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Rachilde

Marguerite Vallete Eymery (1860-1953) nació en una provincia francesa, hija de un militar quien la rechaza por no haber nacido varón y de una madre con problemas psicológicos. La niña, para compensar su desolación, se complacía leyendo libros precoces para su edad que tomaba de la biblioteca de su abuelo. Comenzó a escribir cuentos a los doce años y desde esa temprana edad cuestiona los esquemas morales existentes de la sociedad. Se interesa por el tema de la identidad sexual y de género. Se dijo que tomó su seudónimo Rachilde de un escritor sueco; otros afirmaban que fue debido al nombre de un ser sobrenatural con el cual conversaba.

Solía presentarse como hombre de letras y de vestir con ropas masculinas. En París contrajo matrimonio con Alfred Vallete, director de la revista Mercure de France de la cual fueron fundadores. En su ensayo: ¿Por qué yo no soy feminista?, dio a conocer su rechazo hacia ese movimiento.

Rachilde cultivó el cuento, la novela, el teatro, el ensayo y artículos periodísticos. Su novela Monsieur Vénus, publicada cuando tenía veinte años de edad, fue un escándalo literario que sembró grandes controversias por su contenido erótico e inconformismo sexual. Fue catalogada como pornográfica en Bélgica donde fue primeramente publicada, luego vedada, confiscada y sancionada con dos años de cárcel —condena que nunca cumplió—. Rachilde, a pesar de haber tenido que expresarse en un ambiente muy adverso logró un gran éxito literario y artístico.

Entre los escritos de Rubén Darío, existen dos de relevancia dedicadas a mujeres: Pórtico para la uruguaya Delmira Agustini, utilizado de prólogo para su libro: Los Cálices vacíos, donde expresa su admiración por la “sinceridad, encanto y fantasía” de la autora. El otro fue dirigido para la peruana, Zoila Aurora Cáceres que igualmente sirvió como prólogo de su libro: Oasis de Arte.

Sin embargo, Darío se vio fascinado por la “diabólica y virginal” Rachilde, de fuerte personalidad, siendo la única fémina incluida en sus Raros.

A pesar de ser clasificada por Darío como un caso “teratológico” —como lo hiciera con la escritora francesa George Sand—, no ignora la gran capacidad artística de Rachilde. Rubén explica que ella tiene “un vivo sentido crítico, descubre en la obra que analiza; las faces más ocultas, con su hábil y rápida perspicacia de mujer […] Tiene palabras especiales […] de una sutileza y malicia que inquietan”. “Es profundamente artista”. “Una amante del verso libre”. “El verso libre, dice a propósito de un libro de su amiga María Krysinka, es un encantador ‘non sens’, es un tartamudeo delicioso y barroco que conviene maravillosamente a las mujeres poetas”.

Refiriéndose a: Monsieur Vénus, Rubén dice: La androginia del florista la explica Aristófanes en El Banquete de Platón. Efectivamente, enumera Platón: “En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy. Primero había tres clases de hombres: los dos sexos que hoy existen y uno tercero compuesto de estos dos, el cual ha desaparecido conservándose solo el nombre. Este animal […] se llamaba andrógino, porque reunía el sexo masculino y el femenino”.

Veamos a continuación este párrafo de Monsieur Vénus cuando el narrador describe a Santiago Silvert: “Valsaba bien aquel villano y su cuerpo flexible, de ondulaciones femeninas, parecía moldeado para aquel ejercicio gracioso. No trataba de sostener a su pareja, sino que formaba con ella un solo cuerpo, un solo busto, un solo ser. […] se imaginaba a la única divinidad del amor en dos personas, al individuo ‘completo’ de que hablan los relatos fabulosos de los brahmanes; los dos sexos distintos en un único monstruo”.

La protagonista de la novela, Raoule Vénérande como subrayara Maurice Barrès en su prefacio es “una prolongación de la vida de la autora”. Raoule es una huérfana que se refugia en las lecturas. Se enamora de Santiago, un florista indigente y afeminado, mientras ella va paulatinamente masculinizándose, manipulando y controlando la relación. Santiago, al no poder corresponder a todas las demandas de Raoule, esta lo lleva hacia la muerte. Finalizando la anécdota cuando Rauole manda a hacer una reproducción de Santiago, incorporándole partes de su cadáver, para continuar la relación con la nueva creación monstruosa, más allá de su muerte.

Darío en su semblanza llama a la autora “madama la Anticristesa”, por ser una “satánica flor de decadencia”, para finalmente redimirla utilizando: “Una paginita magistral, inocente y hasta santa que escribió la autora con el título: Imagen de Piedad”. […] Texto poético y delicado en el cual Rubén se apoya. Allí, “Rachilde da a conocer el fondo de amor y de dulzura que hay en el corazón de la terrible Decadente”. Rachilde, la Perversa, habría sido disputada entre Dios y el diablo, según Louis Dumur. […] “Rachilde se salvaría, siquiera fuese por la intercesión del viejo campesino y por la apoteosis de Martín, el cual también rogaría por ella… ¿No se salvó el Sultán del poema de Hugo, por la súplica del cerdo?” (Darío).

Efectivamente Hugo en su poema: Sultán Mourad, rescata de la justicia divina, el alma del emperador.
Marguerite a pesar de ser llamada por Rubén “extraña y escabrosa”, pudo seducir más al poeta que el mismo Baudelaire con todo y sus poemas, algunos igualmente censurados. Al incorporarla entre sus Raros, la redime de los tabúes sociales y la superflua crítica, haciéndonos recordarla no por sus excesos, sino por su genialidad y por el arte de su creación.

La autora es máster en literatura Española.

Opinión literatura Rachilde Rubén Darío archivo
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