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Lizeth Dávila, madre de álvaro Conrado. LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

Lizeth Dávila, madre de Alvarito Conrado: “Nos pusieron un cheque en blanco y que pusiéramos la cantidad que quisiéramos”

Álvaro Conrado tendría hoy 19 años y estaría terminando su carrera universitaria. Su madre, desde el exilio, cuenta cómo han sido estos cuatro años desde el asesinato de su hijo y cómo el régimen de Daniel Ortega intentó sobornarla para que no denunciara.

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Desde que doña Lizeth Dávila salió de Nicaragua en 2019, no ha podido regresar a visitar la tumba de su hijo mayor, Álvaro Conrado Dávila, el niño que murió de un disparo en el cuello el 20 de abril de 2018, durante el estallido social en contra de Daniel Ortega.

Ella está en Suiza. Se encontraba denunciando el asesinato de su hijo ante organismos internacionales, cuando comenzó la pandemia del Covid-19 y tuvo que quedarse allá. Ahora que en el mundo se han restablecido los vuelos, ella decidió quedarse en ese país porque dice que ha recibido amenazas de muerte y encarcelamiento por denunciar el asesinato de su hijo.

Álvaro era el mayor de los hijos de doña Lizeth. El pasado 8 de abril su familia le habría celebrado su cumpleaños número 19, y su madre cree que estaría terminando su carrera universitaria. Los últimos cuatro años han sido difíciles para doña Lizeth y su familia.

En esta entrevista habla de su dolor, de su lucha por conseguir justicia, de cómo el régimen de Daniel Ortega le pidió que dejara de denunciar y trató de sobornarla para que callara. También habla sobre su exilio y cómo le ha cambiado la vida a ella y a su familia.

Don Álvaro Corado y doña Lizerh Dávila son los padres de Alvarito Conrado, el niño de 15 años que murió tras recibir un impacto de bala en el cuello el 20 de abril de 2018. Óscar Navarrete/LA PRENSA.

¿Cómo han sido para usted estos últimos cuatro años?

Han sido duros, difícil, doloroso. Sobretodo doloroso porque uno nunca espera despedir a un hijo. Uno se hace la idea de que el hijo lo despida a uno, pero pues por las circunstancias fatales ha sido todo lo contrario para mí. Uno trata de mantenerse firme, pero hay momentos en que sentís que te derrumbas, que no podés más. Hay momentos en que incluso llegas a reclamarle o a cuestionar a Dios porque te decís: “¿Por qué a mí? ¿Por qué tanta injusticia? ¿Por qué me arrebataste lo más preciado que tengo?”.

Es una batalla espiritual y social. Estás luchando contra todo y contra todos. A como hay personas que sí te creen donde uno ande denunciando, hay personas que todavía llegan a dudar de lo que estás diciendo. Aun presentando pruebas. Es complicado. Es difícil porque tenés tu luto, tenés tu dolor, tu pérdida y encima te toca luchar para enfrentar a esas personas. Un día luchar para quitar a un dictador y la persona que venga se convierta en otro dictador y peor aún del que teníamos, todavía es difícil para muchos creerlo, pero yo no voy a dejar de denunciar hasta no ver que los culpables del asesinato de mi hijo, paguen. Ese es el objetivo. Yo necesito, para tener paz en mi corazón, para que mi hijo pueda descansar en paz, ver a los culpables pagar por el asesinato de mi hijo.

¿Cómo le ha cambiado la vida a su familia la muerte de Álvaro?

Antes teníamos para vivir, tenía para darle una vida a mis hijos, trabajábamos el día a día y los teníamos a los tres (hijos) en el colegio. De repente que tengas que salir de tu país, dejarlo todo, venir a rodar, a dormir en el piso, a sufrir humillaciones y un sinnúmero de cosas, pasar dificultades económicas. Aquí es donde uno se hace la pregunta de ¿por qué a mí? A parte del dolor y la lucha que tenés encima, tenés que combatir la vida misma.

Yo todavía tengo todo presente. Para mí es muy doloroso recordar, saber que en la mañana hablé con él y en la noche lo estaba velando y todavía lo peor es que no fue una vela normal. Ni eso nos dejaron hacer en paz. Ellos evitaron que la gente llegara, tuvimos que cerrar las puertas por el asedio. Yo tengo los recuerdos vivos, pero también tengo los recuerdos bonitos con él (Álvaro Conrado) que es lo que me mantiene de pie. Todo lo que vivimos con mi muchachito chelito, bonito, sonriente, platicón, carismático, lleno de valores. Eso es lo que me hace todavía estar de pie y mantener viva su memoria.

¿Cómo están los hermanos de Álvaro?

Yo tengo dos hijos más y sé que mis dos hijos también me necesitan. Aunque me caiga, tengo que seguir adelante por ellos, pero sin dejar la lucha que comencé hace cuatro años. Los dos continúan estudiando. La niña este año sale de su secundaria. Ahí estamos apoyándola. A ellos les ha afectado todo esto de manera psicológica. Ellos están afectados porque eso no se olvida y nos ha marcado. Todo lo que sufrimos la familia completa, nos ha cambiado la vida. La familia se desunió. Ellos (hermanos de Álvaro) tuvieron menos atención porque yo me encerré unos meses en el dolor. Sentí que no los atendía como ellos tal vez hubiesen querido en ese momento porque yo sentía que el dolor era mío y que yo estaba sumergida en ese dolor, y no me daba cuenta que ellos también estaban sufriendo. Todo eso nos marcó la vida.

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Ellos van a crecer con eso, no lo vamos a olvidar todo lo que nos han hecho, todo lo que hemos sufrido. A como las familias que salieron en los ochenta, vos les hablabas del sandinismo y lo odian, lo mismo me pasa a mí. Lo mismo. Todo lo que me arrebataron no ha sido fácil. La vida de mi hijo con proyectos, con sueños, con ilusiones y que ya estábamos avanzando en eso. Álvaro quería explorar el mundo. Tenía tantos sueños, tantas ilusiones y se esforzaba por eso, a pesar de que no éramos ricos, no teníamos dinero, pero él sabía que eso no lo hacía valer, si no sus conocimientos, sus aprendizajes y sus valores. Él iba a llegar lejos.

¿Se ha podido avanzar en algo para hacer justicia por el asesinato de su hijo?

Las denuncias continúan. Cada vez que pasa algo, hay que mantener en alerta el tema de Nicaragua para Naciones Unidas y la OEA, y esto ayuda para dejar en claro que la situación cada vez está empeorando más en el país y para que vean que uno no está mintiendo y que se están violando cada día más nuestros derechos humanos.

Trabajamos siempre en los expedientes de nuestros hijos, buscando la manera de cómo ir avanzando en el tema de la justicia y esto es de ir en paralelo con lo que pasa en el día a día y con lo que ha pasado hace cuatro años y mantener eso vivo para que no se apague esa llama que inició en abril de 2018, siempre hay que estarlo mencionando, reunirse y denunciarlo. Demandar justicia y dejar presente que uno buscó justicia dentro del país y no fue posible. Es un proceso largo, no es algo de la noche a la mañana y se tienen que trabajar bien los expedientes para que no se caigan los casos.

¿Qué le dijeron las autoridades de Nicaragua cuando usted fue a denunciar el asesinato de su hijo?

Cuando yo fui a la Fiscalía la mujer que me atendió me dijo que si yo estaba segura de lo que estaba diciendo porque ella miraba normalidad en el país, que ella no veía que pasara algo en el país. Y le digo yo: “Entonces, mi hijo ¿dónde está? Dígame usted todos los videos y las pruebas que hay, ¿fueron inventadas también?”

La señora fiscal general, Ana Julia Guido, ella dándome el pésame que por favor ya no siguiera denunciando, que lo dejara así y yo le dije: “¿Usted es madre? ¿Usted haría eso? Porque entienda que me arrebataron a mi hijo de la manera más cruel y no le dieron atención médica cuando lo llevaron al hospital Cruz Azul. Me lo dejaron morir y usted me viene a pedir eso a mí”. Cuando uno se pone a recordar es que uno dice, o es que están locos o a uno lo quieren volver loco, pero son tan cínicos que te salen con cualquier cosa que creen que uno parió un perro. Creen que uno no cría a sus hijos con amor y quieren que uno no diga nada, que se quede callado y ya. Eso no es así. Se equivocaron con los chavalos que asesinaron y se equivocaron con las madres de esos chavalos porque las cosas no las vamos a dejar así.

La Comisión de la Verdad, Justicia y Paz creada por el gobierno también se acercó a ustedes los familiares. ¿Qué les dijeron?

A lo único que se acercaron fue a querernos sobornar con dinero. Yo les dije que si sus hijos tenían precio el mío no tenía precio. Yo lo que quiero es justicia y que paguen los culpables.

¿Cómo trataron de sobornarlos?

Nos pusieron un cheque en blanco y que pusiéramos la cantidad que nosotros quisiéramos. Imagínate hasta donde llega el cinismo. Están acostumbrados a comprar todo lo que quieren y se fregaron porque es verdad que uno la anda pasando feo afuera (del país), pero la sangre y la vida de mi hijo no tiene precio. Me arrebataron uno de los tres tesoros que tengo y creo que tengo derecho a la justicia. Tengo derecho a luchar para que paguen las personas que hicieron el daño.

Velorio de Alvarito Conrado en el colegio donde estudiaba, San Ignacio de Loyola. AFP

El gobierno ha dicho que los manifestantes y los fallecidos eran delincuentes. ¿Usted qué opina de esto?

Mi hijo no era delincuente. Muchos de los asesinados eran trabajadores, eran estudiantes y yo soy de la opinión de que, aunque haya sido delincuente, el ser humano tiene derecho a la vida, no a arrebatárselas cómo ellos lo hicieron. No estoy aceptando que eran delincuentes, pero aún una persona siendo delincuente tiene derecho a la vida. Si es delincuente lo llevas al juzgado, lo juzgas, lo sentencias y le dictas su pena, pero no le vas a arrebatar la vida de una manera así, cobarde.

¿Cómo ha sido su exilio?

No hay exilio fácil. Tuve que dejar todo. Salí huyendo a rodar, como que yo hubiese sido la que cometió el asesinato y la maldad y es todo lo contrario. A mí me perjudicaron y ellos continúan negando todo lo hecho. Uno viene a un país extraño con culturas diferentes, con otro idioma, con otro tipo de personas, no conocés a nadie. Se te hace muy difícil. Sufrís humillaciones y te sentís que no vales. En conclusión, eso es lo que sentí, que no valía nada. Y yo me pongo a pensar que en mi casa al menos tenía el arroz y los frijoles y si no tengo algo, me voy donde un hermano, un familiar, pero aquí, fuera del país, si tengo hambre me tengo que aguantar y sumado a lo del idioma, eso es una barrera bastante grande y sin poder hablar uno no puede trabajar. Dormir en el piso y no tener una sábana ni para cobijarse. Todo eso te marca. Quisiera ir a Nicaragua a ver la tumba de mi hijo y enflorarla. Imagináte que ni eso. Dejás todo, dejás a tus hijos. Yo tengo fe que, la justicia terrenal va a tardar, pero de la justicia divina no se escapan.

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¿Qué tipo de humillaciones ha vivido durante su exilio?

De todo. No esperes que la gente te reciba con los brazos abiertos. Las personas tienen la mentalidad de que venís a quitarles lo que a ellos les corresponde. Es venir a arar el mundo, a comenzar de cero, buscar cómo integrarte y eso.

¿Por qué tomó la decisión de permanecer en el exilio?

Por amenazas de muerte, amenazas de cárcel, de hacerle algo a mi familia. Yo creo que es mejor seguir viva y libre para seguir en la lucha antes de que me encarcelaran o me mataran y a buscar cómo trabajar desde afuera para continuar.

¿Y el resto de su familia en Nicaragua está segura?

Más o menos. Ellos (sandinistas) actúan de manera intimidatoria, pero mi mamá y el resto de mi familia no se meten mucho. Ahí llega la Policía a la casa, pero no les dicen nada. Cuando se aburren se van y la familia tiene mucho cuidado.

¿Piensa regresar a Nicaragua?

Cuando tenga la seguridad pienso que sí, porque uno tiene que regresar a su tierra, la tierra que me vio nacer y la tierra donde está enterrado mi hijo

¿Cree que pueda regresar mientras Ortega esté en el poder?

No, qué va a ser. ¿Quién tiene la garantía de regresar y estar a salvo con Ortega en el poder? Nadie.

¿Qué estaría haciendo Álvaro el día de hoy?

Confiando en la dedicación que tenía Álvaro a sus estudios, al deporte, a sus juegos de anime, pienso que ya estaría por culminar su carrera universitaria, sin duda. Él era muy aplicado y sabía lo que quería.

¿Qué quería estudiar él?

Se estaba decidiendo entre Derecho y Contabilidad. Era muy bueno en matemáticas y física, pero también era bien cuestionador y yo le decía que, si se hacía abogado, si no lo ganaba, lo empataba un caso.

Plano Personal

Lizeth de los Ángeles Dávila Orozco tiene 42 años. Tuvo tres hijos, pero uno de ellos fue asesinado durante las protestas de abril de 2018. Su nombre era Álvaro Conrado.

Es originaria de Managua y se dedicaba a un negocio propio con el que mantenía a sus tres hijos.

Dice que disfruta mucho cocinar y comer gallo pinto, queso frito, tajadas de maduro, el chancho con yuca y el vaho. Desde que partió al exilio hace tres años, no ha podido probar estos platos.

También disfruta de caminar y estar cerca de la naturaleza. Acostumbra a visitar ríos porque el ruido del agua “me hace sentir como que me comunico, como que me acerco a mi hijo cuando me siento en una piedra cerca de un río y escucho”.

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