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La copa de Néstor, rey de Pilos

Cuenta Homero en La Ilíada que Néstor, rey de Pilos, fue a participar en la Guerra de Troya al frente de 90 naves con guerreros pilios y de otras ciudades cercanas gobernadas por él.

Néstor es muy elogiado por Homero, lo menciona muchas veces en La Ilíada, en la que el legendario poeta griego narra los acontecimientos del último de los 10 años de la Guerra de Troya.

Ya he escrito sobre Néstor. En un artículo publicado en LA PRENSA el viernes 19 de julio de 2013, titulado Néstor y la Sofrosine, mencioné que para Homero, Néstor es un noble anciano “suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel”.

La relación que en aquella ocasión hice de Néstor con la Sofrosine fue porque con esta palabra “llamaban los antiguos griegos a la mesura, al justo equilibrio, a la cordura y la moderación, al dominio del espíritu sobre el cuerpo”. Era lo contrario de la Hybris, que para aquella antigua gente tan sabia significaba “la desmesura, el desenfreno, la soberbia y el arrebato de la conducta humana y del poder”.

Por eso algunos pensadores han expresado que la Sofrosine sustenta e inspira la democracia y la libertad, mientras que la Hybris es el espíritu y la conducta de los tiranos.

Una de las referencias principales a Néstor en La Ilíada es aquella en la que Homero describe la hermosa copa que usaba Pilos en su residencia y la llevó consigo a Troya.

De esta copa, el arqueólogo alemán especializado en arqueología clásica, Michael Siebler, dice en su pequeño pero denso libro titulado La Guerra de Troya. Mito y realidad, que fue encontrada en las excavaciones de una antigua colonia griega en la isla de Ischia, cerca de Nápoles.

Explica Siebler que lo que está escrito en la “copa de Néstor” es “una de las inscripciones griegas más tempranas conocidas”. Traducida al español la inscripción dice: “Néstor tenía cierta copa, bueno era beber de ella. Pero quien beba de esta copa al momento sentirá el deseo por la bellamente coronada Afrodit”.

En el mencionado libro de Siebler se cita el fragmento de La Ilíada en el cual Homero narra que Néstor al final de una jornada de lucha contra los troyanos se reúne en su tienda con el gran guerrero Macaón. Pero yo prefiero la traducción al español de una versión de La Ilíada impresa en Nicaragua, con una excelente introducción de Roberto Aguilar Leal.

Una hermosa esclava de Néstor llamada Hecamede atiende a los dos hombres. Les lleva “una bella copa guarnecida de áureos clavos que el anciano (Néstor) se había llevado de su palacio y tenía cuatro asas —cada una entre dos palomas de oro— y dos sustentáculos. A otro anciano le hubiese sido difícil mover esta copa cuando después de llenarla se ponía en la mesa, pero Néstor la levantaba sin esfuerzo. En ella, la mujer que parecía una diosa, les preparó la bebida: echó vino de Pramnio, raspó queso de cabra con un rallo de bronce, espolvoreó la mezcla con blanca harina y les invitó a beber así que tuvo compuesto el potaje. Ambos bebieron, y apagada la abrasadora sed se entregaron al deleite de la conversación…”

Al terminar la Guerra de Troya, Néstor se llevó la copa de vuelta a su palacio de Pilos, donde, según cuenta Homero en La Odisea, el anciano rey sabio y prudente, representación humana de la Sofrosine, atendió al hijo de Odiseo, Telémaco, quien llegó en busca de información sobre su desaparecido padre.

Lo que no queda claro es cómo llegó la copa de Néstor a Ishchia, en Italia, donde fue encontrada en 1953.

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