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La Virgen ausente

Cartas de amor a Nicaragua

Querida Nicaragua: Jerusalén es una ciudad irrepetible, bellísima en su estructura y envidiable en su historia de siglos, orgullo de los israelitas. En el Muro de las Lamentaciones se aprecian turistas de todas partes orando frente a ella en sus respectivas creencias e idiomas. Desde sus colinas cercanas se aprecia una vista panorámica de la ciudad y la cúpula dorada del Templo milenario. 

En un pueblecito de Israel llamado Belén nació Nuestro Señor Jesucristo, todo cristiano y no cristiano conoce esta historia. Por obra y gracia del  Espíritu Santo fue concebido aquel Niño en el vientre de María. Para nosotros, los cristianos, conocer los santos lugares es un sueño largamente acariciado,  hacer el recorrido en la calle de la amargura, el mismísimo sitio donde nuestro Señor cargó con la cruz hasta la colina del Gólgota, visitar el Huerto de Getsemaní y recordar las bienaventuranzas predicadas por el Señor en el mismo sitio donde hizo el milagro de la multiplicación de los panes.

En Israel, aunque no sean cristianos, cuando tienen que mencionar a Jesús lo hacen con gran respeto, como quien habla de un gran personaje, pero sin la categoría de hijo de Dios. En cuanto a la Virgen María no hay mención alguna, no se oye por ninguna parte referencia alguna para María, la Madre del Señor.

Aquí en Nicaragua, donde somos marianos por excelencia, el culto a la Virgen María está generalizado en todo el país. La noche del siete de diciembre celebramos lo que llamamos la Gritería, una fiesta donde se canta a la Virgen en muchísimos hogares y se reparten golosinas a la población que recorre los barrios de las ciudades.  Naturalmente este año por el cuidado que hay que tener con la pandemia del Covid 19, habrá mucho menos gente en las calles celebrando la Gritería, la Purísima Concepción de María, pero en tiempos normales es la fiesta más alegre.  Es la fiesta de la Purísima, como  llamamos a María, madre nuestra y madre de Dios.

Una observación importante. El grito popular del siete de diciembre en la noche alaba a María gritando: ¿Quién causa tanta alegría?… ¡La Concepción de María! Todos hemos creído que esa noche se celebra la concepción del Niño Jesús. Y no es así. El grito significa la concepción de María  en el vientre de su madre Santa Ana. La concepción del Niño Jesús se celebra cuando el Ángel le anuncia a María que por obra y gracia del  Espíritu Santo, parirá un hijo. María de rodillas acepta la voluntad del Padre Celestial.

Hoy estamos celebrando la concepción de María, a la que llamamos la Purísima, la que ha hecho miles y miles de milagros en toda Nicaragua y la que seguirá haciéndolos mientras se los pidamos con fe.  Ella es intercesora ante el Señor, tal como lo fue en las bodas de Caná cuando el vino se había terminado. En esa ocasión María le hizo ver que el anfitrión estaba en apuros y les dijo a los mozos: hagan lo que Él les diga. Él les dijo que echaran agua en los recipientes vacíos, agua que se convirtió en el mejor vino jamás antes probado.

María es venerada en todos los templos de Nicaragua, en hermosas catedrales y en humildes ermitas de las más remotas poblaciones. El culto a la Purísima no desaparecerá jamás. Ha habido ciertos ministros que han intentado suprimir la fiesta, pero el pueblo ha seguido con su tradición mariana,  con su alegría en medio de la tragedia del país.

¿Quién causa tanta alegría?… ¡La Concepción de María!

El autor es director de Radio Corporación y excandidato a la Presidencia de Nicaragua.

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