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Sacrificios humanos

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Sacrificios

Una de las escenas más impresionantes de la película de Mel Gibson, Apocalypto, es aquella cuando suben a los prisioneros a la cima de la pirámide maya para su sacrificio. Abajo, la plaza abarrotada aplaude enardecida, y, arriba, los sacerdotes y jefes alistan cuchillos para abrir el corazón del desgraciado. Sostenido de pies y manos, el aterrorizado prisionero ve como le abren el pecho, le sacan el corazón y el sacerdote lo muestra todavía palpitando en sus manos, mientras la muchedumbre celebra con gritos y brincos. Finalmente lo decapitan, y cabeza y cuerpo son tirados por separado gradas abajo para regocijo de la multitud.

Presos políticos

Guardando las distancias, esta escena me recuerda el recurrente ejercicio de sacrificios que ha impuesto el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo a quienes considera opositores. Cada cierto tiempo apresa a algún infortunado, lo coloca en esa piedra de sacrificios que es la Fiscalía, y los jueces, esos nuevos sacerdotes, ofrecen el sufrimiento del sacrificado, primero a la familia reinante que sonríe complacida desde la cumbre de la pirámide, y luego a la plebe que, abajo, celebra en la plaza que son las redes sociales.

Profilaxis

Más allá de las consideraciones religiosas, los sacrificios de mayas y aztecas y el de los presos políticos del régimen Ortega y Murillo tienen en común, además de la crueldad, que buscan demostrar poder, moralizar a sus bases y atemorizar a los rivales. En aquel caso, las tribus vecinas, y en este, a los críticos y opositores. Profilaxis, le llaman.

Debate

Desde hace varios años se ha reavivado el debate sobre la naturaleza de algunas tribus imperiales que existieron en la América precolombina, principalmente de los aztecas y mayas. ¿Fueron solo víctimas de los colonizadores españoles o también verdugos de otros pueblos? ¿Por qué algunas tribus decidieron unirse a los colonizadores, técnicamente el enemigo, para luchar contra estos imperios, que históricamente se consideran hermanos? Es un debate abierto, no concluido, y necesario, porque, por muy lejano que nos parezca, los hechos de esos tiempos explican muchos de los hechos de ahora.

Verdugo

Daniel Ortega quiere escribir su propia historia. Una historia de víctima. Dice que no es que se esté robando las elecciones al eliminar la competencia y excluir a la oposición, sino que el imperialismo norteamericano quiere imponer su candidato. No es que mató y encarceló a miles, sino que fue víctima de “un intento de golpe de estado” y terrorismo. Dice que quienes están presos no son candidatos, sino delincuentes a quienes se les halló delito, casi simultáneamente a todos, unos meses antes de las elecciones y poco después de manifestarse su intención de ser candidatos de la oposición. Con Ortega, para su desgracia, no existe siquiera el dilema que hay con mayas y aztecas, sobre si fueron verdugos o víctimas. Ortega solo es verdugo. Y así pasará a la historia. No puede ser de otra forma.

Comodín

El imperialismo es, para una camada política jurásica, un comodín, una llave maestra, que justifica cualquier fechoría. Es un modelo de narrativa maniquea, de buenos y malos, donde ellos por supuesto son los buenos y los otros, en tanto que el imperialismo esta tras ellos, lo malos. Así pueden matar a alguien de la forma más cobarde y convertirlo en “gesta heroica”. Basta decir, según ellos, que era un agente del imperio para lavar su crimen. Alvarito Conrado, por ejemplo, no es para ellos, un niño de 15 años, desarmado y patriota, asesinado cruelmente por un tirador. Esta es la misma narrativa que, señalan los críticos, ocultó la barbarie de algunos indígenas en tanto hubo siempre un malo aceptado y único: los colonizadores. Y ojo, no es que exima a colonizadores e imperialistas de la culpa de nuestras desgracias, solo digo que no son los culpables de todos, y que no se puede seguir, en nombre de ellos, justificando o ignorando las barbaridades que hacen otros.

Apocalypto

Mel Gibson escogió, supongo que fue él, la palabra griega “apocalyto” para título de su película porque significa el fin de una era y el comienzo de otra. Ni buena una y mala la otra o viceversa. Simplemente el fin de algo y el comienzo de algo. No sé qué vendrá después de Ortega y Murillo, ni me atrevería a poner las manos en el fuego asegurando que será bueno. La historia ya nos ha decepcionado mucho. Solo espero que llegue a su fin el reino de los sacrificios humanos, que se dejen de tomar prisioneras a las personas con el propósito de sacar ventajas políticas y exhibir sus capturas para con su crueldad mostrar poder y moralizar a sus bases.

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