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Aunque El Salvador y Guatemala comparten con Nicaragua una similitud en cuanto a cómo se rige el mercado de sus combustibles, existe una fuerte brecha sobre lo que pagan sus ciudadanos y los nicaragüenses. En esos dos países centroamericanos los precios de las gasolinas y el diésel son establecidos por los distribuidores, igual como ocurren a nivel local, pero los salvadoreños y guatemaltecos pagan los carburantes más baratos con respecto a los nicaragüenses.
Un reporte del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y del Comité de Cooperación de Hidrocarburos de América Central muestra que en la semana del 28 de febrero al 6 de marzo, los nicaragüenses, por ejemplo, por cada galón de súper pagaron 3.92 dólares mientras que los salvadoreños 3.20 dólares y los guatemaltecos 3.25 dólares. Es decir que un salvadoreño compraba 22 por ciento más barato este producto que un nica.
También los nicaragüenses pagaron la gasolina regular más cara respecto a esos dos mercados, que comparten el mismo esquema de mercado. Para llenar el tanque con este tipo de gasolina un nica debió desembolsar por galón 3.84 dólares, mientras que los salvadoreños 3.02 dólares y los guatemaltecos 3.25 dólares, lo que muestra la profunda brecha de precios.
Y en el diésel, que es el combustible de mayor consumo a nivel, en esa semana mientras los salvadores pagaron 2.74 dólares y los guatemaltecos 2.71 dólares por cada galón, los nicaragüenses debieron desembolsar 3.31 dólares. Eso quiere decir que un nicaragüense compró 27 por ciento más caro este combustible que un salvadoreño.
Tal es la disparidad en los precios de Nicaragua con esos dos mercados, que pese a que Guatemala en esa semana con respecto al último mes era la economía que más había incrementado sus precios en los combustibles, aún así estos seguían teniendo uno de los combustibles más barato de la región.
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Alemán quitó la regulación del mercado
Cuando en Nicaragua, el gobierno de Arnoldo Alemán decidió liberar los precios de los combustibles, es decir quitar al Estado la responsabilidad de regularlos, tal como ocurre actualmente con el gas butano de cocina, la idea, en ese momento, era que fuese el mercado (oferta-demanda) el que rigiera los precios finales al consumidor y que la competencia entre los distintos distribuidores propiciara precios más accesibles para los nicaragüenses.
Desde los años 80 hasta 1994 era responsabilidad exclusiva del Estado la importación de hidrocarburos. En 1994 mediante el Decreto número 56-94 se autorizó a personas naturales o jurídicas a entrar en el negocio de los hidrocarburos. Luego en 1999, Alemán derogó el sistema de precios de paridad de importación, es decir se dejaron de controlar los márgenes de las petroleras y se abrió paso a la liberación de los precios de los hidrocarburos y entonces las empresas de este tipo empezaron a establecer sus márgenes a su conveniencia, después del Impuesto Específico Conglobado y el Fondo de Mantenimiento Vial.
Pero el objetivo planteado en ese momento por Alemán parece no haberse logrado 22 años después. Los números regionales apuntan a que los nicaragüenses pagan los carburantes más caros de la región, incluso muy parecidos al de las economías donde el Estado regula este mercado, como es el caso de Costa Rica.
Por ejemplo, en la semana del 28 de febrero al 6 de marzo de este año, los costarricenses compraban a 3.96 dólares un galón de súper, apenas dos centavos de dólar más caro que Nicaragua. Pero Costa Rica es una de las economías más rica de Centroamérica y la nicaragüense de las más empobrecidas.
En el caso de la regular, en ese país se pagan 3.86 dólares por galón, dos centavos de dólar más caros que los nicaragüenses, y en el diésel los costarricenses debían desembolsar 3.29, en este caso más barato que los nicaragüenses que debían pagar 3.31 dólares. Pero a diferencia de ese país, el diésel en Nicaragua es el combustible de mayor uso, principalmente por el transporte de carga pesada y de pasajeros, así como por las actividades productivas, lo que impacta el precio de los bienes de consumo masivo.
No es el peso de los impuestos
Otra distorsión que existe es que los precios de Nicaragua son inclusive más altos que en Honduras, donde el Estado regula el mercado o el mismo Panamá. Y los nicaragüenses llegan a pagar los combustibles más caros de Centroamérica, superando incluso los costarricenses, si a estos se les excluye la carga impositiva, pese a que esta es una de las más bajas de la región.
Por ejemplo, mientras en Costa Rica un galón de gasolina súper lleva incorporado en impuesto 1.62 dólares de un total de 3.96 dólares que paga un consumidor; en Nicaragua en ese mismo combustible el impuesto es 0.86 dólares de un total de 3.92 dólares. Es decir que el resto es margen de comercialización y otros costos.
En el caso del diésel, que es un combustible más contaminante que las gasolinas, en Costa Rica a cada galón se retiene 0.92 dólar, mientras que en Nicaragua es 0.70 dólares, lo que demostraría, entonces, que el elevado precio que este tiene en el mercado nicaragüense no se debe a la carga impositiva.
El economista César Arévalo Peugnet explica que Costa Rica históricamente ha tenido los mayores precios de venta de las gasolinas y diésel en Centroamérica porque tiene los mayores impuestos del istmo y los destina para financiar su esquema de pagos por servicios ambientales de secuestro de carbono, que le ha permitido recuperar cobertura forestal, algo que no ocurre en Nicaragua.
En esa misma línea, Patricia Rodríguez, especialista en mercado de energía, señala que aunque Costa Rica tenga uno de los impuestos en los carburantes más elevados de la región, existe una serie de razones que justifican esa relación precio versus carga impositiva y que vale la pena pagarlos. “Prefiero gastar más en un país donde sé que mi inversión (mi dinero) me va a rentar, es un país estable y donde la energía renovable es casi de un ciento por ciento a nivel de país y los precios de los combustibles son estables”, argumentó.
Es necesario revisar la fórmula de fijación de precio
Para Arévalo, no obstante, lo que hace falta en el mercado de los carburantes a nivel local es la intervención de un regulador, como el Instituto Nicaragüense de Energía (INE), no para controlar los precios, sino para evitar una colusión, que hay manipulación de estos, pero sobre todo revisar la estructura de los costos de los distribuidores de estos productos en el mercado.
De hecho en Managua, pese a que hay varios distribuidores de combustibles, los mismos comparten precios muy similares y no se observa alguna competencia, lo que permitiría que los precios sean más accesibles a los consumidores, que acumulan 17 semanas consecutivas de incrementos, una situación que se repite a nivel regional, pero que la desventaja de los nicaragüenses es que estas alzas se hacen sobre precios que arrastran fuertes distorsiones desde hace varios años.
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En el caso de El Salvador, por ejemplo, que comparte con Nicaragua similitud tanto en logística como en calidad de los productos, en ese mercado. “La Ley Reguladora del Depósito, Transporte y Distribución de Productos de Petróleos establece una política de precios libres, no regulados por el Estado, sin embargo, cada 14 días se establecen precios de referencia y los mismos son verificados semanalmente
en las estaciones de servicio”, según el reporte del SICA.
En Nicaragua no existe dicha política de establecer precios de referencias, aunque semanalmente el INE solo se limita a recoger los precios promedios de los combustibles en Managua y llevar un registro de cuántas semanas lleva de variación cada uno de estos. Tampoco el Instituto Procompetencia, que sería el ente a evitar la colusión, ha actuado para proteger los intereses de los nicaragüenses.
¿Márgenes han subido?
Arévalo plantea que la distorsión en el precio de los combustibles en Nicaragua respecto a El Salvador está, en parte, a los elevados márgenes que se embolsan las empresas de combustibles. Estos han subido, advierte. “De enero a marzo de 2021 respecto 2009 para Nicaragua el margen de ganancia ha subido para la gasolina regular 0.26 dólares por galón, en gasolina superior 0.20 dólares por galón y diésel 0.25 dólares por galón”.
El especialista indica que eso contrasta con lo que ha ocurrido en El Salvador, donde en la regular el margen a favor de la petrolera ha caído un centavo de dólar; en la súper nueve centavos de dólar, y en el diésel tres centavos de dólar. Además el Ministerio de Economía de ese país verifica que haya transparencia en la fórmula de paridad a diferencia del INE, que tiene las facultades de hacer revisiones y las omite, señala.
En Nicaragua, los principales distribuidores han argumentado que los altos precios se deben a que es un mercado de escala, es decir que los márgenes y costos están basados en volúmenes. A mayor volumen de consumo, los márgenes y costos son más bajos. Menor es el consumo, los costos son mayores y por ende los márgenes, esto para lograr la rentabilidad del negocio. Nicaragua tiene uno de los mercados de los carburantes más pequeño de la región.
¿Conviene regular los precios de los combustibles?
Rodríguez señaló que lo ideal sería movilizarse al transporte eléctrico a base de energías renovables, para dejar la dependencia de los combustibles. Pero en el caso de que se pudiera volver a implementar la política de precio de venta de combustible controlada por el Estado, como en Costa Rica, sería mejor porque se sabrían los márgenes de ventas de las petroleras.
“¿Quién me puede decir ahorita que porcentaje del precio FOB ganan las distribuidoras ahorita? (ella misma responde) …nadie sabe porque ellas ponen sus márgenes a como a ellas les parece bien en el momento en el que se encuentren”, observó.
Es más, plantea que debería haber control tanto en la parte de energía eléctrica, donde el regulador recibe información de parte de las distribuidoras indicando cuánto compraron, cuánto pagaron por flete y otros, así como en los precios de los combustibles. Solo así se podrá transparentar al consumidor cada vez que estos en términos FOB —sin incluir los costos de transporte, fletes, seguros y otros— sean menores en los mercados internacionales.
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Arévalo considera que aquí toda la responsabilidad del alza del precio de los combustibles no es solo del Gobierno sino de las empresas. “Aquí hay una colusión para establecer un oligopolio… lo que ha provocado un sobreprecio de 15 centavos de dólar por galón, y esto no va a bajar porque ya se acostumbraron a esquilmarnos”, aseveró.
Ortega también profundizó la distorsión de precios
Otra razón de por qué fracasó la estrategia de Alemán fue la decisión del régimen de Daniel Ortega de involucrarse en el negocio de los combustibles, para financiar su aparato partidario basado en el esquema de los petrodólares desde el 2008 tras firmar un convenio de cooperación con Venezuela en el 2007, tras el ascenso de este al poder.
Ortega aprovechó este mercado para obtener ganancias a través del esquema de importación exclusivo de petróleo desde Venezuela, luego ese crudo lo vendía a las petroleras. Por cada barril de petróleo obtenía un porcentaje, al cual llamaba cooperación petrolera, cuyos recursos en su mayoría los usó para negocios privados. Todo este esquema se quebró luego que Estados Unidos sancionara a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y posteriormente a Albanisa, donde también participaba la estatal Petróleos de Nicaragua (Petronic).
“En el 2018 la Distribuidora Nicaragüense de Petróleo (DNP- Petronic), previendo las sanciones del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, se dio bandera blanca para que las empresas pequeñas que están fuera de Managua comenzaran a comprarle a Puma Energy y a la petrolera Uno, entonces ese volumen que tenía DNP fue absorbido por estas empresas, entonces no se traduce en una baja de precios”, explicó Arévalo, quien intentó explicar por qué pese a la desarticulación del esquema Albanisa hace casi cuatro años, la distorsión persiste.
Es más el especialista ha planteado que cuando se estableció este esquema se acordó un margen a favor de Albanisa por cada barril de petróleo traído de Venezuela, el cual hasta ahora persiste, lo que ha generado una ganancia extra a las distribuidoras, señala. Pero además ha criticado que las variaciones internacionales a la baja no se trasladan por completo a los consumidores nicaragüenses.
Pese a ello, Arévalo insiste en que, al igual que El Salvador, en Nicaragua el Estado debería verificar los márgenes de las petroleras. “Aquí el que paga caro es el consumidor porque empresas productoras de azúcar, por ejemplo, no le están cobrando caro, debido al alto volumen de compra que ellos tienen, las cementeras tienen otro precio, al igual que el Ejército”, mencionó,
El economista Néstor Avendaño observa que para regular la formación de precios de los combustibles se tendría que tener voluntad política legislativa para hacerlo y aseguró que es viable porque hasta en los Estados Unidos los precios están regulados y a las empresas que no cumplan con la regulación les hacen multas inolvidables.