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Seylit

Cuando vio que su expareja le iba a propinar un navajazo, Seylit Parrales le metió las manos infructuosamente. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Discapacidad y secuelas psicológicas, el drama de las sobrevivientes a intento de femicidio

Hay al menos 100 casos de femicidios frustrados en Nicaragua este 2020. Defensoras de mujeres repudian mecanismos de agresores para "evadir la justicia"

Cira Guevara Guadamuz, de 34 años, es una de las 100 mujeres sobrevivientes a femicidios en grado de frustración en Nicaragua registrados en lo que va del año, de acuerdo al monitoreo del Observatorio Católicas por el Derecho a Decidir (CDD). Ella sobrevivió a múltiples puñaladas que le propinó su agresor Juan José Acosta Gaitán, en el interior de su casa ubicada en un barrio de la ciudad de Riva. Tras creer que la había asesinado, Juán José Acosta decidió suicidarse colgándose de una solera.

Se conoció que Cira Guadamuz, fue trasladada de urgencia con heridas graves heridas y que debía ser intervenida quirúrgicamente. Se encuentra estable, pero con secuelas físicas y emocionales.

A lectura de defensoras de derechos de las mujeres, el hecho de que agresor decida quitarse la vida después de agredir e incluso asesinar a la mujer es parte de la cultura machista que busca evadir desde una condena, la justicia,  y los señalamientos sociales.

Merycé Mejía, socióloga y enlace nacional de la Red de Mujeres Contra la Violencia (RMCV), sostiene que es parte de la “idea cultural de que los hombres aún causándoles la muerte se creen dueños de la vida de las mujeres, y como no pueden con tanto odio y misoginia hacia las mujeres, luego vienen y se suicida para evadir la justicia y la condena social porque muchas veces la gente repudia este tipo de actos”.

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Martha Flores, representante de (CDD), sostiene que ese “modus operandi” de los agresores – suicidarse después de agredir o matar a la mujer – obedece al mismo acto machista. “Cuando los femicidas se suicidan, es otro acto machista, porque ellos creen que ya él que controlaba la vida de la mujer, ya la mató. Controla la suya, evade la culpa”, apuntó Flores.

Ambas defensoras sostienen que los femicidios frustrados son “otra pandemia silenciosa” a la que se enfrentan las mujeres debido a la inseguridad e impunidad que impera en el país, por ello urgen al Estado de Nicaragua a que garantice la integridad de las mujeres y sus familias.

Las cifras del observatorio de CDD se alimentan de los reportes que son cubiertos por medios de comunicación y de las denuncias que reciben por las líneas de atención o redes sociales. La organización aclara que a pesar de lo registrado existe un subregistro, debido a que no todos los casos son expuestos a la luz pública por temor y muchas veces por seguridad de la misma víctima, porque el agresor anda libre sin enfrentar la justicia.

Sobrevivientes en riesgo

La socióloga afirmó que en la mayoría de los casos de femicidios frustrados los agresores actúan con alevosía y planifican la forma de arrebatarles la vida a las mujeres, debido a que en Nicaragua las autoridades correspondientes “no les ponen atención a la problemática, entonces las mujeres quedan en total abandono, no se le otorgan medidas cautelares por lo que quedan en riesgo porque sus agresores en cualquier momento pueden llegar para matarlas”, añadió.

Flores coincide con lo expuesto por Mejía y agrega que las mujeres que logran sobrevivir a este tipo de violencia muchas veces “viven en zozobra” debido a que el Estado desentiende los casos y en otras ocasiones las víctimas son obligadas a mediar, ante ello señaló que “la mediación no se debe aceptar porque mediar es mediar las vidas de las mujeres que siguen sufriendo violencia dentro de sus casas, que ha sido siempre el lugar más inseguro para ellas”.

Responsabilidad del Estado

Ambas defensoras de los derechos de las mujeres señalan al Estado de Nicaragua como principal responsable en atender las denuncias de casos de femicidios en cualquier grado, debido a que la violencia machista en el país sigue en aumento cobrando la vida de las féminas.

“Es al Estado y a todas sus instituciones que les corresponde atender está problemática de forma responsable, porque hemos tenido casos que hay mujeres que denuncian la agresión pero que no reciben respuestas y cuando la reciben es por un rato que los echan presos, pero después el agresor sale de la cárcel va a ponerle fin a su objetivo, quitarle la vida a las mujeres. También hemos tenido casos en el que las mujeres no quieren denunciar, por la misma inseguridad que hay en el país, el incumplimiento de la justicia, porque ya no hay confianza en la Justicia”, refutó la representante de CDD.

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Mejía afirma que debe ser atendido por todas las instituciones del Estado, desde la Policía y las Comisarías del la Mujer. El primer propósito debería ser reparar el daño de la violencia y prevenir de que no se cometa el delito, que cuando una mujer interpone una denuncia por primera vez se le ponga atención, para evitar que se consuma un femicidio y haya femicidio en grado de frustración..

Nicaragua cuenta con la Ley 779 o Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres, sin embargo en la misma no existe la tipificación de femicidio en grado de frustración de forma expresa, pero sí está presente el delito de femicidio. Mejía insiste en que “debe investigarse, dar acompañamiento y sancionarse”.

El pasado 12 de octubre, la comisionada Matha Irías, jefa de las Comisarías de la Mujer, minimizó los delitos de femicidios y declaró ante el oficialista El 19 Digital que del 5 al 11 de octubre recibieron a nivel nacional 587 denuncias de las cuales 312 fueron delitos y 275 faltas que ocurrieron en los hogares y destacó que “no reportó ningún delito de femicidio”. “Los hechos que más se denunciaron, tenemos incumplimiento de deberes alimenticios, asedios, intimidaciones y amenazas contra las mujeres y abuso sexual”, señaló Irías.

Mujeres con secuelas físicas y psicológicas

Las víctimas quedan con múltiples secuelas que van desde físicas, hasta psicológicas. Hay casos que derivan en discapacidades, mutilación de alguna parte de su cuerpo y entre las consecuencias psicológicas están desde el miedo y la depresión, hasta la paranoia.

“Al momento de estar luchando contra su agresor para que no las priven de sus vidas, por ejemplo cuando son macheteadas las mujeres meten sus manos y muchas veces le son cortados los dedos u otra parte de su cuerpo, entonces de ahí las mujeres quedan incapacitadas para poder trabajar o valerse por ellas mismas”, mencionó Flores.

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Mejía destacó que pese a que las mujeres sobreviven a esta agresión el acto es una “violencia extrema donde las mujeres quedan con secuelas físicas, emocionales, psicológicas gravísimas, profundas y a largo plazo, desde dolores permanentes, imposibilidades de recuperación emocional porque viven con el miedo de que el agresor pueda llegar, suelen tener pesadillas, caer en depresión por el mismo miedo”, explicó Mejía.

La psicóloga de la RMCV, Alideth Mairena, que atiende a mujeres víctimas de violencia explicó a LA PRENSA que la recuperación emocional de la mujer depende del entorno familiar en el que vivan. “Cuando las mujeres sufren cualquier tipo de violencia se enfrentan al miedo que comienza desde desconocer la reacción de agresor y la creencia de que ellas lo pueden resolver solas, o muchas veces no aceptan que están sufriendo violencia, tienden a sentirse culpables. Los agresores inician con palabras suaves, pero a la vez con hechos silenciosos y ocultos”, señaló.

Remarcó que la violencia va en “escala”, donde a las mujeres se les hace difícil salir de esa lucha. “Las mujeres tardan en denunciar porque ellas muchas veces identifican la violencia cuando hay agresiones físicas o conductas de maltrato físico, y no los malos tratos psicológicos. La vergüenza es una emoción que incide para que ellas se queden calladas, porque les resulta difícil aceptar la realidad”, puntualizó Mairena.

Atención psicológica y jurídica

La Red de Mujeres contra la Violencia y Católicas por el Derecho a Decidir cuentan con líneas de atención para que las mujeres víctimas de la violencia machista busquen asistencia. “Es necesario romper el silencio y salir de ese entorno machista, nosotros contamos con un equipo de psicólogos especializados para atender la parte emocional y albergues a los que pueden ir”, aseguró Flores.

Las dos organizaciones no gubernamentales están enfocadas en la recuperación emocional, atención médica y acompañamiento jurídico para aquellas víctimas que deciden denunciar a su agresor. En lo que val del año, otras 69 mujeres fueron víctimas de la violencia machista en Nicaragua.

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