La actual y gran disyuntiva del próximo gobierno de Gabriel Boric en Chile es concretar un sistema de gobierno donde la macroeconomía es el principal actor; en ese sentido, estará por definir si soslayadamente continúa la senda de sus predecesores de la Concertación Política o, la senda de la política progresista, inclusiva, originaria, revolucionaria y varios etc., en que la economía de decrecimiento es su norte, y afín con sus ideales y del partido comunista; muy complejo de concretar a mi juicio en un socialismo del siglo XXI versión 2 que asume la izquierda que practica la democracia para acceder como gobernar.
Boric modificó su programa original de las primarias hasta convertirlo en el ganador del balotaje nacional por concepto de transformaciones más que refundaciones de la institucionalidad; así, cautivó votos del centro que fueron antagonistas en primarias generales. No obstante, por las imprecisiones hoy día, a escasos de su victoria, la duda está sembrada ¿Cuál Boric gobernará; el de las primarias, ¿el de la primera vuelta o el del balotaje? Consecuentemente, ¿Cuál sistema económico?
Su estrategia de campaña se basó mayormente en tres aspectos: promesas con respaldo de eminentes personajes criollos y extranjeros, desprestigio del adversario y de inculcar temor a no pertenecer a la lista ganadora. Los dos primeros fueron vitales. Logró una diferencia tácita de 11 puntos.
Del desprestigio del adversario, ni hablar, calificándolo de nazi, machista, antifeminista, antiambientalista, anti-LGBT, pinochetista, dictadorcillo, ultra extrema derecha, anti emigrantes, anti-ONU, favorecedor de ricos y explotadores, etc., que fueron bien vendidas y que J. A. Kast con cualidades tranquilas de razonamiento y lógica honesta, no entró en una defensa ardiente de convicciones y principios por temor quizás a ser calificado de populista.
De las promesas, de percibirse en primarias habría un actuar tácito e inmediato apenas accediera a la presidencia, ya han surgido voces que serán paulatinas. La razón, se requiere enorme inversión y capacidad técnica y política que su conglomerado joven victorioso no posee; además, de la competencia interna con el partido comunista. Indudablemente, produce nerviosismo en empresarios, MiPyMes y ciudadanía en general quienes se preguntan por el nombre del ministro que tomará este reto en una economía liberal tradicional con cambios sustanciales, o en una economía del decrecimiento. En lo segundo, no aparece alguien experimentado, ni dispuesto al riesgo histórico ¿qué hacer?
En chile el ministerio de Hacienda y el Banco Central son vitales; en el segundo, sus directivos son una correlación de varios poderes; en el primero, es prerrogativa del presidente.
Del equipo económico de personajes que respaldaron públicamente la campaña de G. Boric, uno premio nacional, otro directivo banco central y un exministro, se han anticipado y declinado asumir esa cartera importante, manteniéndose consejeros desde los santuarios académicos; ¿por qué? ¿No es posible ese programa en ninguna de sus dos versiones que satisfaga la izquierda como el centro político? Ellos han dado una mala señal de consecuencia profesional, como de una maquinaria propagandística capaz de promover expectativas que prontamente son desilusionantes.
La coyuntura no está fácil; por ambos caminos hay trabajo forzado sea dentro lo racional y tradicional o dentro la economía de lo incomprensible.
Consciente de ello, han decidido llamar al rescate desde la ex Concertación a viejos estandartes con experiencias, en especial del Partido Socialista, del que estimo saldrá este importante ministro que asumiría ese reto dual, aún sea incierto el sistema por gobernar que, por cierto, también podría ser gradual.
El autor es ingeniero civil.