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Managua, Nicaragua. 03/06/2021. Maykell Marenco, estudió Ingeniería en Economía y Negocios. Catedrático, consultor, creyente, lector empedernido y filósofo. Este joven que viene desde abajo y crecio con limitaciones en su natal Matagalpa, cuenta su historia a Domingo. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Maykell Marenco, el niño que vendía agua helada y se convirtió en economista

Cuando era un niño, el economista Maykell Marenco se subía a los buses vendiendo agua helada y caramelos. Vivía en una casita de zinc en un cerro de Matagalpa con su madre.

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Cuando era un niño se subía a los buses vendiendo agua helada y caramelos. Maykell Marenco vivía en una casita de zinc en un cerro de Matagalpa con su madre, quien hasta la fecha continúa vendiendo lotería, mientras el hijo que le ayudaba trabajando se convirtió en economista.

Quien ve a Maykell Emil Marenco manejando su camioneta, impartiendo clases a los estudiantes de Economía en una universidad o brindando conferencias y entrevistas en televisión, no se imagina al niño flaquito que vendía agua helada en el mercado Guanuca de Matagalpa.

“¡Va el agua, el agua, el agua!” gritaba Maykell a sus 11 años, con su saco de bolsitas de agua helada al hombro. También vendió verduras con su abuelito. Ambos se iban hasta Sébaco con un viejo carretón de madera lleno de chiltomas, plátanos y demás alimentos para ofrecerlos por las calles. El abuelito empujaba el carretón y Maykell era quien anunciaba el producto.

Desde pequeño hizo negocios para ganar dinero. A los nueve años le regalaron una bicicleta, y la ocupó para alquilarla a cinco córdobas las seis vueltas a la cuadra. Luego, cuando visitaba a su abuelo, le pedía que le regalara de las chiltomas o cebollas que tenía extendidas en el piso y se iba a venderlas casa por casa a los vecinos del barrio. A los once años, ya se iba con su abuelo a vender en el viejo carretón.

Los años fueron avanzando y Maykell ya vendía otras cosas además de agua helada. Caramelos, discos de música, películas, verduras y frutas eran parte de la oferta que Maykell hacía a los matagalpinos por las calles, paradas, mercados y buses. Regresaba asoleado, con la piel roja. Cuando tenía 15 años se iba a Estelí a vender, porque ahí le iba mejor, y también ayudaba a su madre a vender lotería.

Además de vender, también estudiaba. Asegura que su madre siempre estuvo pendiente de sus estudios y en medio de las necesidades siempre lo apoyó para que se formara hasta que terminó su secundaria en el Colegio Público Tilburg.

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A sus 17 años fue a buscar empleo a una distribuidora como cargador y el encargado le dijo que estaba muy delgado. Ante la insistencia de Maykell, el hombre le propuso que si podía llevarse un saco de un quintal de un lugar a otro le daba la oportunidad. A como pudo, Maykell se subió el saco y de repente sintió que le pusieron otro encima. Los dos quintales los logró mover con todo su esfuerzo.  El encargado no tuvo otra alternativa más que darle el trabajo, pero primero estuvo de mandadero hasta que aprendió a montarse los sacos al hombro.

Los padres de Maykell

Miriam Marenco tenía 18 años cuando nació su único hijo Maykell el tres de marzo de 1993. Estaba cursando su primer año de Administración de Empresas, pero tuvo que dejar la carrera porque era complicado para ella estudiar y atender el embarazo al mismo tiempo. Nació temprano, a los siete meses, y su padre no quiso hacerse cargo.

Maykell ha tenido acercamiento con su padre en tres ocasiones, la más “traumante” para él fue la primera. Tenía once años y anhelaba conocer a su padre, así que llegó a buscarlo al taller donde trabajaba como mecánico. Le preguntó a un señor por Álvaro Cáceres y este le respondió que era él, pero como Maykell no le creyó, llamó a “Alvarito” para que le dijera a Maykell cómo se llamaba el señor. “Se llama Álvaro y es mi papa” respondió Álvarito, que tenía casi la misma edad de Maykell. Era su medio hermano, pero a diferencia de Maykell, Cáceres si lo reconoció, lo crio y le dio el cariño de padre que a Maykell le negó.

Maykell Marenco, estudió Ingeniería en Economía y Negocios. LA PRENSA/ Oscar Navarrete

A sus 27 años, el economista cuenta que se fue corriendo a su casa y pasó llorando varias horas en la cama. Maykell confiesa que hubo un momento en que sintió rencor por su padre, pero que ya lo perdonó y decidió dejar esa etapa atrás. Miriam Marenco fue la que crio a Maykell por su cuenta.

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Los primeros meses vivieron en casa de su abuela, pero después tuvieron que irse a alquilar por aparte. Su mamá se dedicó a palmear tortillas y vender lotería, y con lo poco que ganaba mantenía a su hijo, pagaba el alquiler y una parte la destinó para ahorrar, hasta que compró su terreno en uno de los cerros de la zona periférica de Matagalpa.

“Mi mamá tiene una inteligencia financiera increíble” comenta Maykell, y recuerda que su madre estiraba el dinero hasta donde podía, aunque la mayoría de las veces a final de mes ya no tenían para comer. En ese cerro es donde él y su madre levantaron su casita con láminas de zinc, pedazos viejos de madera y plástico negro que prensaron con piedras en la parte de abajo para que no lo abatiera el viento. No tenían energía eléctrica ni inodoro, pero sí la satisfacción de que esa casita era algo que les pertenecía.

Fueron momentos duros para él y su madre. Aún recuerda que cuando no había nada para comer se iban a los árboles de jocote y mango que había en el patio y se alimentaban con las frutas. También aprovechaban para venderlas en bolsitas y ganar un dinero extra. “Era un milagro que llegáramos a conseguir una cuajadita”, rememora.

El camino para ser economista

Cuando llegó la energía eléctrica al cerro donde vivía Maykell, con mucho esfuerzo su mamá compró el primer televisor y fueron mejorando la casa. Con ese “televisor culón”, Maykell desde muy joven se acostumbró a ver dos cosas que le siguen llamando la atención: Los Simpson y las noticias, y así fue como quiso estudiar ciencias políticas.

Mientras miraba Cuarto Poder, un programa de debate que se transmitía por 100% Noticias, escuchó una intervención del jurista Óscar Carrión sobre el Canal Interoceánico. Maykell quedó fascinado con la exposición del jurista, lo buscó en Facebook y le escribió diciéndole que le había gustado su punto de vista, y desde entonces Carrión y Maykell empezaron a intercambiar opiniones.

En agosto de 2013, Carrión lo invitó a un Congreso Centroamericano de Ciencias Políticas que se realizaría en Managua durante tres días y que costaba 15 dólares. Maykell le dijo que no tenía esa cantidad, así que Carrión le regaló ocho dólares y su mamá le consiguió los otros siete. Además, doña Miriam también le dio a su hijo los últimos 500 córdobas que le quedaban para sobrevivir ese mes.

Era la primera vez que Maykel llegaba a Managua. A sus 18 años, no conocía la capital. Se quedó a dormir donde un amigo y Carrión le prestó una corbata para que asistiera al evento.

Ahí conoció al filósofo Alejandro Serrano Caldera, al académico Ernesto Medina y otras personalidades de la vida política nacional que él veía a diario en las noticias. “Me sentía como niño en juguetería” recuerda sonriente. Después de esa experiencia, le entraron más ganas de estudiar Ciencias Políticas, pero para aquellos años la única universidad que ofrecía esa carrera era la Universidad Americana. “Si no tenía ni quince dólares, mucho menos para costearme la UAM”.

Después de bachillerarse, entró a la Universidad Popular de Nicaragua en Matagalpa (UPONIC) y empezó a estudiar Ingeniería Industrial los domingos. De lunes a viernes trabajaba en la distribuidora donde cargaba quintales a diario. Ganaba tres mil córdobas mensuales y el trabajo era pesado, recuerda. Cuando terminó el primer año en la UPONIC, su mamá lo convenció de que estudiara de lunes a viernes y dejara de trabajar, que se dedicara al estudio.

Maykell no estaba convencido, sentía que era un lujo estudiar en la universidad y pensaba que su mamá no iba a poder con el mantenimiento del hogar solamente vendiendo lotería, pero aceptó dejar de trabajar. En lugar de estudiar Ingeniería Industrial en modalidad diaria, Maykell fue a matricularse en la carrera de Economía de la UNAN – FAREM, y estuvo estudiando dos carreras durante dos años.

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Decidió estudiar Economía porque le parecía una carrera prometedora para salir de la pobreza, además de que casi no le gustaba la Ingeniería Industrial y confiesa que escogió esa carrera por influencia de otros jóvenes que también la estudiaron.

Mientras revisaba su Facebook vio una convocatoria del Banco Central de Nicaragua para jóvenes interesados en estudiar Ingeniería en Economía y Negocios en la UNI. Los requisitos eran ser de escasos recursos, tener buenas notas y ser recién graduado. Este último era el requisito con el que Maykell no cumplía, pues se había bachillerado hace tres años.

Impulsado por su deseo de estudiar, decidió contactar por Facebook al presidente del Banco Central, Ovidio Reyes para exponerle su caso. Reyes le respondió y le recalcó que el Banco Central solo estaba aceptando a jóvenes recién bachillerados, pero lo instó a que probara y enviara sus papeles.

Dos días antes de que le tocara hacer el examen de admisión, Maykell estaba barriendo el piso de tierra de su casa en el cerro de Matagalpa. Mientras sacaba la basura y levantaba polvo, recibió una llamada. Era una funcionaria del Banco Central diciéndole que se presentara a hacer el examen a la UNI y en dependencia de los resultados le aprobarían la beca. Maykell hizo el examen y aprobó.

La beca incluía la matrícula y pago de la carrera, una computadora, la oportunidad de trabajar en el Banco Central cuando terminara la carrera, y un estipendio mensual de cien dólares, que era lo que le costaba el alquiler de un cuarto y no le quedaba mucho para comer. Su madre siguió vendiendo lotería en Matagalpa, y cuando podía le daba dinero a su hijo para que se costeara la comida en la capital, además de otros gastos en fotocopias, libros y demás.

Se graduó en 2019, pero la promesa del Banco Central de darles trabajo a los recién egresados que becó, no se cumplió debido a que Maykell y otros becados se expresaban abiertamente en contra de la represión estatal desatada en 2018 por el gobierno de Daniel Ortega. De hecho, los estudiantes de la UNI fueron de los primeros en sumarse a las protestas en 2018.

Maykel no pudo conseguir empleo y decidió regresar a Matagalpa con su mamá y buscar trabajo por allá. Un día lo llamó nuevamente Óscar Carrión y le dijo que una organización llamada Diáspora Global Nicaragüense daría una conferencia y le pidió que diera una ponencia de 15 minutos sobre las remesas.

Él aceptó, llegó a Managua y se quedó durmiendo donde una amiga que le dio posada en un salón de belleza que tiene en su casa. Se durmió a las 4:30 de la madrugada preparando su ponencia y a las 7:30 tomó la ruta 110 para llegar al hotel Holiday Inn donde brindó la ponencia. Al finalizar, el periodista de Radio Corporación, Gustavo Bermúdez, se le acercó y le pidió una entrevista. Era su primera vez hablando para un medio de comunicación.

https://twitter.com/MaykMarenco/status/1329226379146244098?s=20

Desde ese día, se convirtió en una fuente para la prensa nacional en cuanto a temas económicos, lo cual le ha traído oportunidades de empleo y mejores ingresos. Cuando llega a Matagalpa, algunos conocidos del mercado le preguntan si se convirtió en corresponsal de Canal 10, pero él les aclara que es economista y que responde a consultas de carácter económico que le hacen los periodistas.

Maykell actualmente trabaja como consultor para empresas nacionales e internacionales. Además, imparte clases en la Universidad Católica de Nicaragua y en la Universidad Juan Pablo II de Matagalpa. Está aprendiendo inglés y piensa estudiar una maestría. Está dedicado a su trabajo, alquila una casa en Managua y quiere mejorar la casa de su madre, quien a sus 45 años continúa vendiendo lotería por las calles de Matagalpa.

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COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Gracias por este articulo. La juventud necesita leer mas de este tipo de historias, dan esperanza y sacan garra.

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