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CxL en un callejón sin salida

La verificación electoral fue esperanzadora para quienes apostamos por una salida electoral a la crisis sociopolítica que vive el país, pero casi de inmediato Ciudadanos por la Libertad (CxL) presentó su fórmula presidencial y mis expectativas se esfumaron. No es una fórmula mala, sino lo que le sigue de mala, simplemente no puede ser tomada en serio considerando la gravedad de los problemas que enfrenta el país. Dicho eso, ¿cuál es el futuro inmediato que le espera a CxL?

Lo medular de una campaña electoral es que los aspirantes a un cargo conecten sus propuestas con las expectativas y necesidades del electorado. La principal demanda del país es poner fin a la dictadura, pero no a cualquier costo; una guerra no es una opción, un orteguismo sin Ortega tampoco. Con esas expectativas, CxL ofrece un candidato incapaz de ofrecer una opinión sobre las sanciones de la Unión Europea al régimen Ortega-Murillo.

Puedo entender el temor del señor Sobalvarro por el actual contexto, lo que resulta inconsecuente es hacerle creer al electorado nicaragüense que en la situación actual puede lograr un cambio. Si hoy es incapaz de hablar o al menos ofrecer una respuesta creativa que no ponga en duda su calidad opositora, será incapaz de increpar al régimen durante la campaña y mucho menos tendrá el valor de denunciar un fraude. Esta fórmula presidencial simplemente no le sirve a Nicaragua para recuperar la democracia.

Si CxL no asume un rol opositor beligerante y frontal contra el régimen Ortega-Murillo, no va a convencer a nadie de ir a votar por ellos, volviendo hasta innecesario un fraude electoral, en ese supuesto, solo habrán legitimado la reelección y postergado con ello la demanda de justicia de las víctimas de la represión. Por otra parte, si asume ese rol opositor beligerante, puede que motive a la gente a salir a votar, pero entonces el régimen usará algún artilugio para excluirlos de la contienda.

El régimen Ortega-Murillo es absolutamente intolerante a la crítica y tampoco se va a exponer a que CxL presente en conferencia de prensa las 9 mil actas de todas la JRV (o las que sean) para evidenciar el fraude como lo hizo Eduardo Montealegre en el 2008.

Tampoco le conviene al régimen que en la toma de protesta que hagan de las nuevas autoridades, los diputados opositores de CxL saquen pancartas gritando fraude, como lo hizo en su momento Luciano García en ese mismo proceso electoral.

En la misma lógica, si Ortega ha cerrado y confiscado a las ONG para evitar la auditoría social respecto de su gestión, ¿creen ustedes que va a permitir que miembros de CxL tengan ingresos como diputados que pueden orientar a la labor de organización opositora o que les dará micrófono en la Asamblea Nacional para que lo critiquen? Es ingenuo creer que, agachando la cabeza, van a impactar en el restablecimiento de la democracia en el país.

En todo caso, Ortega y Murillo decidirán la suerte de CxL, darles unos cuantos diputados para que sean señalados de zancudos enterrando su credibilidad, o no correr ningún riesgo y eliminarlos de la contienda para reír junto con otros sectores opositores excluidos antes por el propio CxL.

El autor es maestro en Derechos Humanos.

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