14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Ortega y el FSLN sacaron al dictador Somoza tras una resolución de la OEA. El ahora dictador Ortega prefiere sacar a Nicaragua de la OEA antes que acatar una resolución de la OEA que le exige democratizar el país. LA PRENSA/ ARTE/ FÉLIX CASTILLO

Cuando Daniel Ortega ordenó a Miguel d’Escoto denunciar a Somoza en la OEA

Entre las muchas razones que pudieron acelerar la caída de Somoza del poder, la única que el dictador plasmó en su renuncia fue una resolución de la OEA. Esta es la historia de cuando Panamá le cedió su asiento en ese organismo a los sandinistas para que denunciaran a Somoza y fuera declarado ilegítimo

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

“Consultados los gobiernos que verdaderamente tienen interés de pacificar al país, he decidido acatar la disposición de la Organización de los Estados Americanos y por este medio renuncio a la presidencia a la cual fui electo popularmente. Mi renuncia es irrevocable”.

Esas palabras están en la carta de renuncia de Anastasio Somoza Debayle presentada cuando fue expulsado del poder en julio de 1979.

Se han dilucidado varias causas para explicar la caída de la dictadura somocista, entre ellas que se había quedado sin municiones para enfrentar a los guerrilleros sandinistas y que el asesinato del periodista estadounidense Bill Stewart hizo que Estados Unidos le quitara el apoyo. Tampoco tenía dólares para comprar armas, solo córdobas que no le servían a nivel internacional.

Sin embargo, la única razón que escribió en su renuncia fue una resolución que el 23 de junio de 1979, unas tres semanas antes de la salida de Somoza, 17 países aprobaron en la OEA pidiéndole su salida del poder.

Anastasio Somoza Debayle habla con el “comandante Bravo”, a la par de un corresponsal extranjero, sobre los mapas de guerra en la zona sur de Nicaragua, poco después de haber iniciado los sandinistas la denominada Ofensiva Final, que terminó en el derrocamiento de la dictadura somocista. LA PRENSA/ CORTESÍA/ IHNCA

Aunque en la actualidad el dictador Daniel Ortega ha preferido hacer que Nicaragua deje ser parte de ese organismo americano, y no acatar lo que le ha pedido para retorne la democracia al país, en aquel momento Ortega y el FSLN acudieron a la OEA para provocar la caída de Somoza, lo cual les permitió a los sandinistas alcanzar el poder.

El ya fallecido sacerdote Miguel d’Escoto, excanciller de los sandinistas, reveló en una entrevista en 2011, a la página web Tortilla con Sal, que fue Daniel Ortega quien le ordenó que asistiera a la OEA para denunciar a Somoza en la sesión en que los 17 países aprobaron pedir la renuncia al dictador.

Lea también: Asamblea General de la OEA aprueba resolución que declara ilegítimas las elecciones de Nicaragua

En los últimos años se ha visto como se ha exaltado a la figura de Ortega, haciéndolo aparecer como omnipresente en la lucha contra Somoza e invisibilizando a otros destacados guerrilleros. Sin embargo, algunos exguerrilleros comentaron a la revista DOMINGO que es muy posible que la revelación de d’Escoto sea cierta, porque en aquel entonces el cura obedecía a la facción del FSLN llamados los Terceristas, que era liderada por los hermanos Ortega.

Esta es la historia de cómo los sandinistas se apoyaron en la OEA para derrocar a Somoza, a pesar de que hoy Daniel Ortega reniega de ella.

Las operaciones limpieza que hacía Somoza, en la última etapa de la insurrección, causó la muerte de miles de nicaragüenses. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

Los derechos humanos

En 1976, cuando la Guardia Nacional mata al fundador del FSLN, Carlos Fonseca, Somoza creía que tenía casi liquidados a los sandinistas.

Diezmados porque muchos de sus líderes habían muerto a manos de la Guardia, los sandinistas intentan desde octubre de 1977 realizar ataques a cuarteles de la Guardia para crear un impacto mediático en la guerra para derrocar a Somoza.

Repiten ataques en septiembre de 1978 cuando logran triunfos que Somoza repele con las llamadas “operaciones limpieza”, en las que la Guardia Nacional recuperaba ciudades que estaban tomadas por los sandinistas. Lo hacían a sangre y fuego, matando hasta a civiles dejando caer bombas sobre las casas desde las avionetas denominadas “Push and pull”, mientras que por tierra avasallaban con tanquetas y artillería.

Lea también: Ortega renuncia a la OEA e inicia el proceso de salida de Nicaragua del organismo

La situación comienza a preocupar a los países de América. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denuncia que la guardia somocista estaba cometiendo “asesinatos masivos de menores y ejecuciones sumarias de civiles durante allanamientos de viviendas”.

En 1977, los sandinistas habían propiciado la conformación del Grupo de Los Doce, conformado por intelectuales y empresarios que le servirían al FSLN como embajadores fuera de Nicaragua. Este grupo comenzó a crear relaciones con algunos países, especialmente México, Costa Rica, Panamá y Venezuela.

Según diversos escritos, esos cuatro países comenzaron a impulsar una reunión en la OEA para que se emitiera una resolución que obligara a Somoza a salir del poder, porque la situación de los derechos humanos era grave.

El Grupo de los Doce mantenían buenas relaciones con países que ayudaron al FSLN a alcanzar el poder. Humberto Ortega aparece en esta imagen pero no era parte del grupo. LA PRENSA/ CORTESÍA

El 2 de septiembre de 1978, a petición de Venezuela, se instala la decimoséptima reunión de consulta de los ministros exteriores de América, entidad relacionada con la OEA, la cual se puso como objetivo no concluir hasta que se arreglara la situación en Nicaragua.

Al principio Estados Unidos intentaba evitar que llegaran al poder los sandinistas, de tendencia izquierdistas, tildados de comunistas y amigos de Fidel Castro, de modo que procuraban “un somocismo sin Somoza”.

La resolución en la OEA se “cocinaba” mientras en Nicaragua el FSLN continuaba combatiendo a Somoza en una guerra civil que provocaba gran cantidad de personas civiles asesinadas. Según la CIDH, en los últimos 10 meses de la insurrección fueron asesinados 35 mil nicaragüenses.

Somoza, en sus memorias Nicaragua traicionada, explica que él veía a la OEA como un instrumento para garantizar la paz, pero se decepcionó desde 1977 cuando se envió una comisión de paz para verificar una denuncia de Costa Rica sobre que la guardia somocista invadía su territorio, cuando en octubre de ese año los sandinistas atacaron San Carlos, Río San Juan y huyeron hacia suelo tico. La OEA condenó a Nicaragua como país agresor.

“Desde ese momento en adelante, sentí realmente que los Estados Unidos habían salido en busca de mi cabeza”, indicó Somoza.

Convocatoria en la OEA

Era junio de 1979. Los sandinistas habían iniciado la ofensiva final. Para contrarrestarlos, Somoza ejecutó nuevamente operaciones limpiezas. La Guardia utilizó a unos 2,000 efectivos y fuerzas élite que dirigía Anastasio Somoza Portocarrero, apodado “El Chigüín”.

Lea también: Proceso de salida de Nicaragua de la OEA no impide la aplicación de la Carta Democrática, señalan especialistas

Durante las operaciones, la Guardia limpiaba de guerrilleros sandinistas las áreas y barricadas que eran instaladas en las calles. Para ello, adelante iban los guardias disparando y, en la mayoría de las ocasiones, acompañados de una tanqueta, principalmente para intimidar.

En realidad, según indican los exguerrilleros sandinistas, como Moisés Hassan, las operaciones limpieza eran más que limpiar las calles de barricadas, ya que mataron a mucha gente, incluso a jóvenes, sobre los cuales los guardias presumían que más adelante podían unirse al FSLN y luchar contra la Guardia.

A Jimmy Carter (izquierda) los somocistas lo señalan de haber ayudado a los sandinistas a llegar al poder. Somoza lo llamó traidor. Los sandinistas dijeron que Carter intentó evitar que ellos lograran el poder. LA PRENSA/ ARCHIVO

Los Estados Unidos, con Jimmy Carter como presidente, se alarmaron porque militarmente había avance de los sandinistas. Además, el 16 de ese mes de junio de 1979, se creó en Costa Rica una junta de gobierno que asumiría para sustituir a Somoza y estaba conformada por cinco personas, tres de ellas afines al FSLN, entre ellos Daniel Ortega, actual dictador de Nicaragua. Esa junta nombró al sacerdote Miguel d’Escoto como el ministro de Asuntos Exteriores del nuevo gobierno.

Con urgencia, los Estados Unidos propiciaron una sesión iniciada el 20 de junio, siempre dentro de la decimoséptima reunión de consulta de los ministros exteriores, para tratar el problema de Nicaragua.

La orden de Daniel Ortega

Miguel d’Escoto Brockmann nació en Los Ángeles, California en 1933. Su padre era diplomático nicaragüense. Siendo niño su familia se trasladó a Nicaragua, pero en 1947 regresó a Estados Unidos para estudiar.

En 1953 se hizo sacerdote de la orden misionera Maryknoll, pero simpatizaba con la Teología de la liberación y se unió en secreto a los sandinistas en los años setentas.

Cuando nació el Grupo de los Doce, fue uno de sus miembros y el 16 de junio de 1979 la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) lo hizo ministro de Relaciones Exteriores cuando todavía no había caído Somoza.

Miguel d’Escoto (derecha) cuando representaba a Nicaragua en la ONU. LA PRENSA/ ARCHIVO

En una entrevista con Tortilla con Sal, d’Escoto cuenta que el 20 de junio de ese año escuchan por la radio, en Costa Rica, que habría sesión de los ministros de Relaciones Exteriores en la OEA.

–¿Estás oyendo? –le preguntó Daniel Ortega.

–Sí –contestó d’Escoto.

–Bueno, ¿y qué estás esperando? Andá hacé tu maleta.

–¿Para qué?

–¿Cómo que para qué? ¡Para que te vayas a Washington!

–Daniel es una reunión de cancilleres, y Somoza está en el poder todavía, y el canciller Julio Quintana va a estar ahí.

–¡Vos vas a estar! ¡Vos sos el representante del pueblo de Nicaragua!

–Pero, ¿dónde están mis credenciales?

–Ya te vamos a hacer tu credencial, ya la tengo.

Tras la orden de Ortega, d’Escoto llamó al general Omar Torrijos, que en ese momento era el jefe de las Fuerzas Armadas de Panamá, siendo presidente Arístides Arroyo.

– Hola, cura, ¿cómo está? Ya oí la noticia. ¿Ya la oíste? –le expresa Torrijos.

– ¡Claro! Por eso es que lo llamo. Dice Daniel que me vaya para allá, que hable. ¿Y cómo voy a ir a hablar a la OEA, si esa es una reunión de cancilleres de los gobiernos reconocidos por la OEA?

–Ve cura, tu función es rezar. Vos te vas ya en ese avión y te vas rezando. Nosotros vamos a estar viendo cómo hacerle para que hablés. ¡Y vas a hablar!

Después de esa llamada, a d’Escoto lo llama el presidente de México, José López Portillo y le dice que a través del canciller mexicano lo va a apoyar. “Creo que (después de la llamada con Torrijos) se habían hablado entre ellos”, explicó el sacerdote.

La silla de Panamá

La presencia de d’Escoto en la reunión de cancilleres fue una gran sorpresa, especialmente para el canciller de Somoza, Julio Quintana, quien trató de evitar la intervención del representante de los sandinistas, pero no pudo y tuvo que guardar silencio.

Ya se sabía que, en la reunión promovida por Estados Unidos, el secretario de Estado, Cyrus Vance, iba a proponer cinco puntos, especialmente enviar a Nicaragua una fuerza de paz, los llamados Cascos Azules, algo que tenía alertas a los sandinistas, pues, según d’Escoto, en su libro Antiimperialismo y no violencia, los norteamericanos lo que querían era intervenir militarmente a Nicaragua.

En negociaciones por fuera de la reunión, Estados Unidos quería que la junta de gobierno se ampliara de cinco a 10 miembros, para asegurarse que los sandinistas no serían mayoría, y, además, en la reunión de los ministros americanos Vance también propuso que se conformara un gobierno interino de reconciliación nacional que fuera “aceptable a todos los sectores de la sociedad (nicaragüense)”. Además, pidió el cese al fuego y la suspensión de todos los envíos de armas a todos los bandos.

Los sandinistas habían visto en las propuestas de Vance un intento de los Estados Unidos por frenar la toma del poder por parte de los guerrilleros y abogaban por un “somocismo sin Somoza”. Los sandinistas pensaban que d’Escoto, con su denuncia contra las maniobras que pretendía realizar Estados Unidos y exponiendo toda la represión de la Guardia Nacional de Somoza, podía contrarrestar la propuesta de Vance, pero también muchos de los países latinoamericanos querían la salida de Somoza.

Aunque no era presidente de Panamá en ese momento, sino solo el jefe de las Fuerzas Armadas, Omar Torrijos fue clave para que Panamá le cediera su silla al FSLN en la OEA, en junio de 1979. Cuando triunfaron los sandinistas, Torrijos visitó Nicaragua. LA PRENSA/ ARCHIVO

Así lo expresó en sus memorias el expresidente costarricense Rodrigo Carazo Odio, quien explicó: “Nos opusimos (hablando de varios países y no solo de Costa Rica), desde un principio, a su aprobación, por considerarlas poco viables a las circunstancias político-sociales que en ese momento existían en Nicaragua. Definitivamente la salida de Somoza del poder era la mejor manera de alivianar la cruda situación nicaragüense y terminar de una vez por todas con el estado de guerra civil”, escribió Carazo Odio en su libro Tiempo y marcha.

El canciller de Panamá, Juan Antonio Tack, le cedió su lugar a d’Escoto, quien fue incorporado a la reunión como miembro de la delegación canalera, ya que no podía ser de otra manera.

En la OEA le dieron la palabra a d’Escoto amparados en la Carta de ese organismo, cuyo artículo 64 expone que “si excepcionalmente el ministro de Relaciones Exteriores de cualquier país no pudiere concurrir a la reunión de consulta de ministros de relaciones exteriores, se hará representar por un delegado especial”.

“Miguel fue tan contundente y veraz que no pudo ser refutado, ni por el canciller de Nicaragua. Quintana no hizo más que guardar silencio y humillación, aceptando prácticamente la derrota político-militar y moral de la sangrienta dictadura militar somocista”, escribió sobre ese episodio Saúl Arana Castellón, actual viceministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua para países de Asia.

La resolución

El 23 de junio de 1979, la decimoséptima reunión de consulta de ministros de relaciones exteriores emitió una resolución en la que señaló que “la solución debería inspirarse (…) en el reemplazo inmediato y definitivo del régimen somocista” y en la “instalación en el territorio de Nicaragua de un gobierno democrático (…) así como la realización de libres elecciones a la brevedad posible”.

Dos terceras partes de los países miembros de la OEA, 17, votaron a favor de la resolución y solo dos en contra, la misma Nicaragua y el Paraguay del dictador Alfredo Stroessner, quien después le daría asilo a Somoza. Se abstuvieron Chile, con Augusto Pinochet; El Salvador, Guatemala y Honduras.

La CIDH celebró como un gran triunfo la resolución cuando expresó en un documento que “por primera vez en la historia de la OEA y quizás por primera vez en la historia de cualquier organismo internacional, declaró como carente de legitimidad a un gobierno en el poder de un Estado Miembro de la Organización, basándose en las violaciones de derechos humanos llevadas a cabo por ese gobierno contra su propia población”.

A Somoza le dolió la resolución, incluido que en la misma se haya utilizado el término “régimen somocista”.

Cuando salió la resolución, Somoza denunciaba que había sufrido ataques desde bases instaladas Costa Rica. A la vez trataba de negociar con Estados Unidos una salida para que él y su familia pudieron ser recibidos en ese país una vez saliera del poder, pero buscando que continuara existiendo la Guardia Nacional.

Somoza calificó la resolución como un “cuento de hadas” y comenzó a considerar que era forzosa su renuncia. “Si yo rehusaba acceder a los principios de esa resolución, Nicaragua sería declarada un proscrito internacional (…) Como ya apunté antes, la OEA es solamente un arma de las Naciones Unidas”, dijo Somoza en el libro Nicaragua traicionada.

Anastasio Somoza Debayle, a la izquierda, conversa con Francisco Urcuyo Maliaños, de guayabera blanca. Atrás de Somoza se ve a su hijo de militar. Esta escena ocurrió en el búnker el 16 de julio de 1979, a pocas horas de que el dictador huyera de Nicaragua. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ BILL GENTILE

La salida

Poco más de tres semanas duró en el poder Somoza después de la resolución de la OEA.

El dictador contaría después que el 29 de junio de 1979 redactó la carta de renuncia a la Presidencia, pero no la entregó. La llevó consigo durante 17 días sin revelarlo a nadie, para no causar desmoralización entre sus allegados, especialmente entre los guardias, explica Somoza en su libro La Nicaragua traicionada.

Lea también: Somoza no durmió en la última noche que estuvo en Nicaragua

“Esos fueron los 17 días más largos de mi vida. Fueron días y noches llenos de zozobra y tensión. Yo no podía decir ni hacer nada que fuera a revelar que yo había aceptado renunciar”, explicó Somoza.

Finalmente, Somoza renunció el 16 de julio y huyó de Nicaragua en la madrugada del 17 con su hijo Anastasio Somoza Portocarrero y sus más allegados.

Dos días después el FSLN llegaría al poder, colocando a Daniel Ortega como coordinador de la Junta de Gobierno. Esa ya es otra historia.

OEA, Coalición Nacional, Nicaragua, ONU, Naciones Unidas, reformas electorales
Ortega y el secretario de la OEA, Luis Almagro, tuvieron cercanía en un primer momento, pero ahora Almagro ha tenido que reconocer que se trata de un dictador. LA PRENSA/ ARCHIVO

Ortega y la OEA hoy

El capítulo que se vivió en 1979 entre Somoza y la OEA se parece a lo que ese organismo vive hoy con Daniel Ortega.

El pasado 12 de noviembre la OEA aprobó una resolución en la que descalificaron las últimas elecciones presidenciales, por no ser democráticas, en las que Ortega se reeligió por tercera vez consecutiva.

Además, el organismo americano le pide a Ortega que libere a los presos políticos y que permita elecciones verdaderas.

En su carta de renuncia Somoza explicó que acataba la resolución de la OEA, que le pidió la salida del poder. Por el contrario, hoy Ortega no se somete a ese organismo, alegando que es injerencista, y prefirió sacar a Nicaragua del mismo. Anunció que comenzó el proceso para ello, un proceso que puede durar dos años.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí