Paulo Abrão, el exsecretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a quien Luis Almagro, secretario de la OEA, no le quiso renovar su mandato al frente del más importante organismo de derechos humanos del hemisferio, nació bajo una cruel dictadura en Brasil en 1975 y se dedicó después a investigar sus crímenes y a buscar justicia para las víctimas.
Con una trayectoria impecable como defensor de derechos humanos, fue funcionario del gobierno de la expresidenta izquierdista de Brasil, Dilma Rousseff, pero cuando ya como funcionarios de la CIDH le tocó investigar los crimenes de presidentes de izquierda no se anduvo con rodeos. Ahí están la Venezuela de Nicolás Maduro y la Nicaragua de Daniel de Ortega como ejemplos.
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Abrão conoce de primera mano la represión del gobierno de Ortega, ha acompañado a las víctimas y dice que se siente muy cercano a ellas en su búsqueda de justicia y reparación. En esta entrevista con LA PRENSA, el brasileño dice que no sabe qué hará ahora porque la decisión de Almagro de no renovarle el contrato lo tomó por sorpresa.
Bajo el mando de Abrão, la CIDH documentó decenas de violaciones de derechos huamanos en el transcurso de la represión contra la oposición. El organismo determinó que 328 personas muriero, la mayoría a manos de la Policía y civiles armasos leales al gobierno.
Sobre su trabajo en medio de la crisis de Nicaragua que comenzó en 2018, Abrão dice que tuvo con Almagro grandes coincidencias y pocos encontronazos. Aquí sus respuestas.
¿A qué se va a dedicar Paulo Abrão ahora?
Todavía no lo sé. Todo para mi fue una gran sorpresa.
¿En los años en que estuvo al frente de la CIDH cómo fue su relación con Luis Almagro?
Muy respetuosa. De mi parte siempre muy transparente y leal. Si bien mi autoridad inmediata es la CIDH, ante el Secretario General me cabía estar disponible para aclarar cualquier duda o tema y coordinar acciones cuando (era) conveniente para la autonomía e independencia de la CIDH.
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¿Cómo se ha tomado la decisión del secretario general de no renovarle su contrato?
Con mucha sorpresa. Seguíamos con una agenda de medidas concretas para resolver problemas estructurales y endémicos de la Secretaría Ejecutiva que ya existían antes de mi llegada. Y para los problemas y demandas provenientes de mi propia gestión, siempre hubo la más amplia disposición para resolverlos cuando, obviamente, estaban compatibles con las decisiones y el interés del servicio de la CIDH.
¿Podría explicar en qué consistieron sus diferencias con Almagro?
No debemos personalizar esta crisis.
¿Quiso incidir Almagro en algún momentos en el trabajo de la CIDH?
No me corresponde comentar estos temas. Era mi deber profesional mantener discreción y confidencialidad sobre los temas internos de la Organización.
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¿Hubo algún encontronazo entre usted y el señor Almagro por los informes de la CIDH sobre Nicaragua?
Hubo muchos momentos coincidentes y otros pocos que no. Pero esto es normal, porque el mandato político del Secretario General es distinto del mandato técnico de derechos humanos de la Secretaria Ejecutiva y no siempre siguen en la misma dirección.
¿Cuál es su relación con las víctimas de la represión en Nicaragua? ¿Ha seguido en contacto con ellos?
He acompañado al lado de la Comisionada Antonia Urrejola cada paso dentro del país desde 2018. Mantenemos un vínculo de afecto con los familiares de las víctimas por el dolor compartido y demasiada admiración por el espíritu de resistencia.
Usted ha dicho que la negativa de Almagro de renovar su contrato es un grave precedente: ¿pierde su autonomía la CIDH con esta decisión?
La propia CIDH entendió que sí. En mi visión, proteger a los derechos de los y las trabajadores con debido proceso, no debería haber sido excluyente del respeto a la autonomía e independencia de la CIDH.