La inmigrante cubana Lázara Esther Fernández Artiz, de 47 años, dice que Dios la salvó de milagro tras recibir un disparo en la cabeza por uno de los “coyotes” (persona que guía a personas indocumentadas) cuando se disponía a cruzar de Costa Rica a Nicaragua, en Peñas Blancas. Esa experiencia casi acaba con su vida y con el sueño de llegar a Estados Unidos, pero, tras permanecer ocho días hospitalizada en Nicaragua, continúa su travesía, dejando atrás esa amarga experiencia.
El hecho se registró entre las 8 y 10 de la noche del pasado 1 de agosto en una zona montañosa de la frontera de Nicaragua que se le conoce como la Guacimada, la cual históricamente es utilizada por los coyotes que ofrecen cruzar a inmigrantes de un país a otro. Según relata Fernández Artiz, el proyectil ingresó detrás de la oreja izquierda, “luego atravesó por mi boca – de abajo hacia arriba- y quedó incrustado en la nariz, y en el trayecto me desprendió piezas dentales y me causó lesiones en la mandíbula”.
Fernández Artiz, originaria de Cienfuegos, Cuba, explica que ella y su esposo Luis Enrique Hernández Jerez de 32 años, salieron del país en marzo del 2019 con la ilusión de llegar a los Estados Unidos a trabajar, para apoyar económicamente a sus familias.
“De Cuba nos dirigimos a Guyana, luego seguimos nuestra travesía por Perú, Ecuador y Colombia e ingresamos a Centroamérica desafiando la selva de Darién hasta llegar a la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, que se ha convertido en el peor obstáculo con el que nos hemos encontrado hasta ahora”, expresa la inmigrante desde Honduras, quien señala que se hubiera evitado ese calvario si las autoridades de Migración y Extranjería facilitaran el tránsito por este país centroamericano.
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“Coyotes” los asaltaron y dispararon
La cubana explica que al llegar a este puesto fronterizo de Peñas Blancas y percatarse que las autoridades de Nicaragua les prohibían el ingreso a ella, su esposo y otros tres cubanos, decidieron comunicarse por WhatsApp con coyotes que les había recomendado otros inmigrantes.
“Fue así que entramos en comunicación con cuatro coyotes que nos ofrecieron cruzarnos por 150 dólares cada uno pero en el trayecto planificaron el asalto y al defendernos, realizaron varios disparos y me dieron en la cabeza”, detalla la cubana. Su esposo al ver que se había desplomado, huyó del lugar junto con los otros tres cubanos, pues pensó que la habían matado y que después seguirían con ellos.
Por la herida de bala – cuenta Fernández – cayó inconsciente en el monte por lo que los delincuentes aprovecharon para sustraerle ropa y 400 dólares de su bolso. Su esposo afirma que los asaltantes les realizaron entre seis y siete disparos a ellos mientras huían en dirección norte, y que al llegar a una casa solicitaron ayuda. “Nosotros le contamos a las personas que encontramos en la casa que nos habían asaltado y que a mi esposa la habían matado que necesitábamos ayuda de la policía o del Ejército (de Nicaragua) o cualquier otra institución”, explica Hernández.
Mientras eso sucedía, Fernández recuperaba el conocimiento, y pese a estar herida, empezó a caminar hasta salir a un tramo de la carretera adoquinada que une la comunidad fronteriza de Sapoá con el sector conocido como La Calera. Angustiado su marido, y sus tres amigos, lograron ponerse en contacto con oficiales del Ejército de Nicaragua, e inmediatamente se trasladaron al lugar donde los asaltaron, en busca del cuerpo de Fernández.
“Yo pensaba que la habían matado y cuando llegamos al lugar donde nos dispararon ya no encontramos a mi esposa, y a eso de las 10 de la noche nos informan que la habían encontrado caminando por esa carretera adoquinada”, comenta el esposo de Fernández.
Recuperada y de vuelta a su travesía
Las autoridades nicaragüenses trasladaron a Fernández al hospital de la ciudad de Rivas, pero debido a la gravedad fue transferida a un centro hospitalario de Managua, donde lograron extraerle el proyectil y colocarle retenedores en su boca para tratar de recuperar las piezas dentales. La mujer permaneció en Nicaragua hasta el 8 de agosto y luego continuó con su viaje hasta llegar a su destino final, los Estados Unidos.
Todos son vulnerables
El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) Nicaragua señala que si bien todos los puntos ciegos, tanto de Nicaragua como de otros países, donde transitan personas indocumentadas son peligrosos, este tipo de caso no se registran a menudo. Aunque reconoce que el aumento de la inseguridad en el país pueda incidir en ello.
“Últimamente ha aumentado la inseguridad en el país, vemos demasiada delincuencia, asaltos con armas de fuego y eso también hace más vulnerables a las personas extranjeras porque desconocen por donde transitan”, dice Maritza Pavón, del SJM.
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Pavón destaca que el mayor riesgo que sufre tanto el nacional como extranjero en los puntos ciegos de la frontera es la violación a sus derechos humanos como el derecho a la vida, a la seguridad y a la salud. También sufren discriminación y estigmatización que llega a perjudicar su estado emocional e integridad física. “Asimismo pueden ser víctimas de trata de personas por todas las vulnerabilidades que tienen e incluso la misma desesperación de llegar a su destino”, dice Pavón.
Recomendaciones del Servicio Jesuita a Migrantes
El SJM Nicaragua hace un llamado a las personas para que migren de manera documentada y segura por lo mismos riesgos que conlleva viajar de manera indocumentada. Sin embargo, ante el panorama del país y la necesidad de la gente, el SJM recomienda evitar viajar solos, informarse antes de salir del país, mantener contacto con algún familiar para que le vaya indicando la ruta, dejar copia de los documentos a la familia o persona de confianza, así como número de teléfono de la persona que viaja en compañía, y que antes del viaje se informen sobre sus derechos y de las posibles organizaciones que pueden colaborarles en los países de tránsito y destino.
“Considero que todos los Gobiernos deben estar claros que detener la migración es imposible porque migrar es un derecho, y deben estar preparados, sensibilizados y comprometidos para responder a las necesidades de las personas migrantes. Deben priorizar la vida y la dignidad de muchos niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres que buscan mejores oportunidades”, declara Pavón.