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Sandinistas invaden la Universidad Centroamericana (UCA). Óscar Navarrete/LA PRENSA

Acecho a la UCA: una vieja práctica sandinista

Daniel Ortega y sus hijos estudiaron ahí y ahora la asfixia. Lo mismo hizo en los ochenta con presiones políticas y económicas, restructuración de carreras, la imposición de un manual cubano para la enseñanza, entre otras cosas, terminaron por hacer que la UCA casi cerrara.

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Estos años no ha sido la primera vez que la Universidad Centroamericana (UCA) ha estado bajo presiones de los sandinistas. Ya había sucedido en los ochenta, cuando el partido rojinegro estaba en el poder.

“No es que la UCA fuera una gran crítica en ese entonces, pero había mucha desconfianza en los jesuitas”, dice un viejo cuadro del Frente Sandinista que prefiere omitir su nombre.

En julio de 1979, tras la huida de Anastasio Somoza Debayle y la asunción del Frente Sandinista al poder, en el país, además de algarabía por haber dejado atrás una dinastía de más de 40 años, también había mucha incertidumbre sobre lo que se venía.

“La derrota total del somocismo abre posibilidades inmensas para algunos y temores crecientes para otros. La UCA no es una pieza ajena a los cambios”, relata el vicerrector de esta universidad Enrique Alvarado Martínez, en su libro “La UCA: una historia a través de la historia”.

En los ochenta, “la UCA era sandinista”, dice Marcela Ríos, una exestudiante de esta universidad que pasó por las aulas entre 1986 y 1988.

“Era complicado estudiar. Estaba la guerra, había una crisis horrible y yo me tuve que salir por eso, porque tenía que buscar trabajo para comer”, cuenta Ríos. De eso también fueron responsables los sandinistas, considera Ríos.

La UCA fue fundada en 1961 y empezó a funcionar en una casa grande que era alquilada. ARCHIVO/IHNCA

Dejó de ser privada

Una de las políticas que implementó el gobierno revolucionario de la época era que la enseñanza debía ser gratuita. “Lo considerábamos como uno de los logros de la revolución”, explica el viejo cuadro del Frente Sandinista que se ha separado de ese partido.

Es por ello, que todas las instituciones de educación superior, pasaron a ser públicas y en su mayoría a depender del Estado.

Desde su fundación en junio de 1961, la UCA había sido privada. Empezó ofreciendo tres carreras profesionales: Ingeniería, Administración de Empresas y Derecho. Luego se agregaron carreras como Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Las clases, inicialmente se impartían de cuatro de la tarde a nueve de la noche. “Se adopta este horario vespertino para facilitar los estudios universitarios a personas que trabajan”, según un documento publicitario que circuló en marzo de 1961.

La matrícula tenía un valor de 125 córdobas de la época y luego se pagaba doce mensualidades de la misma cantidad. La UCA también recibía contribuciones monetarias de empresas y particulares, con la cual se creó un fondo de becas para estudiantes de escasos recursos.

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Los primeros años funcionó en una casa grande alquilada a un señor de nombre Juan Navarro, e inició con una matrícula de 326 estudiantes. El padre León Pallais fue el primer rector de la universidad.

Después de la casa alquilada, la UCA se trasladó al lugar donde se encuentra hoy. Ese terreno era propiedad de la familia Somoza Debayle. “La ubicación del terreno fue decidida finalmente por el propio padre León Pallais, a quien acompañó el presidente del República, Luis Somoza, en representación de su familia, a la finca de la cual se iban a desmembrar los terrenos para la UCA. En un principio se había decidido la donación de 10 manzanas, las cuales el padre Pallais creía que serían suficientes”, indica el vicerrector en su libro.

La universidad se definía como una institución católica “pero abierta a estudiantes pertenecientes a todos los credos. Una Universidad dirigida por los padres jesuitas, con colaboración de profesores seglares nacionales y extranjeros”, se lee el afiche publicitario.

En un artículo de opinión publicado en LA PRENSA en 2020, el exministro de educación, Carlos Tünnerman dice que la UCA ha mantenido esta identidad en sus más de sesenta años de trayectoria.

Entre los primeros estudiantes de la UCA, se puede contar a Daniel Ortega, aunque no terminó la carrera de Derecho porque se integró al Frente Sandinista en 1963.

Cuando los sandinistas llegaron al poder, la UCA tuvo que pasar a ser una universidad pública y empezó a depender económicamente del Consejo Nacional de Educación Superior (CNES), que en varias ocasiones cortó presupuesto.

Además, el régimen sandinista solicitó tener un representante en la Junta de Directores de la universidad y la UCA aceptó por presiones y condicionamiento del presupuesto, explica el exvicerrector en el libro.

Para mediados de los ochenta, la UCA no había podido mejorar la infraestructura que había sido destruida con el terremoto de 1972. ARCHIVO/IHNCA

Las influencias del Frente Sandinista

Para finales de 1979, el padre Amando López fue nombrado rector de la Universidad. López había sido maestro “de varios dirigentes de la triunfante revolución. Él mismo no oculta sus simpatías por la revolución e inclusive antes del triunfo había mantenido relaciones y comunicación con algunos de sus dirigentes”, relata Martínez en su libro.

A López se le recuerda como un negociador y casi siempre pudo relajar las tensiones con el gobierno sandinista, sobre todo cuando al país llegó una comisión de especialistas cubanos para estudiar y recomendar la orientación y estructuración que debía tener la educación superior en Nicaragua.

En 1980, la comisión de cubanos, invitados por los sandinistas, divulgó “El libro azul”, llamado así por el color de su portada. No era más que un modelo de educación que parecía “una copia bastante fiel del sistema utilizado en Cuba y en la Unión Soviética”, menciona Martínez.

El libro azul proponía una transformación radical en las carreras y la metodología que se implementaría. En el caso de la Escuela de Ciencias de la Comunicación, el documento mencionaba que como existía ya una Escuela de Periodismo en la UNAN, la de la UCA era innecesaria.

La universidad estaba expuesta a la verticalidad del CNES donde no había producción de ideas y se ejecutaban planes elaborados por actores externos, “fuera del conocimiento de los involucrados directamente en el proceso de enseñanza”, relata Martínez. Había una “fuerte influencia de técnicos cubanos”, añade.

El vicerrector también resalta que había una “excesiva influencia” de cuadros del Frente Sandinista en las decisiones de la UCA, lo cual era cuestionado por los jesuitas, además de funcionarios y profesores de la universidad.

“También la facilidad de ceder a la línea política del gobierno en todo cuanto a la universidad se pedía. Se señalaba que el padre rector accedía con el objeto de agradar a los dirigentes de la revolución y a los representantes del Frente Sandinista en la universidad. Lo que tal vez no alcanzaba a entender la crítica era el nivel de presión y la situación de amenaza que pendía sobre la UCA, en un momento cuando el Frente Sandinista tenía en sus manos capacidades ilimitadas para implementar su sistema”, dice Martínez en su libro.

El exmiembro del Frente Sandinista dice no recordar a cabalidad todas las presiones que el gobierno hacía a la UCA, pero comenta que cuando la universidad no cedía, “les pasaban la cuenta en el presupuesto”.

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Por otro lado, el presupuesto de la UCA no solo era reducido por cuestiones políticas, insiste el viejo cuadro del partido rojinegro. También tuvo mucho que ver la crisis económica, la guerra civil y que el gobierno priorizaba a otras instituciones como el Ejército. “Eran tiempos difíciles y en tiempos difíciles lo primero que se recortaba es cultura, deportes y universidades”, comenta.

En 1982, el padre Miguel Ángel Ruiz, “el chele “, como le decían sus cercanos, fue nombrado rector. Bajo su administración, crecieron las tenciones entre el clero y el gobierno, y hasta tuvo que lidiar con asonadas y protestas de sindicatos controlados por el Frente Sandinista.

En una ocasión, cuenta el exvicerrector, Ruiz fue llamado a Roma para tener entrevistas “al más alto nivel” que incluía la Secretaría del Estado Vaticano. Debía responder a dos preguntas: si la UCA era católica y si la UCA era marxista.

“Aclarada la primera pregunta, en el sentido de que la Universidad no es una Universidad Católica, sino de inspiración cristiana, el Vaticano se retira del asunto”, cuenta Martínez.

Las organizaciones de base, como las llamaba el Frente Sandinista, se preguntaban constantemente cuáles eran las instrucciones que había recibido Ruiz en Roma. Él evitó aclaraciones argumentando razones de su sacerdocio, pero los sindicatos y organizaciones controladas no quedaron satisfechos y comenzaron a crear protestas y disturbios en la universidad, que poco a poco se fueron ahogando por el incremento de la guerra con la contra y la crisis económica.

Más mujeres que hombres

“Yo entré en el 86 y no había chavalos. Había una época donde solamente mujeres había en las aulas. Ni profesores varones había”, cuenta Marcela Ríos.

Para aquellos años, la mujer cuenta que la mayoría de jóvenes varones estaban en las montañas, cumpliendo con el Servicio Militar Patriótico, o escondidos en las ciudades. Muy pocos se encontraban en las aulas y pasillos de las universidades.

Esto mismo lo confirma el exvicerrector en su libro, que detalla que la matrícula de la UCA en 1988 era de 4,243 estudiantes y el 70% eran mujeres.

Los sandinistas habían llevado a cabo un proyecto para especializar a las universidades. A la UCA la desprendieron de las ingenierías y se fundó una nueva casa de estudios: la Universidad Nacional de Ingenierías (UNI). La UCA se quedó dedicada exclusivamente a las humanidades.

Esto le ocasionó problemas económicos a la UCA. Se redujo su población estudiantil y los costos generales se mantuvieron. “Era inviable económicamente”, cuenta el exvicerrector.

El gobierno sandinista de la época tuvo que darle un subsidio a la UCA después de haber trasladado las carreras de Ingeniería, y también carreras de psicología, sociología y periodismo de la UNAN a la UCA.

En 1984, la universidad tenía un total de 4,922 alumnos y en 1985 tenía 3,588 estudiantes. Una reducción del 37%. Para entonces, la UCA no había podido reparar por completo los estragos que había dejado el terremoto de 1972.

“Los estudiantes sabíamos que no había dinero y el que el gobierno presionaba mucho a los padres (Rectores), pero en ese entonces yo estoy chavala, no me preocupaba por eso”, comenta Ríos.

Para la segunda mitad de los ochenta, el rector fue el padre César Jérez, con quien hubo un periodo de recuperación en la universidad.

En 1989, el CNES redujó al mínimo el presupuesto de la universidad y esta tuvo que hacer recortes en gastos. Según Martínez, 94 cargos tuvieron que ser retirados, también desaparecieron los departamentos de Investigación y de Posgrado.

El siguiente año, fue de luz y esperanza para la población nicaragüense con la llegada al poder de Violeta Barrios de Chamorro. Eran el fin de la guerra, empezaba un periodo democrático y la UCA terminaba de consolidar su autonomía institucional.

La matrícula de la UCA en 1990 era de 4,636 estudiantes y tenía una planilla de 268 profesores de tiempo completo, 15 de medio tiempo y 202 horario. Algunas carreras como Ciencias de la Comunicación reaparecen en la oferta de la universidad.

Casi siempre los estudiantes han liderado protestas sociales. En 2018, encabezaron las protestas por el incendio de la reserva Indio Maíz con la que inició represión policial que desató la crisis política. ARCHIVO/IHNCA

UCA y los sandinistas

Algunos viejos cuadros, guerrilleros y personalidades del Frente Sandinista estudiaron en la UCA. Casimiro Sotelo, Igor Úbeda y Julio Buitrago, por mencionar algunos.

La UCA también fue una de las trincheras del Frente Sandinista y la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), para las protestas del seis por ciento constitucional en los años noventa, cuando Daniel Ortega gobernaba desde abajo. Salían a las calles a protestar de forma pacífica y luego se tornaban en protestas violentas.

También estudió ahí Bayardo Arce, y al menos dos hijos de Daniel Ortega. En diciembre de 2004, Juan Carlos Ortega Murillo se graduó de la carrera de Comunicación Social. También Daniel Edmundo Ortega Murillo se graduó de sociología en esta universidad.

Sin embargo, la UCA hoy es presionada nuevamente por los sandinistas en el poder con Daniel Ortega a la cabeza, reduciendo su partida presupuestaria desde 2018, obligándola a incrementar costos de aranceles y reducir el número de becas con las que beneficia a cientos de estudiantes de escasos recursos.

El expresidente de UNEN, Luis Andino, anunció en un acto público en 2019 frente a Daniel Ortega y Rosario Murillo que solicitarían eliminar de la asignación presupuestaria a la UCA, lo cual, a juzgar por los hechos, Ortega ha empezado a ejecutar.

El doctor Tünnerman, en su artículo de opinión concluye que “la UCA destina buena parte de su solicitud del seis por ciento estatal al fondo de becas y otras formas de ayudas para estudiantes de recursos limitados o provenientes de los departamentos. La UCA nunca ha sido una universidad elitista. La composición de su matrícula demuestra que en ella estudian jóvenes que provienen de los diferentes estratos sociales. Lo que hoy es y representa la UCA, es el resultado de los meritorios esfuerzos de los magníficos rectores que han estado al frente de la institución, incluso en tiempos difíciles, enfrentando toda clase de dificultades, desde un terremoto que destruyó parcialmente sus edificios hasta presiones políticas, reducciones arbitrarias de su designado estatal, intimidación policial constante en estos últimos años y hasta amenazas de muerte para su actual rector”.

La Prensa Domingo Daniel Ortega Nicaragua UCA archivo

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