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¿Por qué no se ve el cierre masivo de hoteles y restaurantes en Nicaragua, pese a tres años de recesión?

El impacto tanto en hoteles como en restaurantes no se ha visto reflejado en el cierre de operaciones, pese a que económicamente el sector se ha derrumbado estrepitosamente

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Pese a la estrepitosa caída del sector de hoteles y restaurantes desde la crisis sociopolítica, la mayoría sigue operando y muy pocos optaron por el cierre total. Para los representantes del sector, esto se debe a que muchos conservan la esperanza que el turismo vuelva a sus años de gloria y retome la senda del crecimiento.

Según información de los anuarios estadísticos del Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur), desde el 2017 hasta el 2019, se han cerrado 163 establecimientos de alojamiento turístico, en consecuencia se perdieron 2,040 habitaciones y 4,033 camas.

En el caso de los hoteles, según los datos del Intur, la oferta pasó de 433 en el 2017 a 408 en el 2019, es decir que se cerraron 25 hoteles entre 5 y 1 estrella, lo que implica una caída del 5.7 por ciento.

Un caso muy similar pasa con los restaurantes, los cuales en el 2017 eran 1,962 y en el 2019 se redujeron a 1,851 establecimientos, lo que indica que se perdieron 111, una contracción del 5.6 por ciento.

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Sin embargo, el impacto tanto en hoteles como en restaurantes no ha sido tan fuerte en el cierre de operaciones pese a que económicamente el sector se ha derrumbado estrepitosamente, al punto que pasó de un crecimiento promedio del 7 por ciento antes de la crisis a una caída que se profundizó en el 2020, cuando acumuló hasta diciembre una contracción del 32.5 por ciento, según detalla el Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE), público en el Banco Central.

Al analizar los últimos tres años desde la crisis, el sector acumula una contracción del 49.3 por ciento, siendo uno de los pilares económicos más afectados.

Al respecto Leonardo Torres, presidente de la Cámara de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa Turística (Cantur), manifestó que el problema radica en que no todos los negocios están registrados en el Intur, entonces hay un subregistro, de manera que los datos no coinciden a veces con la realidad que se observa, pero que efectivamente muchos establecimientos de alojamiento y alimentación cerraron desde la crisis del 2018.

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“Algunos hoteles cerraron, pero la mayoría lo que hizo fue reducir costos, despedir parte del personal, algunos hasta se quedaron atendiendo la familia para seguir operando y no cerrar, pero si hubo cierres, ahí tenés el caso de la Mansión Teodolinda, el Seminole, en los departamentos, sobre todo León y Granada sucedió lo mismo y otros quedaron operando a su mínima capacidad, esperando estar activos con la llegada de nuevos tiempos”, dijo Torres.

Hoteles pequeños se resisten a cerrar

René Sándigo, presidente de la Asociación de Pequeños Hoteles de Nicaragua (Hopen), refirió que la situación ha sido muy dura para el sector, sin embargo la mayoría de los empresarios están dando un plus esfuerzo por mantener vivos sus negocios con la esperanza de que haya un cambio.

“Mantener un hotel es caro, los servicios, sobre todo la luz. Ahorita ningún hotel está siendo rentable, pero siguen operando porque a los dueños les es más difícil cerrar un hotel y volverlo abrir, que mantenerlo abierto, por eso es que estamos haciendo la lucha, con la esperanza de que con los días activos no ganemos, pero por lo menos solventemos algunos de nuestros gastos”, dijo Sándigo.

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Expresó que desde que comenzó la crisis política, les ha llovido una tras otra, de tal manera que el panorama es muy incierto.

“Las perspectivas son inciertas, antes hacíamos un plan para todo el año, ahora es mensual o bimensual, porque no se puede proyectar algo a mediano y largo plazo, cada mes estamos pensado qué podemos hacer, hasta los hoteles grandes, y creo que ellos están peor porque tienen gastos más fuertes, mientras que los hoteles pequeños resuelven a como sea”, aseveró Sándigo, quien es propietario del Hotel Real La Merced de Granada.

Redireccionan la oferta

Torres explicó que la caída en el sector no hubiera sido tan pronunciada si antes de la crisis se hubiera trabajado en una propuesta para atender al turismo nacional, al cual se mantuvo descuidado por mucho tiempo y es ahora la ruta de escape.

“Antes de la crisis política nosotros estábamos apostando por el turismo rural, ya no era tanto el turismo de sol y playa, fue entonces que surgieron varios hoteles y hostales pequeños, surgieron muchas reservas privadas silvestres, nosotros para entonces le estábamos dando mayor atención al tema de hotelería, pero después del 2018 el panorama cambió, se detuvieron las certificaciones de los hoteles, entonces tuvimos que replantearnos la estrategia”, sostuvo Torres.

“Ahora estamos apostando por la gastronomía, bares y restaurantes, comenzamos a ofertar a Nicaragua como un destino gastronómico y nos reenfocamos en algo que habíamos desatendido del 2017 para acá, que es el turismo nacional, porque no nos generaba los ingresos del turismo internacional, entonces ahora volteamos a ver al nica, este tiene otra cultura, otro enfoque. ¿Y qué quiere el turismo nacional? Ir al mar, entonces nos volvimos a esa tendencia que también habíamos descuidado”, añadió Torres.

Y aunque la mayoría de los hoteles y restaurantes se mantienen abiertos con la esperanza que todo cambie, lo cierto es que a Nicaragua le tomará mucho más tiempo que al resto del mundo recuperar el turismo, puesto que el país aún lidia con la falta de confianza y la imagen negativa que generó la represión del régimen de Daniel Ortega en el 2018.

Según el Presupuesto General de la República 2021, la industria del descanso y el ocio cerrará este año con una generación en divisas de 341.9 millones de dólares, por debajo de lo percibido en el 2011 (391 millones de dólares). Con todo, el sector acumulará más de una década de rezago.

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