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 “Váyanse, váyanse”

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Migrantes

Si usted visita cualquiera de los muy conocidos puntos ciegos en las fronteras nicaragüenses, observará cómo, desde el sur, entran constantemente, como hormigas en fila india, migrantes extranjeros que buscan Estados Unidos, y desde acá, por el sur y el norte, cómo salen migrantes nicaragüenses que buscan una mejor vida fuera de su país. Todo a vista y paciencia de soldados, policías o funcionarios de Migración que aparentemente tienen la orden de hacerse de la vista gorda. Esa imagen retrata uno de los negocios más lucrativos y aberrantes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Inmoral

Alguien podrá decir: ¿entonces que ponga policías o soldados en la frontera para contener a los migrantes extranjeros que buscan cruzar el país? No. ¿Entonces que echen presos a los nicas que buscan cómo salir de Nicaragua? No. El asunto es que deje de ver la migración como un instrumento para sacar ventajas políticas y económicas, porque toda esa ganancia que saca el régimen está montada sobre una montaña de sangre, huesos, dolor y carne de la gente generalmente más pobre de este país. Es un negocio inmoral.

Váyanse

Para detener la migración de un país, de poco o nada sirve llenar de policías la frontera. No es ese el punto. Daniel Ortega alienta la migración cerrando las oportunidades para que los nicaragüenses hagan vida en Nicaragua. Al quitar las libertades, al demoler el Estado de derecho, al cerrar fuentes de trabajo y programas de apoyo, al cerrar universidades, al negar elecciones libres, al convertir al país en su finca personal, está expulsando a los nicaragüenses. Váyanse, váyanse, váyanse. Cien mil nicaragüenses fueron detenidos tratando de entrar ilegalmente a la frontera sur de Estados Unidos el último año. Treinta han muerto en el intento solo este año. Son cifras escalofriantes, que, sin embargo, para Daniel Ortega se traducen en dinero.

Remesas

Cada nicaragüense que sale por la frontera es una remesa en dólares o euros que llegará a Nicaragua. Las remesas representan a Nicaragua tantos ingresos como el 30 por ciento de todas sus exportaciones, incluyendo zonas francas. En el corto plazo es un buen negocio para el régimen, porque le resuelve sus necesidades inmediatas de dinero, pero en el mediano y largo plazo es fatal para Nicaragua porque significa la pérdida de profesionales, mano de obra joven, que debería estar en el país para levantarlo de la postración en la que se encuentra.

Echar raíces

Es sabido que casi nunca regresa a su país el migrante que se fue. Es lógico. Empieza a hacer vida en el extranjero. Allá nacen sus hijos, tal vez una nueva pareja, forma su círculo de amistades, encuentra trabajo y, posiblemente, estudios. Echan raíces. No solo eso, el migrante establecido comienza a llevarse de uno en uno a su círculo familiar y de amistades cercanas. Es por eso que encontramos en ciudades como Barcelona, Sevilla o Miami, por ejemplo, réplicas de comunidades o barrios de Nicaragua donde están los primos, tías, cuñados o compadres.

Fuga

Obviamente la migración no es un problema fácil de resolver. Tampoco es exclusivo de Nicaragua. Pero, los niveles actuales son realmente alarmantes. Es un país que se está quedando sin su gente. Ahora mismos piense usted cuántos de sus familiares, compañeros de trabajo, amigos o conocidos ya no están en Nicaragua. Nadie con algo de sentido común puede recomendarle a otro que se quede en Nicaragua, así como está. El culpable no es el que se va sino el país que no le da oportunidades de quedarse. Es triste.

Retorno

Ojalá algún día, y ojalá sea pronto, podamos ver a oleadas de nicaragüenses regresando tal como ocurrió después del triunfo de doña Violeta en 1990. Esa vez empezamos a ver caras que no vimos en al menos 10 años. Somocistas, guardias, contras, opositores, jóvenes que se fueron huyendo del Servicio Militar regresaban con todos sus cachivaches y marcados por la cultura que los acogió en su exilio. ¿Se acuerdan de los Miami boys? No todos regresaron, sin embargo. A pesar que en Nicaragua comenzó a abrirse paso la democracia y empezaron a aparecer oportunidades, ya muchos habían hecho su vida por allá. Algunos, incluso se desentendieron de Nicaragua. Así es la migración.

Anormalidades

Si fuéramos un país normal, con un gobierno normal, deberíamos estar pensando cómo contener esa hemorragia para darle esperanza a este país. En la mayoría de los casos, a pesar que un nicaragüense pueda vivir en el extranjero mejor que en la Nicaragua que dejó, vivirá con menos oportunidades que los ciudadanos de ese país que lo acogió. Si fuéramos un país normal deberíamos estar buscando cómo crear esas oportunidades que encuentran los nicaragüenses en el extranjero para que no se vayan de su patria. Pero eso será imposible, mientras exista una dictadura que ha hecho de la exportación de nicaragüenses el negocio que la mantiene con vida. Tiene que salir Ortega otra vez del poder para que miles de nicaragüenses puedan regresar a su patria. La migración es una poderosa razón más para terminar con esta dictadura.

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