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Luciano García, presidente de Hagamos Democracia, en el exilio desde 2018. LA PRENSA/ CORTESÍA

Luciano García: “Abril significa el inicio de la muerte del orteguismo”

El presidente de Hagamos Democracia, desde el exilio en Costa Rica, analiza en entrevista con la Revista DOMINGO la situación de los exiliados y la de la dictadura

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Luciano García está en el exilio desde 2018, cuando debió salir a Costa Rica porque Cristhian Josué Mendoza, alias El Viper, lo acusó de ser uno de los proveedores de drogas y armas de los jóvenes que se atrincheraron en la Upoli durante las protestas cívicas de ese año.

García, de 55 años de edad y exconcejal de Managua, afirma que él nunca fue a la Upoli, pero por seguridad procedió a esconderse y seguidamente tuvo que salir del país porque comenzaron a encarcelar a opositores. Ya era presidente de Hagamos Democracia cuando salió al exilio.

En esta entrevista, vía WhatsApp, García habla del trabajo que continúa haciendo a través del organismo que dirige, especialmente con los exiliados. También analiza a la dictadura, a la oposición y el caso de los sandinistas que le están dando la espalda a Ortega.

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García está emparentado con dos personajes opuestos de la historia de Nicaragua: Anastasio Somoza García y Sandino. Su abuelo paterno, que se llama como él, Luciano García, era hermano de Julia García, la madre de Somoza. Además, ese mismo abuelo tuvo una hija con la madre del general guerrillero, que se llamó Manuela, hermana de Sandino.

Sin embargo, García explica que su padre, Horacio García, no era somocista sino conservador, y hasta estuvo encarcelado por Somoza García. García dice que él nunca ha sido sandinista.

¿Mira semejanzas entre los Somoza y Ortega?

Bastante. Los dos, asesinos. Los dos, dictadores. Los dos, desquiciados. Con la única diferencia que, con el nivel de represión que Ortega ha ejercido sobre Nicaragua en estos momentos, triplicó el nivel de represión que tuvieron los Somoza durante sus 45 años de dictadura. Peor que Somoza. Somoza es un aprendiz de Ortega.

¿Qué piensa de Sandino?

Nunca fui sandinista. Pero la imagen de Sandino la han mal utilizado. Si Sandino estuviera vivo, estuviera en el exilio, igual que nosotros. Ortega ya lo habría mandado al exilio, lo tendría preso o lo hubiera mandado a matar. Porque los valores de Sandino eran nacionalistas. Sandino creía en la democracia. Depuso las armas por la democracia y fue asesinado por eso. Ese valor que tenía Sandino no lo tiene Ortega. Sería el principal adversario de Ortega si estuviera vivo Sandino.

He leído que está trabajando bastante con los exiliados.

Desde que me vine a Costa Rica, Hagamos Democracia inició un trabajo para poder orientar a diferentes organizaciones en el tema de la incidencia política, formación política y los acercamientos del exilio con los principales liderazgos y organizaciones en Nicaragua. Hicimos varias actividades y continuamos, promoviendo espacios de diálogo y consenso con diferentes organizaciones, con los liderazgos y organizaciones en Nicaragua.

¿Cuál es la situación actual de los exiliados?

Te puedo hablar de los de Costa Rica. Ha sido muy triste. La gente que salió de Nicaragua, muchos de ellos estaban en los tranques. Muchos de ellos dirigían organizaciones de derechos humanos y organizaciones políticas. La vulnerabilidad económica de esa gente, que tuvo que salir para resguardar su vida, los pasó a un plano de una situación crítica económica, emocional y social. Ellos estaban al principio muy alterados, muy contrariados, adoloridos, por la manera en que tuvieron que abandonar a sus familias. Esa situación generó una dispersión al inicio. Hoy ellos mismos se agrupan para continuar la lucha en diferentes organizaciones. Se han apoyado bastante, en la parte monetaria, en el tema de los refugios, el tema de la asistencia. Esa lucha se ha mantenido y se les ha tratado de solventar a través de otras organizaciones que les han ayudado muchísimo. Hay más de 170 mil solicitantes de refugio aquí en Costa Rica.

¿Cuál es el sentir de los exiliados al ver que han pasado cuatro años desde las protestas de 2018 y la dictadura orteguista se mantiene?

Hay un sentimiento de frustración muy grande. En algunos momentos, con altibajos de desesperanza. Sin embargo, hemos tratado de mantener la llama viva y dándoles esperanzas de que la salida del régimen es una salida que va a ser dentro del marco de una lucha cívica, frontal y fuerte contra el régimen. Sabemos que el régimen ya es ilegítimo, ya hemos constatado las arbitrariedades que el régimen ha hecho. El exiliado en Costa Rica mantiene una llama viva, no pierde las esperanzas de que el régimen va a tener que caer en algún momento. La gente está esperanzada en que haya justicia para las diferentes arbitrariedades que han hecho y que siguen cometiendo. Y siguen en la lucha por la liberación de los presos políticos que existen en Nicaragua.

Cuando habla de justicia, ¿a qué se refiere exactamente?

A que la pareja presidencial, y los que cometieron asesinatos, lleguen al banquillo de los acusados. Una justicia verdadera. No es la justicia que hizo el sandinismo en los años ochenta, cuando hubo una pasada de cuentas, donde cometieron también arbitrariedades. Hemos trabajado muchísimo el tema de la justicia transicional. Cuando hablamos de justicia, hablamos de la instauración, primero, de un Estado de Derecho que permita una recomposición a lo inmediato del sistema judicial, para que se aplique, con todas las evidencias que se tienen, la justicia a las diferentes personas, incluyendo a la pareja presidencial, y empezando desde la pareja presidencial, que deben, en algún momento, ser enjuiciados por crímenes que han cometido y abusos de autoridad que han cometido en Nicaragua con los nicaragüenses, y que han destruido el Estado de Derecho y han instaurado una dictadura dinástica y terriblemente agresiva, represiva, que ha dejado en la historia de Nicaragua una huella profunda como nunca jamás en la historia de Nicaragua.

¿Cómo ha apoyado el gobierno costarricense a los exiliados nicaragüenses?

El gobierno costarricense es muy humanitario. Por su naturaleza, su democracia, ha apoyado mucho a través del sistema de solicitante de refugio. En algún momento, por la cantidad de gente que hay, se ha hecho un poco lento el trámite para que soliciten sus permisos laborales, sobre todo. Pero ya la mayoría puede optar a un permiso laboral, que eso les permite tener un ingreso. Y el gobierno se ha portado muy condescendiente con los refugiados, sobre todo con los nicaragüenses, que saben que están sufriendo, muchos de ellos en situaciones muy vulnerables.

¿Qué sensación hay ahora que habrá nuevo gobernante?

Hay dudas por las declaraciones que dio el presidente electo. Dijo que iba a mandar a un embajador. Yo tengo mucho acercamiento con las autoridades (de Costa Rica). El sistema costarricense internacional de defensa de derechos humanos no va a cambiar. Lo que yo entiendo es que ellos consideran de que es a través del diálogo y las relaciones diplomáticas que pueden ayudar a que el gobierno (de Daniel Ortega) haga condiciones para que en Nicaragua se restablezca el Estado de Derecho y que la democracia vuelva. Ellos creen que lo pueden hacer a través de las instancias diplomáticas.

¿Qué explicación encuentra para que la dictadura se mantenga en Nicaragua todavía?

La dictadura se sostiene por el poder de las armas, del dinero y el control férreo de todas las instituciones. Esa es la única explicación. Cuando vos instauras una dictadura, tenés dinero para controlar a un pequeño puñado de súbditos, que trabajan para el régimen en las diferentes instituciones, donde también los tienen atemorizados y amenazados y con gente con el control de las armas, como la Policía y el Ejército. Eso es lo que los sostiene. Sin embargo, esto no va a poder ser sostenible en el tiempo. En el mediano y el corto tiempo, poco a poco, eso se tiene que ir desgranando porque la gente tampoco va estar aguantando la represión que ellos sienten y agresión hacia los mismos militantes de ellos.

¿Cómo vivió las últimas elecciones presidenciales?

Un dolor terrible, sobre todo de que echaron presos a los principales candidatos a la presidencia. Ortega olió que uno de ellos iba a triunfar por encima de todos. Los candidatos que estaban ahí compitiendo, en el momento en que se juntaran, había un compromiso de ellos de una candidatura única. Iban a arrasar. Y lo vemos con el nivel de abstención del 84 por ciento que hubo. Ese 84 por ciento es el rechazo a la dictadura. Se traduce a que, si en Nicaragua hubiera habido elecciones libres y transparentes, uno de ellos iba a triunfar de manera galopante.

“Abril significa el inicio de la muerte del orteguismo. Eso conlleva a que el triunfo de los nicaragüenses, en retomar la democracia, esté cimentada sobre la lucha de abril. El régimen no puede ocultar tanta represión que hubo en el mes de abril, por más que la pareja presidencial quiera deslegitimar la lucha de abril, no lo puede hacer”.

Luciano García, presidente de Hagamos Democracia

¿Mira a este gobierno cumplir este nuevo periodo presidencial?

Lo veo difícil. Tiene un problema que se le avecina, la ilegitimidad. Le va a cerrar puertas comerciales y esas puertas comerciales son las que de alguna manera le generan ingresos al gobierno. Van a tratar de sostenerse, pero no lo van a lograr. Creo que el gobierno tiene si acaso un par de años más para que venga un declive económico, una hecatombe, que puede incursionar en una implosión interna. En Nicaragua siempre hay panoramas impredecibles, que siempre los nicaragüenses han sabido aprovechar, en momentos críticos. Creo que Ortega tiene contados los días. No creo que termine bien, ni tampoco creo que termine este periodo. En algún momento va a tener que dar condiciones o su misma gente se lo va a pedir.

Además de la ilegitimidad, ¿mira otra fisura en este régimen?

Sí. En todos los niveles. Miro fisuras en el nivel más bajo, que es la militancia, está totalmente diezmada. El Frente perdió el control total sobre esa estructura. Luego miro un segundo plano, que son los servidores del Estado. Se sienten acosados, agredidos y reprimidos. Muchos de ellos no están nada contentos. Permanecen ahí por un tema de cómo llevarles el sustento a sus familias. Este nivel de debilidad se está acrecentando cada día más, por la extorsión y represión que la pareja presidencial ejerce sobre ellos. Luego viene un plano más arriba, que son los servidores de alto nivel, ministros, embajadores, que esos son los que han venido volteándosele al régimen. El caso de Arturo McFields es un buen ejemplo. Ha habido otros que se han ido en silencio. En el tema militar, tanto en la Policía como en el Ejército, miro que, en la medida en que la parte económica se les vaya deteriorando, ellos pueden ser también un elemento de presión, posiblemente el más importante, que obligue al régimen a que dé condiciones para que en Nicaragua haya elecciones libres y transparentes.

Usted ya ha criticado el silencio del Ejército. ¿Ve que ellos puedan cambiar su actitud?

El Ejército es una institución militar de una disciplina terrible, sin embargo, los mandos medios, tenemos entendido, no están contentos, para nada. Eso es una bomba de tiempo. El silencio militar se puede traducir en complicidad hacia el régimen, o, también, se puede traducir en que no hay un respaldo total hacia el régimen. El Ejército tiene mandato constitucional para restablecer la democracia en Nicaragua y los mandos medios no están nada contentos y el régimen está tratando de comprarlos.

¿La oposición cómo está?

Diezmada, debilitada, presa.

¿Hay esperanzas en la oposición actualmente?

Por supuesto que hay esperanzas. Ortega sabía perfectamente que la oposición venía fortaleciéndose, aún con sus imperfecciones. Porque la democracia de esa oposición no es dictatorial. Ahí había diferentes opiniones, pero eso es parte de la democracia. El disentir es parte de la democracia. Pero la decisión de la salida de Ortega a través de las elecciones era unánime. Después de que tomó el poder en su primer mandato, Ortega desmontó a los partidos políticos, descabezó los principales liderazgos y los debilitó. (El liderazgo opositor) se vino recomponiendo a partir del 2018, pero a Ortega se le erizaban los pelos al ver a una oposición con diferentes liderazgos, nuevos. El estado actual es diezmado y debilitado, pero no está muerto. Está en reconstrucción. Está en resistencia. Aunque sus principales liderazgos estén presos no significa que no estamos trabajando.

¿Cuál es su opinión de tomar en cuenta a quienes han salido del sandinismo?

Tenemos una obligación, como nicaragüenses, de retomar a esos sandinistas que ya se dieron cuenta de que no funcionó el sandinismo. Ese sandinismo por el que habían luchado fue traicionado por Ortega. Este sandinismo hay que capitalizarlo y ellos tienen derecho también de luchar al lado de nosotros para sacar a Ortega del poder. Los sandinistas que salgan deben de ser parte del cuerpo de la oposición para poder sacar a Ortega.

¿Qué trato le deben de dar los demás opositores a esos funcionarios sandinistas como Rafael Solís, Arturo McFields?

Darles respeto. He admirado la valentía con la que se han desprendido del régimen. Eso no quita los pecados que pudieron haber cometido en el pasado. Cuando tengamos verdadera justicia en Nicaragua, y si ellos deben algo ante la justicia, se deben de someter a la justicia en la reconstrucción de un país con Estado de Derecho. En lo personal, los felicito por esa valentía. Han puesto en riesgo a sus familias. Esa es la gran esperanza que nos está marcando en este momento, que hay fisuras en el régimen graves y grandes.

Han pasado cuatro años desde las protestas de abril de 2018. Rosario Murillo las descalifica. ¿Qué sensación debe imperar sobre esas protestas?

Abril significa el inicio de la muerte del orteguismo. Eso conlleva a que el triunfo de los nicaragüenses, en retomar la democracia, esté cimentada sobre la lucha de abril. El régimen no puede ocultar tanta represión que hubo en el mes de abril, por más que la pareja presidencial quiera deslegitimar la lucha de abril, no lo puede hacer. Hay tanta evidencia de abuso, de represión, asesinatos y persecución, que no es sostenible, nadie lo cree. Abril es la esperanza de todos, la lucha de todos y el inicio del derrumbe de Ortega y todo lo que conlleva a su alrededor.

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¿Qué piensa cuando escucha a Rosario Murillo?

Me da una sensación de cólera, de impotencia. Una mujer con cero sentimientos, que utiliza y toca a Dios con las manos sucias. Una mujer que para mí tiene un desequilibrio mental terrible, con una obsesión de poder y que me genera mucha repulsión.

¿Y cuando escucha a Daniel Ortega?

Igual o peor. Ortega es utilizado y extorsionado por esa señora, por las violaciones a su hija. Ortega no es el líder que muchos pensaban. Ortega es un hombre con una doble moral, que es el reflejo del hombre inmoral, con falta de valores, igualmente con un desequilibrio mental y una obsesión de poder. Él sabe que en el momento en que lo deje, él va a ser acusado y va a tener que rendir cuentas y va a tener que ser apresado.

Nunca fue somocista ni tampoco sandinista, aunque su abuelo paterno, también llamado Luciano García, era tío materno de Anastasio Somoza García y tuvo una hija con la madre de Sandino. Él es conservador. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal de Luciano García

Luciano Rafael García Mejía nació en Managua el 27 de noviembre de 1966.

Tiene 30 años de casado y tiene dos hijos. Toda la familia está en el exilio, en Costa Rica, desde 2018, tras las protestas de abril de ese año.

Ya había estado en el exilio, en los años ochenta del siglo pasado, a causa del primer régimen sandinista. Regresó a Nicaragua en 1996.

Es ingeniero agropecuario administrador, graduado en el Instituto Tecnológico de Costa Rica.

La mejor manera de divertirse para García es pasar tiempo con sus amigos. “Soy mucho de amigos y siempre trato de reunirme con ellos”, afirma.

García se define como una persona con un humor negro, pero sano. “Me gusta mucho chilear”, expresa.

Además, le encantan los deportes. De joven, en la escuela, jugó fútbol, y luego practicaba el frontón en Casa España y en el Club Terraza.

Entre sus comidas favoritas figuran el gallo pinto, la carne desmenuzada, la carne asada, la tortilla con queso y el vaho. Cuando fue alfabetizador, en 1980, se enamoró del queso y la crema chontaleña con frijoles recién cocidos. El pinolillo es su bebida favorita.

El nacatamal es para los domingos.

Utiliza redes sociales como Twitter y Facebook, aunque ahora poco por la seguridad de la familia.

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