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Las autoridades nacionales prevén que el huracán abandone el país este miércoles, sin embargo alertaron que quedarán las lluvias y los ríos aumentarán su caudal. LA PRENSA/Wilmer López

Iota dejó severos estragos en 294 comunidades indígenas y en 17 áreas protegidas

Fundación del Río hace estimación y destaca que muchos de los territorios ya habían quedado dañados por el huracán Eta, y que que ahora tras Iota el “riesgo es mayor”

“El río está cerca de llegar a la altura del templo, que implicaría que ya sobrepasó las zonas del cementerio y de por lo menos 15 viviendas y sigue lloviendo”, es la situación que atraviesan las familias de la comunidad indígena Raití, ubicada en el Caribe Norte de Nicaragua, según describió el padre Luis Elvir. Sostiene que la situación “está difícil”, para los comunitarios tras el paso de dos ciclones, en especial por el huracán Iota en categoría 4.

El religioso señaló que al menos las 12 comunidades de la parroquia Divina Misericordia, en Siksayari están siendo afectadas. “Eta alimentó la crecida del Río Coco y también la del Río Lakus donde se encuentran seis comunidades, entre ellas Arandak, Sumapipi, Wahyulu, Tawan Raya, Wailaska y Bethel“, especificó el sacerdote. En esa zona la lluvia no ha cesado, la comunidad sigue incomunicada.

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Enseguida, el padre Luis advirtió a las comunidades La Esperanza y Waspam a que se protejan y evacuen las zonas peligrosas, por la inminente amenaza del Río Coco. El huracán Iota tocó tierra en Nicaragua la noche del lunes 16 de noviembre en categoría 4, con vientos sostenidos de 250 kilómetros por hora, e impactó al sur de la ciudad de Bilwi, a seis kilómetros al sur de la comunidad Haulover.

23 territorios miskitus y mayangnas sufren  

Un informe preliminar de la organización ambiental Fundación del Río señala que la trayectoria del ciclón ocasionó un impacto mayor y directo, en al menos 23 territorios indígenas mayangnas y miskitus, conformados por 294 comunidades que albergan a más de 147 mil indígenas, que ni siquiera se habían recuperado del desastre que ocasionó el huracán Eta, que ingresó al territorio el 3 de noviembre. 

La organización sostiene que muchos de los territorios ya habían quedado con severos estragos por el paso del Eta y que por ello suponen que el “riesgo es mayor”. De acuerdo con la clasificación, son seis territorios de la etnia mayangna, 11 territorios de la etnia miskito y tres territorios de ambas etnias. 

Amaru Ruiz, director de Fundación del Río, indicó que el informe preliminar está basado en la ruta de trayectoria de Iota emitida por el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) y que evidentemente refleja que los daños al ecosistema es aún mayor. 

Familias en crisis alimentaria

Para Ruiz, la principal preocupación que agrava la sobrevivencia de los más de 147 mil personas indígenas y mayangnas es el tema de inseguridad alimentaria, es decir la crisis alimentaria, que a su criterio y por el acercamiento que tienen con esas familias, muchos están expuestos a sufrir hambre ante la falta de cultivos. 

“Nosotros tenemos la información poblacional de los territorios, nos basamos en eso y estimamos como impacto directo las crecidas de los ríos que afectan a las comunidades que se asientan en las riberas, la pérdida de los cultivos que vulnera su seguridad alimentaria, que se convierte en la principal preocupación porque dicha pérdida no se puede recuperar así de fácil, se tiene que esperar meses para sembrar y volver a producir, si acaso tenés semilla. La gente no va a tener qué comer, y es preocupante por la empobrecida situación que viven. Ellos sobreviven gracias a sus siembras, pero ahora vamos a tener hambruna en esas comunidades”, explicó Ruiz. 

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En el informe se especifica que las fuertes lluvias causadas por el huracán Iota ocasionaron las crecidas de las cuencas del río Coco, río Ulang, río Wawa, río Kukalaya, río Prinzapolka y río Grande de Matagalpa, donde se asientan dichas comunidades. A lo que se suma los estragos en las viviendas y los suministros eléctricos por los huracanados vientos, el cierre de vías de acceso sea por ríos, carreteras, caminos y deslizamientos de tierra producto de la saturación de humedad en los suelos.

Árboles fueron arrasados por los vientos huracanadas de Iota. CORTESÍA
Árboles fueron arrasados por los vientos huracanadas de Iota. CORTESÍA

Por otro lado, Ruiz apuntó que de por sí las poblaciones han sido durante años las más vulnerables no solo a los embates de fenómenos naturales, sino también por el proceso del avance de la minería agrícola y las constantes invasiones de colonos armados que, además de desplazar a los comunitarios, llegan para asesinarlos. 

“Aquí vemos que el Estado no ha invertido en preparar a las comunidades indígenas para enfrentar los diferentes desastres naturales, lo que ha hecho son las simulaciones en las áreas urbanas, pero realmente a los más vulnerables en zonas rurales no se le ha orientado. Hemos visto que con el huracán Eta el régimen politizó la ayuda de emergencia, que se concentró en las ciudades de Bilwi y Waspam, y no llegó a las comunidades indígenas, porque quedan excluidas de todo y durante años han sido olvidados y, peor aún, ni siquiera responden a sus demandas como es el saneamiento de sus territorios en muchos de los casos”, denunció. 

17 áreas protegidas “arrasadas”

En cuanto al impacto, el informe especifica sobre los devastadores daños que ocasionó Iota a en 17 áreas protegidas, la mayoría son de la Reserva Biológica Bosawas, el Parque Nacional y la Reserva Biológica Marina. 

“Esto representa el 23 por ciento del total de las áreas protegidas y unas 905 mil hectáreas de impacto, lo que representa el 29 por ciento de la superficie de las áreas protegidas del país”, detalla el informe de la Fundación del Río. Ruiz enfatizó que los impactos a las áreas protegidas no sólo están asociados a la destrucción de los bosques, sino que también trascienden a las afectaciones de la fauna silvestre.

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“Primeramente son asociados a los desprendimientos de ramas, derribo de árboles, deslizamientos de tierra y vegetación en los pisos altitudinales, arrastres de ecosistemas ribereños por crecida de ríos e inundaciones, pérdidas o alteración de hábitats de especies, muertes de fauna acuática por poca oxigenación, alteración de ciclos de floración y pérdida de frutos que sirven de alimentación a la fauna y migración de las especies a otras zonas no afectadas”, enumeró el director de Fundación del Río. Además, añadió que  se requiere ir al terreno para determinar el nivel de impacto de los dos fenómenos.

Impacto ambiental es mayor que el ocasionado por Eta

La titular del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), Sumaya Castillo, en una entrevista en el oficialista Canal 6 reconoció que el impacto ambiental de Iota es mucho mayor al de Eta. 

“Ahora estamos en un escenario brutal, porque la ruta de Iota fue casi similar al de Eta, pero más extensa. Las áreas expuestas por Eta son 12 áreas protegidas, que incluye la Reserva Cayos Miskitos y, por supuesto, nuestra hermosa biosfera de Bosawas”, aseveró Castillo.  

Enseguida mencionó que los huracanes por su naturaleza “ejercen su dinámica sobre los ecosistemas y permiten también procesos de regeneración natural y dan ese chance para poder hacer un enriquecimiento. Dependiendo de los sitios, se pueden hacer siembra de árboles para enriquecer o ir a liberar fauna, también para enriquecer, pero ¿qué vamos hacer? A detalle se va a saber hasta que podamos hacer una verificación en campo, otras etapas que el Iota no nos dio chance de evaluar a Eta”, concluyó la ministra.

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