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La zanahoria y el garrote

Querida Nicaragua: Los hombres que vivimos en nuestra adolescencia, la época de estudiantes, y nuestra juventud pudimos vivir a plenitud la época del régimen de Somoza García.

Cierto que aquel hombre no era ningún santo, pero Nicaragua lucía en cierta forma para aquellos tiempos como una nación en donde crecían las obras de progreso con instituciones como el Instituto de Fomento Nacional que facilitaba créditos suaves a medianos y pequeños productores del campo y la ciudad.

El Departamento de Carreteras de Nicaragua en aquella época era famoso en toda el área latinoamericana, con decir que muchos ciudadanos argentinos vinieron a estudiar el sistema que desarrollaba con gran éxito la infraestructura vial de nuestro país.

Había un Banco Nacional de Nicaragua al alcance de todos los ciudadanos: ricos, acomodados, pequeños industriales, y grandes y pequeños agricultores. En ese tiempo Nicaragua era llamada el granero de Centroamérica.

El crédito rural, un programa del Banco Nacional no esperaba que un humilde campesino llegara a solicitar un crédito, sino que el Banco iba hacia el campo a visitar pequeñas fincas y a ofrecerles crédito, semillas mejoradas, asistencia técnica y análisis de tierras para sugerirles el tipo de cultivo que les convenía. Un agente del banco asistía con dinero e insumos hasta que llegaba el tiempo de recoger la cosecha. El campesino pagaba su crédito con parte de la cosecha y comercializaba el resto de su producción. Cierto que Somoza era un dictador y que ofrecía plata para sus amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos, y que en momentos de sublevaciones era cruel con sus adversarios.

Amigo entrañable de los Estados Unidos que en aquellos tiempos usaban la política de “el garrote o la zanahoriaâ€. El garrote para los enemigos de EE.UU. y la zanahoria para los amigos. Somoza García en todos sus discursos elogiaba el sistema norteamericano, a tal punto que su amigo el presidente Franklin Delano Roosevelt lo invitó a visitar Washington donde fue recibido con la pompa de los jefes de Estado.

Hoy en día, cuando han pasado los años, los tiempos han cambiado. Los Estados Unidos dejaron atrás la política del garrote y la zanahoria y hoy en día siguen buscando la amistad de los pueblos latinoamericanos siempre que sean amantes de la democracia, que tengan instituciones organizadas, poderes del Estado independientes y que haya alternabilidad en el poder, elecciones libres, transparentes y supervigiladas, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión, de movilización, partidos políticos que puedan competir en elecciones periódicas y en fin, los requisitos que son propios de un país democrático.

A pesar de que Estados Unidos apoya a estos pueblos, muchos presidentes y partidos de izquierda no pierden la oportunidad de vociferar en contra de lo que llaman “imperialismo yanquiâ€. Estos soportan los insultos al mismo tiempo que ayudan económicamente a pueblos y gobiernos, y contribuyen con donaciones permanentes, y más cuando la ocasión lo requiere.

Hoy en día el slogan que cabe no es “la zanahoria y el garroteâ€. Hoy se sigue hablando mal del imperialismo norteamericano, pero al mismo tiempo se extiende la mano pidiendo ayuda constante para salir adelante. Es decir, hoy somos “limosneros con garroteâ€. Los protagonistas somos los mismos pero el slogan ha cambiado. En ocasiones entre más groserías se le gritan a los Estados Unidos, mayor es la ayuda que envían a muchos o a todos los pueblos latinoamericanos. Inclusive en estos tiempos de la espantosa pandemia del Covid-19 para los limosneros con garrote fluyen los préstamos y las donaciones. Qué suerte tenemos.

El autor es director de Radio Corporación.

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