La toma de posesión presidencial de Daniel Ortega de este lunes 10 de enero será la quinta de su vida desde que llegó al poder por primera vez tras las elecciones de 1984 y la cuarta de forma consecutiva desde que regresó a la Presidencia en 2007. Ese año, 13 mandatarios lo acompañaron, hoy tendrá a más de 300 invitados, ninguno de relevancia diplomática, y, en cambio, serán quienes participaron el 7 de noviembre como “acompañantes electorales” en las votaciones —sin oposición y con un sistema electoral controlado— donde Ortega se asignó la Presidencia junto a su esposa Rosario Murillo en la Vivepresidencia.
Cuando Ortega tomó el poder oficialmente tenía 39 años y anteriormente había estado al frente de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979 y 1985) que se impuso en el país luego del derrocamiento de la dictadura somocista en julio de 1979. Cinco años después, el 4 de noviembre de 1984, se realizaron las votaciones presidenciales en un contexto de guerra civil entre los sandinistas que se tomaron el poder por las armas y los miembros de la Contrarrevolución.
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En los comicios que se realizaron bajo el control total del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), hubo una serie de quejas de parte de los opositores liberales y conservadores, entre esto las denuncias de sabotajes a sus reuniones políticas de parte de las llamadas “turbas divinas”. Finalmente, los principales opositores políticos liderados por Arturo Cruz Porras (padre del actual preso político Arturo Cruz Sequeira), se vieron obligados a renunciar a sus postulaciones electorales e inevitablemente los sandinistas, encabezados por Ortega, se hicieron con el poder.
El FSLN dejó el poder tras las elecciones de 1990, en las que fue derrotado por la Unión Nacional Opositora (UNO), que lideró Violeta Barrios de Chamorro.
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En 2007 Ortega volvió a la silla presidencial, esta vez en una país en paz, con una economía estable y con procesos electorales democráticos. Sin embargo, a partir de entonces y por los últimos quince años, Ortega ha retenido el poder con fraudes electorales, manipulación de las leyes y violencia armada contra todo tipo de protesta, oposición y crítica. El Consejo Supremo Electoral (CSE), que volvió a proclamar a Ortega presidente de Nicaragua tras las votaciones del 7 de noviembre 2021, está conformado en su mayoría por declarados miembros del FSLN, leales a Ortega y a su esposa y cogobernante, Rosario Murillo.
Este último año electoral estuvo marcado por la detención, encarcelamiento y judicialización de los más destacados opositores, entre estos siete aspirantes presidenciales. Otros opositores huyeron del país y se encuentran en el exilio por las amenazas del orteguismo. Nicaragua hoy es un país en el que no se permite ningún tipo de crítica u oposición pública.
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Debido a todo esto, la toma de posesión de este lunes 10 de enero se hará en un contexto de rechazo internacional, en el que no se esperan ver numerosos jefes de Estado acompañar a Ortega y a Murillo. Se esperan las delegaciones habituales de sus aliados políticos como Rusia, Venezuela, Cuba y Bolivia, aunque hasta ahora ninguno de los presidentes de esos países ha confirmado su asistencia. También se esperan delegaciones de China y otros países del lejano oriente y de África, con los que Ortega ha entablado amistad a falta de apoyo de los países de la región.
Acompañantes electorales ahora como invitados
El pasado miércoles 5 de enero, Rosario Murillo, quien también es la vocera oficial del régimen orteguista, anunció que “más de 300 hermanos de distintos países” participarán en el acto. “Estamos preparándonos para la juramentación el pueblo presidente el 10 de enero, tenemos visitantes que nos llegan de todas partes. Tenemos hermanos que han sido acompañantes electorales y ahora nos acompañan en la juramentación del pueblo presidente”, dijo Murillo a través de los medios de comunicación oficialistas, que controlan sus hijos.
El exdiplomático y analista político en el exilio, Oscar René Vargas, valoró que si el lunes ningún jefe de estado o presidente de Gobierno asiste a la nueva toma presidencial de Ortega, demostraría que ni sus aliados políticos “le dan la fuerza necesaria para contrarrestar la falta de legitimidad del régimen”.
“El hecho que no venga ningún jefe de estado significa que esa toma de posesión presidencial es considerada no importante. La importancia de una toma de posesión está dada por la importancia de la delegación que asista”, manifestó Vargas. Además, el analista político reiteró que la falta de presidentes será una muestra del aislamiento internacional del régimen.
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El otro elemento a destacar, según Vargas, es el número de delegaciones oficiales. “Pocas delegaciones importantes a nivel de ministros. Puede haber delegaciones encabezadas por embajadores, lo que demuestra la falta de importancia de la toma de posesión para los gobiernos”, dijo Vargas. El exdiplomático agregó que ante la falta de delegaciones oficiales a nivel gubernamental, “el régimen ha adoptado la táctica de invitar a personas sin ninguna representación oficial”. “Esas invitaciones es para rellenar el vacío oficial”, aseguró.
Para este año el único mandatario que estará presente, según diplomáticos acreditados en Managua y que pidieron el anonimato, será Nicolás Maduro. En el caso de Cuba, el otro gran aliado de Ortega, enviaría al primer ministro Manuel Marrero (no asisitirá el presidente Miguel Díaz-Canel), mientras que por Bolivia asistiría el viceministro de Relaciones Exteriores, Erwin Mamani Machaca y no el presidente Luis Arce. Sería la primera ocasión en que ningún gobernante centroamericano acompañe a Ortega.
10 de enero 2017
La última toma de posesión de Ortega fue el 10 de enero de 2017, en la que ya se notó poca asistencia de presidentes y jefes de Estado, tras unas elecciones que se caracterizaron por la exclusión de la oposición, el control de Ortega en el sistema electoral, la escasa participación ciudadana y fue la primera vez que Murillo se presentó como candidata a vicepresidenta del pais. Solo cinco gobernantes acompañaron a Ortega, ocho menos que en 2007.
De la región latinoamericana llegaron el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; el entonces presidente de Bolivia, Evo Morales; el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández; el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez, y la presidenta de la República de China (Taiwán), Tsai Ing-Wen, país con el que el pasado 2021 Ortega rompió relaciones.
De parte de Cuba asistió el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, quien ahora es presidente. También asistieron el Ministro del Interior de la Federación de Rusia, Vladimir Kolokoltsev; el enviado Especial del Papa Francisco, nuncio León Kalenga; el Nuncio en Nicaragua Fortunatus Nwachukwu, entre los más importantes.
A esta investidura no asistió el rey de España, Felipe de Borbón, quien asistió a las tomas presidenciales de 2012 y 2007 como príncipe.
10 de enero 2012
En 2012, cuando Ortega se reeligió de forma ilegal —violando el artículo 147 de la Constitución Política, que prohibía la reelección presidencial consecutiva—, asistieron siete mandatarios o lideres de Estado.
En esta toma coincidieron particularmente el entonces príncipe de Asturias, Felipe VI (ahora rey de España) y el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad; el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez; el entonces presidente Guatemala, Álvaro Colom; el también entonces presidente de El Salvador, Mauricio Funes (ahora asilado en Nicaragua); Ricardo Martinelli Panamá y Porfirio Lobo de Honduras.
10 de enero 2007
En 2007, cuando Ortega retornó al poder, asistieron 13 mandatarios de diferentes países, pero quienes más destacaron por su cercanía con Ortega fueron Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia.
Otro personaje que siempre destacó entre los asistentes es el príncipe Felipe en representación de la Corona Española; la secretaria de Estado Iberoamericana, Trinidad Jiménez y, el entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.
El presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, también asistió acompañado con una comitiva de 200 personas, integrada por funcionarios de Gobierno, empresarios privados y periodistas de distintos medios de comunicación del país asiático.
La delegación norteamericana estaba integrada por Mike Leavitt, secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, el secretario adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, y el director ejecutivo de la corporación Cuenta del Milenio, John J. Danilovich, además del embajador norteamericano en Nicaragua, Paul Trivelli.
La primera investidura de Ortega en enero 1985 contó con la destacada asistencia del dictador cubano Fidel Castro, el presidente de Yugoslavia, el presidente de Surinam, vicepresidentes y cancilerres.