo traumático provocado por la pandemia, que podría no haberse tratado oportunamente, y actualmente, a la migración.

“La crisis sociopolítica, aunque inició en el 2018, no ha culminado, sigue generando desesperanza, depresión, angustia, rabia, enojo, impotencia y todos esos elementos que genera la crisis sociopolítica pero a nivel patológico; trastorno de ansiedad, trastorno depresivo, problemas del sueño, inclusive, va a incidir en la conducta suicida, porque los pensamientos fatalistas a futuro inciden en que haya una conducta suicida”, explicó Ordóñez.

“Otro elemento que no puedo obviar, y que sí es nuevo, son las migraciones. Eso genera duelo por la separación de los hijos, angustia en las madres y situaciones no gratas en la familia”, sostuvo.

La crisis económica que enfrentan las familias también es un “detonante” para desarrollar ansiedad, estrés, depresión y “colabora en el fortalecimiento de la conducta suicida”.

Según Ordóñez, la incidencia más común en el país —tomando en cuenta su experiencia y la de sus colegas— es el trastorno de estrés postraumático generados por la violencia marcada en el 2018, por la pandemia y también por pérdidas que se dan a través de los fenómenos naturales, como por los huracanes Eta y Iota.

“Estamos con una generación que está despertando de la naturalización, normalización e invisibilización de la violencia y abuso sexual… Entonces se están dando cuenta de sus problemas y al mismo tiempo que están heredando todos los patrones de violencia que hacían sus padres hacia ellos”, añadió el especialista.

Las cifras del Minsa pueden ser aún mayores, porque no incluyen las del sector privado y a los casos que no son diagnosticados o tienen un diagnóstico equivocado.

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