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¡Que le corten la cabeza!

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¡Corten la cabeza!

En Alicia en el País de las Maravillas (Lewis Carroll, 1865) aparece la Reina de Corazones, un personaje cascarrabias que gobierna el reino junto con su esposo, el Rey de Corazones, y que Carroll describe como una mujer con “furia ciega” que “tiene una sola manera de resolver todas las dificultades, sean grandes o pequeñas, ordenando una ejecución inmediata, gritando: ¡Que le corten la cabeza!” Pues, así mismo se gobierna Nicaragua desde el 2018 para acá. ¡Disparen! ¡Vamos con todo! ¡Échenlo preso! ¡Cierren esa universidad! ¡Cancelen esa organización! ¡Confisquen! ¡Expulsen!

Presos políticos

Este mes comienzan a cumplir un año de cárcel los primeros presos políticos. Y empezaremos a revivir, día por día, esta locura. Así fue como capturaron a Walter y a Marcos, diremos. Luego a Cristiana, después a Arturo, a Félix, Juan Sebastián, Chanito, y así, hasta más de 180. Cada captura más disparatada que la otra. Como si la malvada Reina de Corazones se hubiese soltado en Nicaragua gritando histérica contra todos aquellos que la enojan: ¡Córtenle la cabeza! ¡Echénlo preso! El reino de los disparates. La realidad superando a la ficción.

Traidores

Vamos como en un tobogán de disparates. Todo lo que no podía ser, fue. Desde matar niños a bala, bebés incluso, hasta apresar opositores bajo cargos de traición a la patria, entendiéndose que la patria es ahora, miren qué disparate, una pareja senil, con serios problemas mentales y que está acusada de los peores crímenes que un ser humano puede cometer. Todo aquel que critique sus disparates es traidor a la patria. ¡Córtenle la cabeza!

Surrealismo

En la famosa historia de Lewis Carroll, al menos los guardias, a pesar de ser naipes, tienen algo de sentido común y no le cortan la cabeza a nadie porque saben que la malgeniada reina está loca. Solo dejan que se le pase la rabieta. En Nicaragua, nadie la contradice. Y ahí vemos a jueces, fiscales, paramilitares y policías siguiéndole la corriente a los disparates, a costa del sufrimiento de los inocentes. Les dije que la realidad superaba la ficción, incluso en una novela tan surrealista como Alicia en el País de la Maravillas.

Demolición

Lo grave es que nos vamos acostumbrando a los disparates como forma de vida. A estas alturas todos sabemos que la pareja que controla Nicaragua es capaz ya de cualquier cosa que se le ocurra. No tiene límites en cuanto a crueldad o irracionalidad. Todos los días amanecen pensando qué harán en ese proceso de demolición del país que han tomado como tarea fundamental en sus vidas. Y si hoy echan presos a candidatos opositores, cierran universidades, cancelan organizaciones que tan buen trabajo hacen por la población más vulnerable, también se les podría ocurrir que todos los nicaragüenses vamos a caminar con las manos o que respirar sin permiso del Estado, o sea de ellos, es un nuevo delito en el país. Con ellos todo es posible. Y cuando ya creemos que tocamos fondo en el barril de las sorpresas desagradables, ellos hallan cómo hacernos tragar la campanilla otra vez.

Disparates

Ahora hablan de que van a castigar a los sacerdotes con penas más fuertes que a otras personas o que van a confiscar los bienes de los opositores que consideren traidores a la patria (véase definición en párrafo dos) y uno cree que no puede ser, que ese es un meme, un disparate que no tiene pies ni cabeza, pero ¿acaso no era un disparate cuando se dijo que harían una ley para castigar noticias falsas, entendiendo como falsa la versión contraria a la que ellos den, y al final terminaron convirtiéndola en ley y encarcelando en su nombre a varias personas? ¿Acaso no parecía sacada de la Inquisición la ley de traición a la patria o la de agentes extranjeros? ¡Que le corten la cabeza! Es la única forma de gobierno que han encontrado.

Opositores

Describir los disparates del régimen puede parecer un ejercicio inútil porque todos los conocemos, nadie los duda, todos los sufrimos. Parece que no se gana nada con ello. Pero voy a insistir siempre que pueda para que no terminemos aceptándolos como normales, que no nos acostumbremos al reino del disparate. También para que vean la foto completa aquellos opositores que, de buena o mala fe, no aceptan menos que el reino de los cielos como forma de gobierno después de Ortega y Murillo en Nicaragua y así, exigiendo eso, han impedido que salgamos de este reino de los disparates.

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