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Aunque el río Bravo suele mostrarse tranquilo, en algunas partes la profundidad puede superar los dos metros. LA PRENSA/AFP

Qué ocurre después de ingresar a EE. UU. por la frontera y entregarse a Migración. Acá dos testimonios y lo que dice una abogada

LA PRENSA te presenta dos testimonios de nicaragüenses que cruzaron el río Bravo y su motivo para migrar a EE. UU. no es político sino económico. Especialista en temas migratorios explica si estas personas tienen opciones reales para quedarse y lo que viene tras cruzar la frontera y entregarse a Migración

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Atravesar cuatro fronteras, entre estas la más peligrosa, la del río Bravo en México, es el desafío de miles de nicaragüenses que a diario salen en excursiones en busca del “sueño americano”. Sin embargo, la historia no termina ahí, es cuando en realidad empieza porque el nica se juega la permanencia o no en Estados Unidos.

Rosa, de 31 años, y Jonathan Aguirre, también de la misma edad, cruzaron el río Bravo para llegar y entregarse a Migración. Ellos no se conocen, pero tienen en común querer trabajar en ese país y mejorar sus economías. Ambos entraron a Estados Unidos sin ningún estatus legal, a la espera de ir a la Corte donde un juez decidirá su futuro migratorio.

Rosa —nombre ficticio que le daremos por miedo a represalias—, salió de Nicaragua el 18 de febrero junto a otros nicaragüenses. Ella pagó 4,500 dólares y llegó a la frontera de Piedra Negra, en México, el 3 de marzo. Cuenta que en Nicaragua no tenía trabajo y su esposo había emigrado a Estados Unidos en diciembre. Los dos tomaron la decisión de dejar a sus tres hijos en Nicaragua.

En el caso de Aguirre, de Managua, asegura que migrar a Estados Unidos siempre fue su sueño, y el 11 de marzo decidió convertirlo en realidad pagando también 4,500 dólares. Ese día salió a través de una ruta que implicó transitar por Honduras, El Salvador, Guatemala hasta llegar a México, la misma que siguió Rosa. Jonathan entró a suelo americano el 21 de marzo por la frontera de Piedras Negras.

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“La última parada que hicimos fue en una casa, en México, sucia y con desperdicios por todos lados. Había como 150 personas, unas encimas de otras, los ratones se paseaban”, dice Rosa. Una situación similar vivió Aguirre en una casa, también en México.

“Llegamos a una casa que es una bodega ahí en la frontera (Piedra Negra) y estaba sucio, había seis cubanos y de ahí salimos en un vehículo hacia el río Bravo”, relata a LA PRENSA Aguirre vía telefónica.

Para poder cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, los migrantes deben cruzar el río Bravo. LA PRENSA/ AFP
Para poder cruzar la frontera entre México y Estados Unidos los migrantes deben cruzar el río Bravo. LA PRENSA/ AFP

Aguirre dice que fue un viaje rápido y no tuvo muchos problemas, pero desde Tabasco a la capital mexicana viajó en el valijero de un bus por quince horas, no había luz y eran cuatro personas sentadas, no podían dormir ni moverse, tampoco podían hacer ninguna necesidad fisiológica. Al mínimo ruido podían descubrirlos.

El hombre dice que cuando llegó a la frontera de Piedra Negras, algunos policías mexicanos les pidieron soborno de 100 dólares para dejarlos pasar y abordar un bus. Asegura que lo mejor es pagarles, si no te regresan.

Aguirre relata que a los nicas, los “guías” —como él les llama a los coyotes— los trataban bien, pero a los cubanos “los tratan como perros y ellos pagan el triple de lo que pagamos nosotros, hay cubanos que pagan hasta 20 mil dólares para que los pasen”, cuenta.

Aguirre cruzó el río Bravo junto con otros cubanos, quienes llevaban mecate y sabían nadar. “Eso nos ayudó a nosotros porque usamos las cuerdas que ellos llevaban, porque cuando uno llega al río es a tirarse, no te dan tiempo de pensar por dónde te vas a tirar. Pero al metro de estar en el río, el agua te llega al pecho y la corriente es fuerte y yo no sé nadar, pero gracias a los cubanos logré cruzarlo”, relata el hombre.

Por su parte, Rosa, junto con otros migrantes nicas y cubanos, llegaron a la frontera de Piedra Negra en la madrugada del 3 de marzo. El “coyote” le había asegurado que pasarían el río Bravo en una balsa, pero al final lo cruzaron nadando. “Yo iba dispersa del grupo, el río me estaba arrastrando, pero me logré incorporar al grupo y cuando cruzamos estaba Migración”, relata vía telefónica desde Estados Unidos.

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“Un mar de ropa, zapatos, todo lo que la gente deja”

Pero ¿qué pasa tras cruzar el río Bravo? ¿Cómo es el proceso una vez que el migrante se entrega a las autoridades de ese país? ¿Qué garantías hay de que un migrante podrá quedarse en ese país?

Después de cruzar el río Bravo, se avecina un “mar de ropa, zapatos, todo lo que le gente deja porque se te friega y se enloda”, describe Aguirre. También está Migración a la espera de ellos. “Cuando yo me entregué me dieron agua y me preguntaron si estaba bien, también me pidieron mi nombre y de qué país era, luego nos trasladaron a un centro de detención”, explica.

Los miembros de la Guardia Nacional mexicana impiden que los migrantes centroamericanos que crucen el río Bravo, en Ciudad Juárez. LAPRENSA/AFP

Rosa, por su parte, recuerda que cuando Migración los detuvo, les pidieron que se quedaran quietos, y les ordenaron quitarse todas las pertenencias como calcetines, cordones, fajas o cualquier objeto que pudiera ocasionar algún daño. Les pidieron sus nombres y también les dieron una bolsa que tenía sus nombres en un papel, donde podían guardar teléfono, dinero y documentos personales.

Cuando Rosa se entregó a las autoridades migratorias de EE. UU. dijo que era nicaragüense y les dio su cédula, también firmó un documento migratorio que registraba día, hora y lugar de entrada. Además le tomaron sus huellas dactilares.

Cuando Aguirre llegó al centro de detención, asegura que había unas 1,500 personas, y conforme van llegando otros migrantes así es la atención. Aguirre dice que vas de mesa en mesa llenando información personal de la familia, a dónde vas, si tenés familiares en Estados Unidos, pero antes de entrar al centro, debés botar toda tu ropa y pertenencias personales, a excepción de dinero, documentos y celulares. Luego, dice Aguirre, te toman fotografías y registran tus huellas.

Aguirre permaneció en el centro de detención por un día y luego lo trasladaron a un refugio que es una iglesia ubicada en Paso del Águila, en Texas, donde te dan comida, ropa y podés descansar. Estando en el refugio, Aguirre llamó a su tía que vive en Estados Unidos para que le comprara un boleto de avión al estado de Kansas, en Missouri.

En cambio Rosa fue trasladada a sitios conocidos como las “hieleras”, muy cerca de Piedras Negras, pero en el extremo de EE. UU. Rosa dice que les dieron unas sábanas térmicas para el frío. “Nos metieron a ese lugar, nos cambiamos y nos llevaron a unos cuartos”, dice.

Las “hieleras” son centros de detención de corto plazo, que los migrantes describen como muy heladas y que están bajo el control del servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). Por órdenes del Gobierno de ese país, los migrantes no pueden permanecer allí por más de 72 horas.

Es por eso, que a la mañana siguiente, los agentes de Migración la trasladaron a Laredo, donde hay un centro de detención, donde estuvo una semana. “Cuando estuve en Laredo, no sabíamos si era de día o de noche, estábamos encerradas, nos daban papitas, jugos, o burros, y dormíamos en colchonetas. Nos permitirían bañarnos cada cuatro días a las 2:00 de la mañana durante dos minutos. Te revisaban todo el cuerpo para entrar a bañarte y cuando salías, también para que no te llevaras el jabón o la pasta de dientes”, recuerda.

Cuando llegó Laredo, un oficial de Migración le preguntó si era perseguida política o necesitaba entrar a Estados Unidos. “Yo le dije que necesitaba entrar a Estados Unidos porque necesitaba trabajar y que mi esposo estaba en este país”. Rosa recuerda que también le preguntaron sobre sus padres, las edades, dónde vivían, lo mismo ocurrió con la información de sus hijos y de su esposo.

Después la trasladaron a otro centro de detención en Dilley, Texas, donde permaneció por 21 días. Migración le entregó un teléfono desde donde debía reportarse cada miércoles y enviar una fotografía. “Migración se comunicó con mi esposo y le dijeron que me comprara el boleto”, dice Rosa, quien actualmente vive en el Estado de Wisconsin junto a otros migrantes nicaragüenses.

La crisis económica, política y social que atraviesa Nicaragua ha incrementado la migración. LA PRENSA/ ARCHIVO

Cuando Rosa salió de Dilley, Migración la trasladó al Aeropuerto de San Antonio y ellos se encargaron de revisar el boleto de avión y le tomaron fotografías. “Migración me dio un documento, pero no podemos trabajar legalmente. Yo tengo cita en Corte para abril del 2023”, dice Rosa.

En el momento que liberaron a Jonathan Aguirre no le pusieron grillete ni le entregaron un teléfono para controlarlo, pero le entregaron una hoja migratoria donde le informaron que tiene una cita en la Corte el próximo 24 de mayo y asistirá con un abogado pro bono, que son litigantes voluntarios, que no cobran honorarios.

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A partir de ahí, ¿qué opciones reales tienen los migrantes nicaragüenses de quedarse en EE. UU. si el motivo es económico, es decir, no necesariamente por persecución política?

Si mi petición de permanencia en EE. UU. es rechazada en una corte, ¿qué consecuencias tiene eso para mí que mi datos ya estén en manos de las autoridades migratorias?

Astrid Montealegre, especialista en temas migratorios y supervisora de Nicaraguan Human Rights Alliance (NAHRA), explicó a LA PRENSA que si te agarra o te entregás a Migración tras cruzar la frontera existen tres escenarios:

1- Si la persona llega a un puerto de entrada con su formulario de asilo completo y sus pruebas traducidas al inglés, solo los procesan y pasan dos días o una semana máximo detenido porque no cruzaron la frontera ilegalmente.

2- Si cruzan una frontera de forma irregular y no se entrega a Migración y este le captura infraganti, la persona queda sujeta a una deportación expedita o bien que espere detenido un juicio de deportación donde deberán batallar por un asilo.

3- Si cruzan indocumentados y se entregan, bajo ese sistema varían las consecuencias y puede ser que las personas estén semanas o unos días o les pueden aplicar la política de “Quédate en México” y esperar hasta la fecha de su juicio y esa espera va desde dos semanas hasta tres meses o más.

Pero la abogada aclara que que cruzar la frontera y entregarte a Migración no garantiza tu permanencia en Estados Unidos, aún cuando te dejan salir bajo palabra tenés que presentarte a un juicio y presentar tu caso para ver si calificás a un asilo.

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“Para calificar a un asilo tenés que comprobar que hay un miedo creíble, fundamentarlo con tu declaración personal y cualquier otras pruebas estableciendo que sufrís persecución y que es probable que vas a sufrir persecución debido a tu raza, religión, opinión política, género o grupo religioso o si sos miembro de un grupo particular social como periodista, defensor de derechos humanos, clérigo o feministas”, precisa.

Argumentar problemas económicos, no es buena idea

La especialista en temas migratorios explica que si un migrante llega a Estados Unidos en busca de trabajo y mejorar su economía, no le aprobarían un caso de asilo y te van a deportar porque la ley no contempla la búsqueda de trabajo como una razón válida para migrar sin obtener una visa de trabajo, que es la vía legal para trabajar en Estados Unidos.

“Si podés comprobar que vas a hacer objeto de tortura pueden anular la deportación y la persona puede solicitar permiso de trabajo, pero no te otorgan asilo y nunca va a poder ajustar su estatus a un residente permanente legal”, explica Montealegre.

Otra de las opciones que existe para quedarse en Estados Unidos, según la abogada, es que el migrante nicaragüense tenga un familiar ciudadano americano directo que pueda sufrir un daño irreparable con la deportación del inmigrante, es decir que si la persona es un anciano que depende del cuido, o si el migrante se casa con una persona que tenga una enfermedad terminal o una enfermedad en la que dependa totalmente del migrante, entonces el migrante puede solicitar un perdón ante el juez.

Según la abogada, todos los nicaragüenses que están en Estados Unidos en espera de un juicio y están laborando sin permiso, terminarán siendo deportados y un juez puede castigarlos y no permitir su entrada al país por 10 años.

LA PRENSA/ ARCHIVO

Además si el migrante salió bajo fianza, tras estar en un centro de detención y trabaja sin permiso también pierde el dinero de la fianza que oscila entre los 3 mil y 10 mil dólares. También te pueden negar la ciudadanía en un futuro, si tenés oportunidad en un remoto caso de conseguir la residencia.

“Las fianzas es una manera de controlar que la persona vaya a Corte, porque demostró que no respeta las leyes de inmigración, porque entró indocumentado y debería estar en un centro de detención, entonces la fianza es una oportunidad para que la persona salga del centro de detención, mientras espera su casa”, aclara la abogada.

¿Qué debo llevar a la Corte?

Si sos solicitante de asilo debés presentar el formulario I 589, que es la petición de asilo, donde se detalla toda tu información biográfica, incluyendo dónde has vivido los últimos cinco años, el historial académico hasta el estudio más reciente, nombre de los papás, direcciones, edades, lugar de residencia, hermanos y hermanas, fechas de entrada a Estados Unidos, en caso de haber entrado antes y también se contestan preguntas sobre en qué momento sufriste asedio o los familiares, colegas, etc.

Además se debe poner el hecho que detonó la migración o lo que temen pueda ocurrir, también se debe incluir cualquier participación en alguna organización, iglesias, grupos paramilitares. Anexar además el historial de migración personal y de los familiares. Incluir dos fotos tamaño pasaporte y agregar cualquier prueba sobre lo que se está exponiendo.

La abogada agrega que el contexto político en Nicaragua favorece que muchos nacionales puedan quedarse en Estados Unidos, sin embargo, no es suficiente para que le otorguen asilo a un nica, porque la persona es quien tiene que demostrar que su vida está en riesgo y explicar que ese contexto político es un peligro para él, ella o su familia.

La especialista explica que lo que suceda en la primera cita en la Corte dependerá del caso de cada persona y cómo entró el migrante. Por ejemplo si entró indocumentado, el juez decidirá si lo deja salir del centro de detención bajo palabra, si tiene que pagar una fianza o si debe seguir detenido. También revisan si la persona tiene un récord criminal o deportaciones previas y en ese caso se emite una orden de deportación, porque la persona no es admisible.

En caso de no ser un perseguido político, la abogada explica que el juez le pondría una fecha de audiencia donde su defensa debe exponer por qué se tiene que detener la deportación y en la siguiente audiencia el indocumentado pedirá al juez la oportunidad de conseguir un abogado de oficio y decidir cuáles son las opciones para quedarse en el país. Eso varía en cada caso. Y la defensa a través de un abogado privado cuesta entre 5, 8 y hasta 10 mil dólares.

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