La presión de la comunidad internacional ha tenido un peso relevante en la crisis de Nicaragua para hacer que el dictador Daniel Ortega cumpla algunas demandas relacionadas al sistema democrático y los derechos humanos, pero no en materia de reformas electorales, fundamentales en la víspera de los comicios presidenciales noviembre próximo.
Sin embargo, analistas consideran que la presión internacional no es suficiente si la oposición nicaragüense no hace su propia presión, necesaria para incentivar más apoyo a la resolución de conflictos y bienestar del país. Desde su perspectiva, ambas acciones son necesarias y complementarias para hacer cumplir a Ortega las demandas en materia de derechos humanos, democracia y garantías civiles.
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Para el jurista y exdiputado, José Pallais, la presión extranjera tiene un peso muy relevante en el país, porque aunque Ortega sostenga que las sanciones y un posible aislamiento internacional no tienen mayor incidencia en sus decisiones, la experiencia histórica ha demostrado que sí.
“Pero no podemos congratularnos los nicaragüenses de que eso basta, tenemos que hacer lo propio. Lo propio es muy sencillo y depende de nosotros mismos, unirnos y es la tarea pendiente que tenemos como oposición. Sin la presión internacional y la interna no puede haber éxito”, señaló Pallais. Además advierte que por ello hay una gran responsabilidad en los actores que se niegan a la unidad.
“Los opositores tenemos una gran responsabilidad sobre el fracaso o el éxito de que este año electoral posibilite la solución de la crisis nicaragüenses”, agregó el exdiputado, quien asegura que para lograr esta unidad, solo hay que tener voluntad y superar intereses personales.
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Por su parte, el politólogo y dirigente opositor Félix Maradiaga, coincide en que la presión internacional es sumamente importante para el país. Sin embargo, indica que dicha presión es directamente proporcional a la fuerza y cohesión a la presión de la oposición nacional. “En otras palabras, a mayor unidad y organización de la oposición, mayor voluntad de la comunidad internacional para presionar al régimen”, explicó.
Maradiaga menciona que existe una realidad política en las relaciones internacionales, y es que prioriza la búsqueda de la estabilidad regional. Por esa razón, “es imperativo que la oposición nicaragüense demuestre que efectivamente tiene capacidad de ofrecer estabilidad en la Nicaragua post-Ortega. Si esas muestras no son fehacientes y más bien se envían señales de desunión a lo interno, la comunidad internacional y concretamente Estados Unidos, tendrá menos incentivos para presionar más fuertemente al régimen”, expresó.
“En consecuencia, lo verdaderamente estratégico en este momento, es la unidad de las principales fuerzas de oposición. Todo lo demás viene por añadidura”, coincidió.
Ortega acorralado, tiene que ceder
Aunque el politólogo José Antonio Peraza dijo desconocer el peso real de la presión internacional, dice tener claro que las sanciones – impuestas por la comunidad internacional a funcionarios afines al régimen y su familia – hasta el momento no les ha hecho ceder de manera significativa, pero considera que lo tendrán que hacer en alguna medida.
Además señaló que Ortega se siente molesto y acorralado precisamente por los castigos de Estados Unidos, la Unión Europea y otros gobiernos, “porque reiteradamente cuando hablan en público mencionan el tema, y todas estas leyes represivas (recientemente aprobadas), principalmente esta última sobre el tema de los bancos (Ley No. 842, Ley de Defensa del Consumidor) es porque las sanciones lo tienen acorralado, tienen dificultad, tienen miedo de perder su riqueza mal habida y por lo tanto están buscando salida, lo que significa que las sanciones les han provocado grandes problemas y que están viendo como las resuelven”, manifestó Peraza.
Además considera que Ortega está jugando con los tiempos, ya que la Organización de Estados Americanos (OEA) emplazo al régimen hasta mayo de este año para reformar el sistema electoral antes de convocar a las elecciones generales prevista a realizarse el próximo 7 de noviembre, por disposición constitucional.
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“Ortega sabe que tiene que dar reformas, que tiene que haber cambios aunque sean cosméticos, pero tiene que hacerlos, sino nadie le va a creer esas elecciones. Al nadie creerle las elecciones ese gobierno no va a ser legitimado y al no ser legitimado – que no va a caer con eso – va a tener serios problemas para mantener la estabilidad macro económica. Debe evitar que se siga deteriorando; hay falta de empleo, no va haber ni un peso de inversión en el país, al no haber inversión tampoco va haber más empleo, es como un círculo de destrucción al que ya entramos”, expone Peraza.
Pero también reconoce que al parecer la dictadura de los Ortega-Murillo están dispuestos a continuar sacrificando al pueblo de Nicaragua en pro de sus propios intereses, alerta Peraza. “Vamos a ver hasta dónde llega eso. La historia ha demostrado que son irresponsables, que no les importa sacrificar a una cantidad inmensa de nicaragüenses en pro de sus propios beneficios. Aunque eso tiene un límite, porque a las personas que más rodean a Ortega lo que más les preocupa es proteger su dinero, sus empresas, sus riquezas y esos también van a salir afectados”, precisó el politólogo.
Diplomacia externa y presión interna
Para el analista y exembajador de Nicaragua en Alemania, José Dávila Membreño, la política exterior de Estados Unidos frente a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua seguirá siendo la misma: exigir el retorno a la democracia, diálogo y elecciones libres.
En el caso de Nicaragua, señala que hay un presión diplomática fuerte por medio de la OEA, la ONU y del gobierno de los EE.UU., pero explica que se trata de llamados, resoluciones, demanda de aperturas, no de instrumentos de fuerza, no buscan derrocar un gobierno.
Es por eso, que “ambas presiones, tanto la internacional como la interna son complementarias cuando hay una dictadura. Cuando un pueblo, como en el caso de Nicaragua, no puede protestar, naturalmente la comunidad internacional y sus presiones crecen, se ven mayores, se ven importantes, pero la comunidad internacional hace un presión diplomática, no puede forzar, no puede derrocar, no puede intervenir, solo presionar”, insiste Dávila.
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Para el analista el pueblo nicaragüense “tiene derecho a protestar, exigir, ir a las calles, expresarse, pero este gobierno no lo permite porque está endurecido. En vez de entrar a un diálogo con la comunidad internacional y el pueblo, prefiere reprimir, buscar la forma de evadir las presiones diplomáticas y busca la forma también de evadir la protesta del pueblo por medio de la represión”, lamentó el exembajador.
“Lo que a ellos (régimen y sus allegados) más les duele es el dinero, nosotros como opositores el dinero no se lo hemos tocado de manera directa, porque no podemos, pero a nivel internacional sí, eso si les duele. Pero lo que se quiere es que haya apertura, libertades, que podamos salir a la calles, porque si no hay eso, definitivamente vamos a un escenario más complejo y eso es lo que nadie quiere, pero si tenemos que llegar a eso, vamos a llegar”, agregó Peraza.
El gobierno de Estados Unidos aseguró este lunes, 8 de febrero, que Ortega está conduciendo a su país “hacia la dictadura”, al rechazar la suspensión de operaciones de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro y del centro local de la organización de escritores PEN Internacional.
“Estados Unidos está profundamente preocupado por la creciente represión del Gobierno del presidente Daniel Ortega en Nicaragua”, informó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en un comunicado. “Estos hechos asfixian aún más a la sociedad civil nicaragüense y alejan al país de unas elecciones libres y justas en noviembre. Ortega está conduciendo a Nicaragua hacia la dictadura”, advirtió el Departamento de Estado.
Price afirmó que “esto aislará aún más a su régimen de la comunidad mundial”. “La Administración (del presidente estadounidense, Joe) Biden está comprometida a apoyar al pueblo nicaragüense y su demanda de democracia”, agregó el portavoz, que instó a Ortega “a cambiar de rumbo ahora”. La cuente regresiva que marcará el futuro del país ya está corriendo.