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Óscar Arias recibió el premio de la paz en 1987 por impulsar los acuerdos de paz en Centroamérica. REUTERS

Óscar Arias: “Fidel Castro le advirtió a Ortega: los revolucionarios no hacen elecciones”

El expresidente de Costa Rica ve un futuro gris para Nicaragua, e insta a la comunidad internacional a que aísle económica y diplomáticamente a Daniel Ortega

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Retirado de la vida política, pero atento a lo que hace Daniel Ortega, se encuentra hoy Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica y quien se jacta de conocer muy bien al dictador sandinista con quien trató a finales de los años ochenta para la firma de los Acuerdos de Paz.

Esos acuerdos fueron los que llevaron a Ortega a celebrar las elecciones de 1990 que perdió contra Violeta Barrios de Chamorro. “Yo sabía que no las ganaba”, dice Arias, el promotor de los acuerdos que le valieron el Premio Nobel de la Paz en 1987.

El expresidente de Costa Rica nunca le vio vocación democrática a Daniel Ortega, y por eso es que no le sorprenden los resultados de las elecciones del pasado 7 de noviembre. En esta entrevista, Arias habla sobre lo que le viene a Ortega, la “indiferencia” de la comunidad internacional y nos dice qué le diría al dictador si pudiese hablar con él nuevamente.

¿Cómo ve la situación de Nicaragua?

En honor a la verdad no veo la luz al otro lado del túnel sobre el futuro de Nicaragua. Creo que el pasado domingo ha sido un día muy triste para la sociedad nicaragüense. Se legitimó la autocracia que ha venido gobernando desde hace ya muchos años y se enterró la democracia. Espero que no definitivamente. Lo acontecido el pasado domingo es una burla a la conciencia democrática de nuestro continente.

Muchos países ya han dicho que no reconocen los resultados de esa elección

El demócrata si no tiene oposición debe crearla y el déspota, por el contrario, lo que hace es asesinar a la oposición y eso es precisamente lo que Daniel Ortega ha hecho para esta elección cuando hay más de 150 presos políticos, siete aspirantes presidenciales en la cárcel y los amenaza de mandarlos al exilio a Estados Unidos llamándolos “hijos de perra”. Así es que para mí no es ninguna novedad y por eso el vaticinio es triste porque vendrán muchas sanciones.

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El mundo entero se ha dado cuenta que estas elecciones han sido una farsa, que no deben reconocerse, pero como sucede en Venezuela, ahí está Maduro, y habrá algunos gobiernos que lo van a reconocer como Cuba, Venezuela, Rusia, Irán, Bolivia y algunos otros, pero los países no tocan fondo. Pueden empobrecer más y más y más conforme pasa el tiempo como lo hemos visto en Venezuela. En el caso de Nicaragua, posiblemente Costa Rica va a ser uno de los países que escogerán miles de nicaragüenses, o bien Estados Unidos para refugiarse. Ortega ha sido reelegido por cuatro gatos, no nos engañemos. Las cifras del triunfo las tenían los señores del Consejo Electoral. Nada más estaban esperando la elección para darlas a conocer.

A propósito, ¿cómo se ve afectada la región centroamericana teniendo a la dictadura de Daniel Ortega justo en el centro del istmo?

Se va a ver muy afectada, no solo por el efecto de la migración, sino porque uno puede imaginarse con bastante certeza que al gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo se le va a aislar económica y diplomáticamente.

¿Prevé que algún gobierno corte relaciones diplomáticas con Nicaragua?

Sí, yo creo que la mayoría. Más bien quien no corte relaciones diplomáticas será la excepción, pero no la regla. Estados Unidos y buena parte de América Latina, con las excepciones que ya mencioné (Cuba, Venezuela y Bolivia), y la inmensa mayoría de los países del mundo entero van a querer aislar diplomática y económicamente a Nicaragua.

¿Será efectiva esa medida para presionar a Daniel Ortega?

Es que Daniel Ortega en el fondo está convencido de que la revolución que hizo el Frente Sandinista le permite mantenerse en el poder y esa es la razón de su vida, y las consecuencias para el pueblo de Nicaragua no le importan. Es obvio que con esta elección del domingo pasado la consecuencia principal es generarle más empobrecimiento a un pueblo que ya es bastante pobre como ya lo sabemos.

Ciertamente, los Estados Unidos con la nueva Ley Renacer y la Unión Europea también aplicará nuevas sanciones y es posible que se considere la expulsión de Nicaragua del Cafta. Estados Unidos es el primer socio comercial de Nicaragua y se va a ver muy afectada la economía. Los propios empresarios nicaragüenses van a pensar muy bien antes de invertir en su propio país y ni qué decir los inversionistas extranjeros. ¿Quién va a querer ir a un país con un gobierno donde no hay ningún tipo de libertad, y con prisioneros políticos, y capaz de dispararle al disidente, al que protesta y al que muestra su inconformidad?

Daniel Ortega viene tejiendo esta dictadura desde hace mucho tiempo atrás, no desde 2018, ¿por qué hasta ahora reacciona la comunidad internacional?

Esa es una excelente pregunta y la respuesta es la indiferencia y la debilidad de los organismos internacionales. ¿Por qué no reaccionó la OEA antes? ¿Por qué se esperó hasta hace poco? La indiferencia. Estados Unidos ha estado con otros problemas. Trump con otros problemas, y Obama con otros problemas en Asia, Afganistán, buscando una nueva guerra fría con China, tratando de mantener una relación con Putin, y América Latina no ha sido una prioridad ni para Europa ni para Estados Unidos. La misma indiferencia de todos estos países hacia Nicaragua la han tenido con Venezuela. No ha sido nunca una prioridad.

Yo recuerdo muy bien el Foro de Sao Paulo que se llevó a cabo el 19 de julio de 2017 en Managua. Los partidos políticos ahí presentes llegaron a hablar sobre la necesidad de defender la revolución bolivariana, y le agregaron una muletilla que es típica de los cubanos: “Hasta las últimas consecuencias. Defender la revolución hasta las últimas consecuencias”. Ya estábamos advertidos de que esto se venía y nada más hubo que esperar porque después de las manifestaciones multitudinarias en 2018 donde Ortega fue capaz de disparar y enviar al cementerio a sus propios hermanos, ya podíamos imaginarnos que él no iba a tolerar elecciones limpias. Ha transcurrido el tiempo y él hizo lo que tenía pensado hacer, terminar impune. Y la comunidad internacional lo que hace es emitir pronunciamientos que no sirven para nada, sanciones personales, eliminar visas y eso para un déspota como Ortega no le hace cosquillas.

¿Qué puede hacer ahora la comunidad internacional?

Lo primero que se le debe exigir a Ortega es que cese de manera inmediata con la represión, que libere a los presos políticos, que cese la persecución contra periodistas y medios de comunicación y contra las ONG, y lo primero que tiene que hacer la comunidad internacional es desconocer el resultado de las elecciones del 7 de noviembre. A los gobiernos de todo el orbe, las elecciones del 7 de noviembre son una farsa, son ilegítimas y por tanto se debe desconocer el nuevo periodo de Daniel Ortega y aislarlo económica y diplomáticamente.

Ahora uno puede pensar en sanciones mucho más fuertes. Hasta hace algunos años, Nicaragua vivía de la ayuda económica del Gobierno de Venezuela. Eso ya se acabó. Desde hace mucho tiempo la inversión se ha caído y a partir del domingo se va a caer más. Menos inversión significa más desempleo, más pobreza, más migración. Los créditos que ha disfrutado el gobierno de Ortega del Banco Mundial, del BID, del BCIE han mantenido a flote esa economía.

Aún en estos últimos meses de represión, Ortega ha recibido fondos de organismos como BCIE y el FMI principalmente

Bueno, todos tienen una Junta Directiva y ahí es la Junta Directiva que deberá tomar la decisión. Creo que eso vendrá. Yo no sé con esta nueva Ley Renacer cuáles son las nuevas sanciones que pueda tener en mente el gobierno de Joe Biden, o si sacan a Nicaragua del Tratado de Libre Comercio, pero el impacto que tendría esa sanción serían consecuencias muy serias. Yo creo que las implicaciones que tiene el haber hecho una elección que no es otra cosa que una farsa absolutamente ilegítima, y las consecuencias en la sociedad nicaragüense, pueden dar lugar a nuevas implosiones, nuevos estallidos de insatisfacción como los que vimos en 2018 y yo no sé cuánto aguanta más el pueblo de Nicaragua de seguir sometido a la represión. Todo tiene un límite.

Cuando Daniel Ortega fraguó su reelección a través de una sentencia del poder judicial, él argumentó que incluso usted lo había hecho de la misma manera en Costa Rica

Son cosas muy distintas. Nosotros tenemos un Estado de Derecho en Costa Rica. La Sala Constitucional (de Costa Rica) argumentó que la prohibición de reelegirse tenía que haberse hecho en una constituyente y no con una simple reforma, y elaboró una sentencia muy amplia, detallada y fundamentada. Uno puede estar de acuerdo o no con la sentencia de la Sala Constitucional, pero el poder judicial nuestro es totalmente independiente del poder ejecutivo. En Nicaragua es todo lo contrario, no hay nada independiente. Si hay prensa, tiene que ser subordinada al Gobierno. El Consejo Electoral está subordinado a él y a su señora esposa, el poder judicial igual, el poder legislativo lo domina él. Ha terminado con la sociedad civil, ha clausurado todas las ONG. Ahí no hay nada independiente. Hasta ustedes están trabajando con su gerente general encarcelado. Entonces no se puede comparar la democracia costarricense con Nicaragua porque él no cree en ella. Lo conozco desde hace tiempo y Fidel Castro se lo advirtió delante de mí muchas veces: “No haga elecciones. Usted va a caer en la trampa de Óscar Arias”.

¿Y de verdad era una trampa?

Eran elecciones que él creía que las ganaba, pero yo sabía que no las ganaba. Yo tenía mis propias encuestas y en aquel tiempo nadie pensaba que Daniel Ortega podía perder esas elecciones. Hasta él estaba convencido que las ganaba y el día de esas elecciones yo me quedé hablando con varios comandantes del Gobierno hasta la madrugada porque estaban dudando de si reconocían el resultado de la elección o no. Eran como las 3:00, 4:00 de la mañana y todavía estaba yo manifestándoles que la comunidad internacional esperaba que ellos respetaran la decisión del pueblo en las urnas y que entregaran el poder. Después ya todos sabemos cómo lo recuperó, y por eso hizo lo que hacen todos los déspotas, el poder no se pone en juego. Eso es lo que ellos creen y eso es lo que le envió a llevar a la cárcel a sus adversarios.

Daniel Ortega junto a Óscar Arias en un evento del SICA. Óscar Navarrete/LA PRENSA

¿Qué tan bien conoce usted a Daniel Ortega?

Conozco a Daniel Ortega desde hace muchos años y habiéndome tocado ser presidente de mi país en dos ocasiones y tenerlo a él como presidente de Nicaragua en esas dos ocasiones, he tenido la oportunidad de conocerlo bastante bien. Desde que yo lo conocí, me di cuenta que Daniel Ortega no es un demócrata. En su ADN no hay convicciones democráticas. Como muchos revolucionarios, e inspirado por Fidel Castro y aconsejado por Fidel Castro, él siempre creyó que el triunfo de la revolución en julio de 1979, le permitía mantenerse en el poder indefinidamente, y cuando yo le advertí que la comunidad internacional no quería que en Nicaragua se construyera una segunda Cuba, él me contestó que de lo que yo podía estar seguro es que él no iba a construir una segunda Costa Rica.

¿A qué cree usted que se refería con no construir una segunda Costa Rica?

A que él no iba a construir una democracia. Costa Rica es una democracia de las más consolidadas en toda América Latina, y su respuesta era muy clara. Tanto es así que cuando yo presenté el Plan de Paz a principios de febrero de 1987, yo lo presenté en el Teatro Nacional, aquí en San José (Costa Rica), delante de Napoleón Duarte de El Salvador, José Azcona de Honduras, y Vinicio Cerezo de Guatemala, y le pedí a Daniel que yo prefería ir a verlo a Managua para que él no tuviera que venir aquí porque había una gran repulsión del pueblo de Costa Rica hacia el gobierno sandinista.

“Lo primero que tiene que hacer la comunidad internacional es desconocer el resultado de las elecciones del siete de noviembre. A los gobiernos de todo el orbe, las elecciones del siete de noviembre son una farsa, son ilegítimas y por tanto se debe desconocer el nuevo periodo de Daniel Ortega y aislarlo económica y diplomáticamente”

Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica

Me decía que Fidel Castro aconsejaba a Daniel Ortega. ¿Qué le decía?

Fidel Castro le dijo siempre a Daniel Ortega que si firmaba el Plan de Paz iba a caer en la trampa que le tendía Óscar Arias, obligándose a hacer elecciones, porque la premisa fundamental del Plan de Paz era que, una paz duradera para los países que tenían conflictos militares como Guatemala, El Salvador y Nicaragua, solo se podía dar si había democracia. Él firmó el Plan de Paz en agosto de 1987 con todos los presidentes obligándose a realizar elecciones.

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Él se encontraba en un dilema. Si no lo hacía, el Gobierno de Washington iba a continuar con la ayuda a la Contra y eso implicaba la continuidad de la guerra. Una guerra que desangraba la economía y que obligaba al pueblo nicaragüense a matarse entre hermanos. Pero Fidel Castro le advirtió a Ortega: “Los revolucionarios no hacen elecciones”. Y todos sabemos lo que pasó, doña Violeta ganó. Yo estuve ese 25 de abril cuando ella fue juramentada como presidenta. Jugó el papel que tenía que jugar como Mandela en Sudáfrica. Construyó puentes para reconciliar a las familias nicaragüenses, mientras que hoy Daniel Ortega construye muros para dividir a esas familias y llamando terroristas y criminales a sus adversarios.

¿Cuándo fue la última vez que usted habló con Daniel Ortega?

Tengo mucho tiempo de no hablar con él. No creo precisar cuándo fue la última vez que hablé con él, pero durante mi segundo mandato (2006-2010), sí hablábamos muy a menudo y nos reuníamos para las reuniones del SICA, pero yo salí del gobierno en el 2010, así que ya tengo mucho tiempo de no hablar con él.

Para esos años, ¿Ortega era mismo hombre que usted conoció en los ochenta o había cambiado algo en él?

Él perdió las elecciones y eso lo convenció de que hacer elecciones limpias y transparentes lo pueden llevar a perder el poder, y para un autócrata, el poder no se pone en juego. Ya a partir de 2007 que comienza esa segunda etapa en el poder, ya él está convencido de que no se puede separar de la silla presidencial, al igual que su señora esposa. Y convencidos de eso los llevan a realizar elecciones fraudulentas como las de 2008. Yo las denuncié siendo presidente de Costa Rica.

¿Le dijo algo Ortega por esa denuncia que usted hizo?

No recuerdo francamente, pero yo hablé y escribí, y di declaraciones a la prensa sobre lo poco transparentes que fueron esas elecciones, así que esto de ahora no me sorprende.

Le insisto, ¿Ortega es el mismo hombre de siempre, o ve que ha cambiado algo en él?

Es más o menos lo mismo. Su mentor fue Fidel Castro.

Si pudiera hablar nuevamente con Daniel Ortega, ¿qué le diría?

Le diría que el pueblo de Nicaragua no se merece lo que él ha hecho y que mida las consecuencias de sus acciones porque lo único que va a lograr es causarles más sufrimiento a sus conciudadanos. Más pobreza, más miseria, más hambre, más desempleo y llevarle angustia enorme a miles y miles de hogares. La verdad es que uno aspira a alcanzar el poder para hacer el bien, no para hacer daño y eso es lo único que le puede ofrecer Ortega a su gente, hacerles daño.

Los presidentes centroamericanos durante la firma de los Acuerdos de Paz a finales de la década de los ochenta. En la foto aparecen Óscar Arias (primero de derecha a izquierda) y Daniel Ortega (primero de izquierda a derecha).

Plano personal

Óscar Rafael de Jesús Arias Sánchez tiene 81 años. Fue presidente de Costa Rica en dos ocasiones y actualmente está retirado de la vida política.

Los últimos años los ha dedicado a leer, escribir y a disfrutar el tiempo con sus dos hijos. Disfruta mucho de la música sinfónica, pero también le gusta la ópera, música clásica, el tango y los boleros.

Recibió el premio Nobel de la Paz en 1987 por impulsar los Acuerdos de Paz en Centroamérica. También ha recibido el premio Príncipe de Asturias, y la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos.

Estudió Derecho y es doctor en Ciencias Políticas. Ha sido docente universitario en la Universidad de Costa Rica.

De las cosas que más le enorgullecen de sus años como mandatario es que Naciones Unidas aprobara una propuesta que él hizo sobre la creación de un tratado para regular el comercio de armas “porque nada empobrece más a los pueblos que gastar en armas y soldados”, dice.

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