El nicaragüense Calixto Nelson Rojas Bordas, de 53 años, quien fue hallado muerto en el río Bravo en la frontera entre México y Estados Unidos el domingo 1 de mayo, era un locutor leonés que se fue al exilio tras ser amenazado de muerte por simpatizantes sandinistas.
Así lo reveló una carta que el locutor envió a Radio Darío, lugar donde laboró hace años, reveló la emisora leonesa.
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“Un día me dirigía a mi casa luego de venir de uno de los tranques y me amenazaron de muerte que si seguía así me iban a desaparecer a mí y a mi familia. Tuve que tomar la dura decisión de dejar a mi familia para resguardar sus vidas, ya que cuando pasaba una marcha sandinista compuesta por trabajadores de la alcaldía, se abalanzaron sobre mi casa tirando piedras hacia el techo, fue en ese momento que en consenso con mi esposa tengo que salir de mi casa y por ende del país”, cita la carta dada a conocer por la radio el domingo.
Reconocimiento del cadáver
Rojas se ahogó el domingo y su cuerpo fue hallado en el sector de Piedras Negras, México. La ONG Texas Nicaraguan Community informó del hallazgo para tratar de dar con sus familiares y publicaron el pasaporte y licencia de conducir del nicaragüense.
Este lunes la organización detalló que ya se pusieron en contacto con su hermana, esposa e hija y que se les coordinará cita con el Ministerio Público de México para realizar el reconocimiento del cadáver.
En la carta que dio a conocer Radio Darío, Rojas Bordas cuenta que salió del país por San Francisco del Norte, en el departamento de Chinandega, estuvo en Honduras, donde pasó situaciones difíciles “como dormir en el suelo, pasar hambre”.
Situaciones difíciles
“Mi sueño era llegar a los Estados Unidos por lo que decidí seguir avanzando por El Salvador, Guatemala y llegando a Belice totalmente desorientado y perdido”, relataba el migrante. En Belice fue que pasó mayor tiempo, ya que se quedó sin dinero y solo podía hacer un tiempo de comida. “Llegué a dormir en donde dejan las carretas de los animales con tal de estar bajo techo, y a veces, quizás solo comía pan y avena, bananos y cosas que eran baratas y me podían mantener sin hambre”, describía Rojas.
Comenzó a buscar trabajo, pero no le daban por su situación migratoria, hasta que en el mercadito de un pueblo le dieron la oportunidad de laborar en el descargue de verduras y limpieza de carros.
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Una vez, escuchando una radio de la zona, se contactó con el dueño y le contó que era locutor. El propietario le dio trabajo y le pagaba un salario de 12 dólares el día. “Con poco salario decidí continuar a México trasladándome a Chetumal, Quintana Roo, donde también he pasado por situaciones difíciles, igual que las anteriores”, escribió Rojas en su carta.
Emigrar para salvar su vida
“Que Dios siga iluminando el camino de todos los que luchamos y lo dejamos todo por ver una Nicaragua sin dictadura y emigrar sin rumbo solo por salvar nuestras vidas para un día ver derrotado a los dictadores”, finalizaba la carta escrita por el locutor.
Rojas Bordas se comunicó con la radio y les contó que el sábado 30 de abril saldría para Piedras Negras a la 1:00 de la tarde y que el domingo 1 de mayo intentaría cruzar el río a las 8:00 de la mañana. Pero por la tarde recibieron la noticia que el cadáver del nicaragüense había sido encontrando en las aguas del río Bravo.
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La organización Texas Nicaraguan Community informó que para la repatriación del migrante se necesitan 3,200 dólares.
En los últimos meses se ha incrementado el número de nicaragüenses que ha perdido la vida en el río Bravo, muchos de los cuales huyen del deterioro de la economía, la represión estatal y la incertidumbre política que impera en el país.